Viaje a las entrañas de un actor desconocido

Un escribano en la Corte

Leo en El País Semanal, en un reportaje dedicado al mundo del cine, un párrafo en el que, entre otras cosas, se dice: «La vida en un rodaje consiste básicamente en esperar. Los simples mortales -actores y actrices secundarios, figurantes, miembros del equipo técnico, periodistas-… suelen hacerlo bajo condiciones a veces poco apetecibles…».

Esta viene a ser la realidad, la otra cara de la moneda del mundo del celuloide, de la farándula, del que solo conocemos la espuma, los rostros de los famosos, ellos y ellas, que aparecen siempre en pantalla, interpretan los papeles principales o a lo sumo secundarios, al tiempo que lucen palmito, ya sea de nalga prieta, pectoral en ristre o esmoquin ajustado por festivales de relumbrón.

Pero junto estos privilegiados situados en el Olimpo de la gloria profesional existen otros muchos actores, actrices que vienen a ser unos perfectos desconocidos ya que, con suerte, puede que hayan aparecido interpretando unos pequeños papeles, unos segundos en pantalla en películas, series, documentales, publicidad, pero que siguen esperando su oportunidad, unas veces por amor al arte y otras, hablemos a calzón quitado, porque hay que intentar comer caliente… Pero siguen ahí, al pie del cañón, esperando que suene el teléfono con una llamada que les ofrezca un próximo trabajo.

Conozco por razones profesionales a bastantes de ellos, a esos actores, actrices anónimos que trabajan entre decorados, bambalinas, estudios, mientras siguen caminando, con su carromato de ilusiones, en el viaje a alguna parte… Siempre recordaré a una mujer, madre de un buen amigo mío, que comenzó en la cosa de la farándula tarde, y que con sus noventa y dos años moría en un hospital estudiando el papel de un nuevo proyecto. La recordaré siempre por una frase que solía decir respecto de la profesión: «Me miman, me quieren, me llevan, me traen, y encima me pagan».

Como muestra de respeto y homenaje a todos ellos, hoy quiero acercarme, penetrar en las entrañas de la existencia de uno de esos actores desconocidos, que comenzando años ha a hacer figuración, ha llegado con el tiempo a lo que ahora se denomina técnicamente como «actor de pequeñas partes«, es decir, los que hacen pequeños papeles en películas, series, además de documentales y publicidad. El tipo en cuestión cabalga a lomos de sus más de setenta años, bien cumplidos, pero me comenta que desea seguir en la brecha, al pie del cañón, «hasta que el cuerpo aguante». Según sus palabras, le han ocurrido en la profesión desde las cosas más tristes a las más desternillantes. He aquí una muestra de algunos de sus trabajos, a los que, ya puestos, se les ha colocado un nombre a modo de títulos de crédito.

CONTRATADO POR CANTAR MUY MAL

Eso fue lo que le ocurrió al sujeto de esta historia a la hora de contratarlo para un anuncio. Cuando la directora del casting le pidió que se pusiera a cantar lo peor que pudiera, el actor empezó a darle a los gorgoritos lo peor que sabía hacerlo, que era mucho. A la segunda estrofa de «Adiós muñequita linda», parece ser que los cristales del estudio empezaron a temblar, y la directora dijo: «Este es mi hombre», y lo eligió. Era un tiempo de escasez de agua en Madrid, y su papel consistía en interpretar a un vecino que cantaba rematadamente mal en el bajo del edificio, por lo que las vecinas le tiraban cubos de agua, con las que él regaba las plantas, ahorrando un gasto a la comunidad.

CONFUNDIÉNDOLO CON UN MÉDICO

En otra ocasión estaban rodando un anuncio en una clínica que estaba especializada en hacer plantillas. La habitación donde se rodaba estaba a la entrada a la clínica, y en un descanso del rodaje entró en el despacho una paciente, al parecer confundida diciéndole: «Doctor, usted me tiene que hacer unas plantillas, las necesito, por favor. Usted tiene cara de buena persona, y seguro que no tengo que esperar mucho»… Lo cierto es que no había forma de hacerle comprender a la señora que no se trataba de un médico, sino de un actor que estaba interpretando ese papel.

PÁJAROS DE PAPEL, Y BOCADILLO PARA LA CENA

El director Emilio Aragón produjo hace años la película Pájaros de papel, en la que trabajaría el actor de marras. Me contó que le tocó vivir una escena que se le quedó grabada: a la hora de la comida, rodando en la antigua estación de Delicias, de Madrid, les dieron a toda la figuración una bolsa con dos bocadillos, y como solamente se comió uno le dijo a su compañera de rodaje, que hacía de esposa, que si quería el otro. Y ella, agradeciéndole el gesto, le dijo: «Muchas gracias, así tendré para la cena». Durante las muchas horas de rodaje le comentó entre otras cosas que tenía sesenta años, que hacía figuración para sacar un dinero extra porque le faltaban bastantes años para pagar la hipoteca.

