Tras la cena de despedida en Estambul, en el recorrido a Efesus, subimos colinas y pasamos por bosques, hasta llegar a la Casa de la Virgen María, quien huyendo de la persecuciones en Jerusalén y después de la muerte de su hijo, llegó con el apóstol San Juan a estos parajes, donde viviría sus últimos años.

No se conocía dónde estaba su casa. En el siglo diecinueve, la monja Ana Catalina Emmerick tuvo una visión de la Virgen y del lugar donde se había refugiado. El relato se publicó y los misioneros lazaristas encontraron en 1881 ruinas de una antigua construcción.

Actualmente, el sitio de peregrinaje muestra una pequeña iglesia bizantina, con restos originales. En su interior hay imágenes de la virgen. El sitio fue proclamado «lugar santo» por el papa Pio XII y varios papas lo han visitado desde entonces. Sin embargo, la iglesia católica no se ha pronunciado sobre la autenticidad absoluta, pero la fe mueve montañas y llegar a este bello paraje y saludar a la madre de Jesús, nos entrega paz. En el muro de salida, se atan pañuelos con ruegos para la Virgen y súplicas de protección.

Éfeso luce, desde la alta colina, como la gran ciudad que fue en la antigüedad clásica. Trajinada por griegos y romanos ostentó la fama de gran puerto del Egeo. Está nominada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, y se ha conservado sin mayores saqueos ni cataclismos. La leyenda atribuye la fundación de la urbe a las Amazonas, lo cierto es que la ciudad está dedicada a la diosa Artemisa y tanto su maravillosa escultura expuesta en el museo local, como su templo, fueron objeto de adoración por siglos.

Militares famosos se hincaron frente a su magnificencia. Alejandro Magno veneró la urbe, Cleopatra la recorrió, y el emperador Adriano dejó constancia de su presencia, mientras la ciudad prosperaba durante el Imperio Romano.

La gran vía acaba en la monumental Biblioteca de Celso, un de las más grandes de la época, junto con la de Pérgamo y Alejandría. Se cree que guardó más de doce mil rollos.

Nuestro guía comenta que el filosofo Heráclito vivió en esta ciudad. Hoy, millonarios alquilan el sitio arqueológico para fiestas, ayudando al mantenimiento de esta joya arquitectónica.

Otra urbe clásica igualmente importante es Hierápolis, con un teatro en actividad y una de las ágoras mas grandes de la antigüedad, asimismo, conserva la piscina de aguas termales donde Cleopatra se bañaba. No lejos, se encuentra Pamukkale, geografía en forma de terrazas calcáreas con piscinas naturales de aguas termales. Un lugar muy extraño geológicamente, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Dejar la costa egea no es fácil, sobre todo si se está en el puerto de Kuşadasi, a la orilla del mar, probando el famoso Messe, un conjunto de platos típicos: frutos de mar, ensaladas, pescados y carnes, que el comensal puede elegir a su gusto, tomando el yogur layran, contemplando el atardecer sobre el Egeo con el perfil del castillo medieval custodiando el puerto. Aun no pude conseguir alguien que me lea la suerte en la borra del café turco, pero no hay mejor suerte que gozar esta paradisíaca visión.

Capadocia, topografía fantástica, fuerzas espirituales y viaje en globo

Turquía es un país con una geografía variada, montañosa, por eso los cultivos son en terrazas y espaciados. Capadocia está en medio de la región de Anatolia, semiárida, con formaciones rocosas extrañas producidas por la erosión del clima, en una geología única en el mundo, que ha permitido asentamientos humanos muy remotos, y está considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Mientras nos dirigimos hacia la pintoresca ciudad de Göreme, donde nos hospedaremos, nos asombramos de la orografía compuesta por una piedra calcárea llamada «toba». de color crema y maleable, el humano puede perforar y construir moradas escarbando en la roca, nuestro hotel es parte de esa arquitectura.

Al día siguiente visitamos las extrañas morfologías geológicas del Valle de Devrent, el Valle de los Monjes, y el impresionante museo al aire libre de Gõreme, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, donde se encuentran acantilados naturales que albergan iglesias y monasterios excavados durante el siglo nueve, algunas iglesias conservan sus murales y pinturas realizadas con pigmentos naturales. La iglesia Oscura, recientemente restaurada, ofrece unos murales originales bien conservados.

La población cristiana se refugió en estas cuevas trogloditas, mantenidos por la fe, a veces hostigados, otras tolerados, conviviendo con griegos y musulmanes. Al fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando se intercambiaron las poblaciones griegas y turcas, muchas cuevas fueron abandonadas, el turismo reavivó la región y hoy, las propiedades son muy caras y se usan como hoteles, otras, quedaron abandonadas en las áreas protegidas y se pueden visitar.

Este ensamble de iglesias primitivas se complementa con las ciudades subterráneas, alrededor de treinta y siete, solo algunas pueden conocerse: la Kaymakli es la más grande, la más pequeña es Ozlüce, en todas la claustrofobia ronda y los pensamientos religiosos nos atrapan.

Un turista me dice: «Impresiona pensar que esos cristianos vivieron durante siglos, del cuatro al doce, en estas moradas. Ante al mundo materialista de hoy, es enfrentarse a la profunda fe».

El paisaje tiene algo irreal y una fuerte carga espiritual. Naturaleza y hombre en pos de la «Gran Luz».

Turquía: Capadocia globos © AB
Turquía: Capadocia globos © AB

El viaje en globo por capadocia

Son las cuatro de la mañana y ya pasan por nosotros para ir a la famosa excursión en globo. ¡Toda una aventura!

Una caravana de camionetas sube la colina y van ubicándose cerca de las enormes telas de los globos aun sin inflar. Poco a poco, se acomoda la gran canasta de forma perpendicular, la gente sube por escalerillas y el motor de gas ruge inflando el globo y exhalando, como un dragón, bocanadas de fuego.

Comienza a amanecer y el aerostato inflado con su canasta llena de gente ansiosa empieza lentamente a moverse y asciende casi sin notarlo.

El cielo va poblándose de globos de colores, el sol tiñe de dorado el aire, estamos flotando en el espacio, mirando los bosques, las colinas, las extrañas rocas… ¡Volamos! Nos deslizamos por el espacio contemplando un panorama único, casi fantástico.

La extraordinaria pericia de los que conducen el aerostato permite que no choquemos entre los globos y que todos encuentren donde aterrizar.

¡Viajar por Turquía es una experiencia inolvidable!

Turquía la guerrera, la imperial, el puente y la historia, la naturaleza y el progreso, es un mágico lugar donde fe y sueños se pueden encontrar.

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