Un edén para los anfibios madrileños

Tras quince años en riesgo de extinción, las albercas y pilones de Villar del Olmo son espacios de recuperación para los anfibios madrileños

Néstor Ortiz

Villar del Olmo es municipio madrileño que dispone del hábitat idóneo para la reproducción de anfibios, como el sapo partero común y el sapillo moteado común, según revela un estudio del Museo de Ciencias Naturales – CSIC que ha sido publicado en la prestigiosa revista «Herpetological Conservation and Biology».

El artículo científico, desarrollado por el grupo de investigación que dirige Íñigo Martínez-Solano, puede leerse aquí.

Albercas de sanación

Carlos Caballero-Díaz es uno de los investigadores del trabajo. Subraya la importancia de los puntos artificiales para la gestación y recuperación de anfibios. Con puntos artificiales nos referimos a albercas, pilones, abrevaderos, canteras o charcas artificiales.

El estudio destaca estos espacios como lugares donde los anfibios pueden reproducirse y persistir a lo largo del tiempo en ambientes rurales mediterráneos. Villar del Olmo destaca en esta investigación desarrollada en el sureste madrileño, como uno de los municipios más propicios para ello.

Anfibios de Villar del Olmo

El sapo partero común sobresale entre los anfibios más notables de la localidad madrileña. Este animal se encuentra en peligro de desaparición en otros puntos de la región, como es el Parque Nacional del Guadarrama. Por ello, está catalogado como «en régimen de protección especial» a nivel nacional.

«La Fuente del Quemado y las charchas artificiales del Pinar de la Pililla forman parte de nuestro patrimonio histórico y natural», señala Caballero-Díaz. El científico las considera «protagonistas imprescindibles de que la naturaleza siga funcionando correctamente en el municipio» de Villar del Olmo.

En la localidad encontramos otros encharcamientos y zonas fluviales que sirven para la cría de otras especies de anfibios, que depositan ahí sus huevos. Allí encontramos  al sapo corredor, al sapillo pintojo ibérico y al sapillo moteado común (catalogado como vulnerable en la Comunidad de Madrid). 

Charca protegida.
Charca de Villar del Olmo

Anfibios en peligro

En 2006, a raíz de un estudio del Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC, saltan las alarmas sobre el descenso de población del sapo partero. El estudio planteaba la necesidad, a causa de la proliferación de un «hongo asesino», de convertir el sureste madrileño en su último hogar.

Se ha creado, desde entonces, una red de charcas que ha logrado recuperar estas especies, convirtiendo la comarca de Las Vegas en su hábitat preferido.

Por ello, la alcaldesa de Villar del Olmo, Lucila Toledo, se encuentra orgullosa. Hace décadas que el ayuntamiento trabaja con la Comunidad de Madrid en la recuperación de estos anfibios mediante el proyecto Sapos SOS.

«Es un privilegio que estas especies puedan reproducirse y habitar los espacios naturales de Villar. Es una muestra más de que años de trabajo por conservar nuestro patrimonio natural dan sus frutos», expresa Toledo.

Sostenibilidad tradicional

La reproducción de anfibios es compatible y beneficiosa para las actividades tradicionales que se desarrollan en los puntos de agua de los pueblos. Así lo expresa el artículo de Martínez-Solano, que destaca la importancia de mantener pilones y charcas en buen estado.

Una serie de sencillas medidas, revisadas periódicamente, permiten que los anfibios completen su metamorfosis correctamente. En esta línea, es importante limpiar los pilones en épocas sin larvas, así como no molestar a los renacuajos. 

También amontonar piedras o construir rampas que permitan a los anfibios entrar y salir de los pilones. Y, obviamente, no verter residuos en las aguas ni soltar especies invasoras es esencial para mantener el frágil equilibrio que sostiene a estos anfibios.

Y es que no podemos olvidar el importante papel que los anfibios juegan en los ecosistemas.  Al ser insectívoros, son controladores naturales de plagas, lo que es fundamental para el éxito de la agricultura. También reducen la proliferación de enfermedades como la malaria, e incluso pueden ayudar a hallar la cura de algunas enfermedades.

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