DESNUDÁNDOSE, Y TRABAJANDO EN TAPARRABOS

En una prueba de vestuario el tocó vivir una anécdota un tanto curiosa, pero que suelen ser gajes del oficio. Lo primero que le dijo el encargado de vestuario al entrar en la sala fue: «Desnúdate, Fulano». Así, a palo seco. Y como el trabajo es el trabajo, el Fulano en cuestión se quedó en pelotas en medio minuto. Se trataba de rodar un anuncio para Movistar y los actores y figurantes tenían que aparecer durante el rodaje como hombres salvajes de las cavernas, en taparrabos, por lo que sobraban hasta los calzoncillos. Se rodaría en los parajes de la conocida como «Ciudad encantada de Cuenca», siendo destinada la publicidad a varios países de América Latina.

NACÍ EN BADAJOZ, VIVO EN MORATALAZ, SOY DE MADRID

Durante los años de Manuela Carmena como alcaldesa de Madrid se hizo una campaña de publicidad para mostrar lo abierta que resulta esta ciudad para todo el mundo. Al sujeto en cuestión le tocó vivir de lleno uno de los anuncios con este eslogan: «Nací en Badajoz, vivo en Moratalaz, soy de Madrid». Lo curioso del caso es que una vez la campaña en marcha, colocaron su imagen en carteles, vallas publicitarias por distintos lugares de la ciudad, con el correspondiente cachondeo por parte de conocidos y amigos. Concretamente en la Plaza del Callao colocaron un cartel de varios metros en el edificio de la FNAC. Allí estaba el tipo, que no levanta más de 1,60 metro de altura, convertido en un gigantón de varios metros por mor de la publicidad.

BESOS AL AIRE

El actor me cuenta que en la serie «Besos al aire», tuvo varias alegrías durante el rodaje, por varios motivos. En primer lugar, porque el texto a interpretar era muy bonito, aunque también muy triste. Y además bastante largo, con lo que fue considerado como actor de reparto, lo que significa disponer de camerino propio, comer con actores protagonistas, secundarios, cosa muy diferente de los eternos bocadillos. Tumbado en la cama, entubado, estando en las últimas, cuando el doctor (Paco León) le pregunta sobre su vida, consciente el médico del fatal desenlace que se producirá en breve, el paciente le confiesa: «Había una muchacha, pero se casó con otro. Cuarenta años viéndola en el barrio, y nunca le dije nada. Carlota. Se llamaba Carlota».

DE SACERDOTE EN LA SERIE CRÓNICA DE SUCESOS

En esta serie interpretaría el papel de un sacerdote que va a dar la extremaunción a un condenado a garrote vil. Según me deja entrever, cada vez que se pone la sotana para hacer de sacerdote le entran escalofríos, recordando el tiempo en el que él pudo llegar a ser uno de ellos si las mujeres no le hubiesen apartado del «recto camino» Se rodaba en la antigua cárcel de Segovia, y dice que el espectáculo resultaba escalofriante, pues la pena de garrote vil lleva aparejado el salvajismo más atroz. La única nota lúdica, me comenta, es que a la hora de la comida un vendedor de la ONCE, que hacía de figurante, se puso a vender cupones entre los participantes como la cosa más normal.

ENFERMO TERMINAL DE CÁNCER

Conrado Granado en silla de ruedas

Los laboratorios farmacéuticos suelen hacer documentales en los que exponen los resultados de sus investigaciones en el campo farmacológico para mostrarlos a los médicos. En una ocasión le tocó interpretar el papel de un enfermo terminal de cáncer, siendo consciente éste del tiempo de vida que le quedaba, cómo era su día a día. Vivía en una ciudad castellana donde podía desplazarse todavía en su coche para ver a los amigos, antiguos compañeros de trabajo y, por lo que observaba en silencio, alguno ya empezaba a tener los mismos síntomas que él posiblemente a causa de la empresa en la que habían trabajado juntos.

TRES NOCHES SENTADO EN UNA SILLA DE RUEDAS

Cierto día le llamaron de la agencia diciéndole: «Va a hacer usted el papel de un señor elegante sentado en una silla de ruedas, durante tres días». Y efectivamente, fueron tres, pero no días, sino noches, ya que la película se rodaba por la noche. Se trató de la película «Competencia oficial», en la que intervienen como actores principales Antonio Banderas y Penélope Cruz. Lo sentaron en una silla de ruedas, elegantemente vestido, diciéndole: «Tiene usted que aprender a manejarla, porque debe moverse con ella por el plató». Y efectivamente, al cabo de un par de horas se convirtió en un experto conductor sentado en su silla de ruedas, con el correspondiente cachondeo por parte de los compañeros de rodaje, que ya le conocían como «El Fitipaldi del plató».

ANUNCIANDO SU PROPIA MUERTE PARA LA DGT

La Dirección General de Tráfico suele hacer unas campañas muy duras para a concienciar a los conductores del cuidado que hay que tener al volante, ya que la muerte por accidente de tráfico puede acechar en cualquier momento, es cuestión de segundos. Y en uno de esos anuncios trabajó el sujeto de esta historia, que tuvo que anunciar su propia muerte, como lo hicieron otros actores a la hora del rodaje, conforme exigía el texto. Tanto me metió en el personaje –me comentaba-, que al final lloró de verdad ante la cámara, por lo que el director le felicitó en el plató.

Y ahí sigue, en el viaje a alguna parte, esperando que suene el teléfono…

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha siete libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», «Memoria Histórica. Para que no se olvide» y «Una Transición de risa». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

1 COMENTARIO

DEJA UNA RESPUESTA

Escribe un comentario
Escribe aquí tu nombre