Juan de Dios Ramírez-Heredia[1]

Déjenme decirlo desde el principio para que nadie se llame a engaño y así pueda usted dejar de leerme si le parece: la canción ganadora en el «Benidorm Fest 2024» denominada «Zorra» y elegida para representarnos en el festival «Eurovisión 2024», a mí no me gusta.

Pero eso no tiene mayor importancia. (¡Hay tantas cosas en la vida que a uno no le gustan y tiene que convivir con ellas…!) Usted, amable lector o lectora, podrá decir que soy un antiguo, y tal vez lleve razón, porque la banda formada por «Nebulossa», con su vocalista María Bas al frente, presenta un sonido electropop donde los sintetizadores juegan un papel decisivo.

Es decir, que cuando digo que la canción no me gusta lo que quiero expresar es que, en su conjunto, música y letra, no llegan a impactar en los resortes internos de mi cerebro donde residen las llaves que regulan que unas cosas te causan mayor o menor placer o por el contrario las rechazas sin más.

Como es natural, he leído todo —bueno, casi todo— lo que se ha escrito, no de la música, sino de la letra de la canción. Y ahí sí que hay para todos los gustos, predominando los que, con una ferocidad digna de mejor causa, atacan a quienes se han manifestado en contra de la canción porque la consideran un ataque al feminismo mayormente concienciado. A mi amiga Elena Valenciano «le ha caído la del pulpo», que es una expresión que se utiliza cuando una persona está muy, pero que muy enfadada con otra y le manifiesta su enfado, a veces de forma insultante.

Concluyo con lo que dicen los creadores de la canción. RTVE destaca que el grupo busca redefinir la palabra zorra, «otorgándole un nuevo significado en el contexto feminista actual». El dúo afirma que su trabajo está dedicado a «todas las mujeres que alguna vez nos hemos sentido impotentes».

Hay palabras que matan

Efectivamente, salvo a quienes se sientan identificadas con la letra de la canción, a muy pocas mujeres les puede gustar que les llamen «zorras». Porque a nadie le gusta que le insulten.

No siempre tenemos presente que el lenguaje es la base de la comunicación entre nosotros, y que la manera en que lo usamos no solo establece el carácter de nuestras relaciones, sino también la calidad de lo que sentimos y generamos al vivir unos con otros. Jorge Waxemberg es una autoridad en el análisis del valor de las palabras porque su manejo tiene gran importancia tanto en nuestro desenvolvimiento individual como en el de la sociedad. Con palabras formamos o destruimos vínculos; con palabras aprendemos y enseñamos; con palabras creamos en gran medida el mundo en que vivimos y la forma de vivir en él.

Pocas comunidades raciales o culturales podrían atestiguar lo que decimos mejor que el pueblo gitano. Siempre, durante siglos y hasta hoy, las palabras han creado un discurso ofensivo, mal intencionado y falso.

Nuestro trabajo «Periodistas contra el racismo» es el programa que con mayor eficacia ha demostrado hasta qué punto se puede pervertir la realidad de un pueblo cuando las palabras se convierten en dardos que destruyen nuestra identidad y hasta nuestro honor.

«Parece que los gitanos y gitanas solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen de padres ladrones, críanse con ladrones, estudian para ladrones y, finalmente, salen con ser ladrones corrientes y molientes a todo ruedo; y la gana del hurtar y el hurtar son en ellos como accidentes inseparables, que no se quitan sino con la muerte». Esto lo dijo y lo escribió Miguel de Cervantes en el siglo dieciséis y aunque parezca mentira todavía quedan energúmenos que piensan igual. Por eso decimos que hay palabras que matan.

Pero volvamos a la canción que representará a España en Eurovisión 

La «zorra» es un mamífero de menos de un metro de longitud, incluida la cola, de hocico alargado y orejas empinadas, pelaje de color pardo rojizo y muy espeso, especialmente en la cola, de punta blanca. Lo malo, a mi parecer, es que la creencia popular, de la que se alimenta la Real Academia de la Lengua Española, dice que «zorra» es un despectivo malsonante que define a una mujer que es «prostituta, meretriz, puta, furcia, ramera, fulana o pelandusca».  No lo digo yo, atención, lo dice la Real Academia de la Lengua Española.

Respeto a quienes han querido ver en la canción el aspecto reivindicativo del feminismo del «solo sí es sí», que tanta controversia ha generado, como aquello que igualmente se hizo popular tras la aprobación de la Ley de Libertad Sexual que entró en vigor en octubre de 2022 y que muchas mujeres aplaudieron con entusiasmo: por acoger el derecho de poder «llegar a casa solas y borrachas» sin temor a ser víctima de cualquier vejación o agresión sexual.

Déjenme que les diga que, por muy diversas razones, he seguido la trayectoria de Juan Pablo II, el Papa que vino del frío. La cristiandad se sorprendió al ver a un Papa que venía de ejercer su acción pastoral en un país comunista como lo era Polonia. Creo que sus mensajes pueden ser perfectamente asumidos por la izquierda socialdemócrata y la derecha democrática. En 1994, decía en un discurso: «Las mujeres han sido minusvaloradas en su dignidad, despreciadas en sus prerrogativas y marginadas y reducidas a la esclavitud».

No sé si un mensaje como ese es menos efectivo que el de la canción. Lo que no tiene la menor duda es que el Papa de aquella época y la cantante de Nebulossa podrían ponerse de acuerdo. María Bas dice:

Si salgo sola, soy la zorra
Si me divierto, la más zorra
Si alargo y se me hace de día
Soy más zorra todavía
.

Y yo afirmo que una mujer que sale sola no es una zorra. Y que la que se divierte, no es la más zorra. De la misma forma que si se le alarga la noche y se le hace de día al llegar a su casa, no es más zorra todavía.

Y para finalizar, permítanme un punto de humor a tanta tontería

Francamente no sé por qué al llamarle zorra a una mujer se le está aplicando todos los insultos que recoge la Real Academia. No he logrado encontrar, entre los textos que he leído, ninguna referencia que justifique la propensión sexual de estos animales a acostarse con todos los zorros que se les pongan por delante. Sí he constatado, que como a sus machos, a las zorras lo que más le gustan son las gallinas.

Y llego a esta conclusión: las zorras, reivindican su derecho para ser animales libres sin que nadie les pongan límites trasnochados por su condición de ser hembras. Y en su deseo de igualarse a los machos, ellas también matan a las gallinas. Cosa lógica y natural, toda vez que de esta forma eliminan a quienes pueden hacerle la competencia en el mercado sexual que no son otras más que esos animalitos con plumas de las que siempre se ha dicho que son «más putas que las gallinas».

Así que, a partir de ahora, tras la banalidad de una mediocre canción televisiva, cualquiera puede estar exonerada de culpa por llamarle a alguien «zorra». Sería más propio llamarle «gallina».

¡Dios mío, cuanta tontería!

  1. Juan de Dios Ramírez-Heredia Montoya es abogado y periodista

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