Unicef ha solicitado mil doscientos millones de dólares a las potencias del Grupo de los siete (G7) para hacer frente al riesgo de morir a causa de emaciación grave (adelgazamiento crítico por malnutrición) que enfrentan casi ocho millones de niños menores de cinco años, y uno nuevo cada minuto, a menos que reciban alimentos y atención terapéutica inmediata, informa la IPS.

«La ayuda alimentaria es fundamental, pero no podemos salvar a los niños hambrientos con sacos de trigo. Necesitamos llegar ahora mismo con tratamiento terapéutico, antes de que sea demasiado tarde», dice Catherine Russell, directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).

Esa agencia de la ONU solicita 1200 millones de dólares a las potencias industriales del Grupo de los siete (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), cuyos líderes se reunirán del 26 al 28 de junio en Weissenhaus, Alemania, para encarar los casos más graves de emergencia alimentaria.

La creciente crisis alimentaria mundial ha provocado que en lo que va de año 260.000 niños más, o uno cada minuto, se sumen a los millones que padecen terribles niveles de malnutrición, un «polvorín potencial» en quince de los países más castigados por el hambre, según Unicef.

La emaciación es una forma de malnutrición potencialmente mortal que provoca delgadez y debilidad extremas en los niños, y aumenta sus posibilidades de morir o sufrir severas deficiencias en su crecimiento, desarrollo y capacidad de aprendizaje.

El aumento de los precios de los alimentos provocado por la guerra en Ucrania, la sequía persistente debida al cambio climático en algunos países –combinada a veces con un conflicto– y las repercusiones económicas de la COVID-19 agravan la inseguridad alimentaria y nutricional de los niños en todo el mundo, indicó Unicef.

Los quince países muy afectados por crisis de hambre y a los que Unicef espera dirigir mayores esfuerzos son Afganistán, Burkina Faso, Chad, Etiopía, Haití, Kenia, Madagascar, Malí, Níger, Nigeria, República Democrática del Congo, Somalia, Sudán, Sudán del Sur y Yemen.

Unicef estima que al menos cuarenta millones de niños padecen inseguridad nutricional grave en los quince países mencionados, lo que significa que no reciben la alimentación mínima y diversa que necesitan para crecer y desarrollarse en la primera infancia.

Además, veintiún millones de niños padecen inseguridad alimentaria grave, lo que significa que no tienen acceso a una cantidad suficiente de alimentos para satisfacer las necesidades alimentarias mínimas, lo cual les expone a un riesgo elevado de padecer emaciación grave.

Mientras, el precio de los alimentos terapéuticos listos para usar, que se utilizan para tratar la emaciación grave, se ha disparado, 16 por ciento en las últimas semanas, debido a un fuerte aumento del costo de las materias primas, lo que deja a otros seiscientos mil niños en peligro de morir sin no reciben acceso a un tratamiento que pueda salvarles la vida.

Los programas de Unicef incluyen prevención para proteger la nutrición materno-infantil entre las mujeres embarazadas y los niños pequeños, programas de detección y tratamiento tempranos para los niños con emaciación grave, y adquisición y distribución de alimentos terapéuticos listos para usar.

«Los líderes mundiales reunidos en Alemania para la cita del G7 tienen una oportunidad limitada de actuar para salvar las vidas de estos niños. No hay tiempo que perder. Esperar a que se declare la hambruna es esperar a que los niños mueran», concluyó Russell.

DEJA UNA RESPUESTA

Escribe un comentario
Escribe aquí tu nombre