Tito Andrónico: Shakespeare en los Teatros del Canal

William Shakespeare dramatizó muchos de los reales genocidios de la historia de su país, hasta Enrique VIII. Y creó otros, producto de su fecunda imaginación, como este Tito Andrónico, que sitúa en los últimos tiempos del imperio. Nada nuevo bajo el sol. Una historia de poder, violencia y venganza sin límites. Pero lo más interesante de esta tragedia shakespeariana, está en los oscuros motivos anclados en el inconsciente de sus personajes.

Tito Andrónico, general romano, regresa victorioso a Roma tras muchos años de campañas. Además de haber perdido a seis de sus once hijos, lleva en su mochila toda una historia de muertos en batalla, asesinatos, esclavizaciones, vejaciones insoportables, como vemos en Tamora, la reina goda prisionera y sus hijos. Tito ya no es un ser humano capaz de amar o de sentir compasión o perdonar. Es un ser perturbado y atormentado, que aunque dice querer retirarse en paz, están insertos en su mente los mecanismos de la crueldad ejercida durante décadas. Ha perdido la perspectiva. Por eso esta obra de ficción que podría haber sido real es un fatum. Ninguno de sus personajes es libre. Cada uno carga con sus rencores, con la semilla del odio y la venganza.

Esa es la historia de Tamora, que de reina poderosa pasa a ser esclava traída a Roma como trofeo cargada de cadenas con sus tres hijos. Y a su llegada, como manda la tradición romana (aquí) su hijo mayor es sacrificado a los dioses en presencia de su madre y hermanos. De nada valen sus súplicas a Tito Andrónico. La semilla de la venganza está servida.

Para su desgracia Tito llega a Roma con un emperador fallecido y dos hijos que se disputan la corona imperial. Y para su desgracia, a él, que por su larga ausencia, desconoce los odios y los mecanismos de poder en las más altas esferas de la urbe, toma la decisión más equivocada, cuando le piden, (le usan de cabeza de turco) que decida quién de los hermanos Saturnino o Bassiano debe ser emperador. Y más fatum: Elige a Saturnino, quien en aparente agradecimiento dice que tomará a su hija, la bella Lavinia, por esposa, que será emperatriz. Lo que ignora Tito y quizá Saturnino (o no) es que Lavinia es la prometida de Bassiano, el otro hermano, y así lo declaran. Saturnino, que ya se había fijado en la reina prisionera, Tamora, la elige por esposa y la eleva al trono. Ahora Tamora tiene poder. Tito Andrónico y su hija han caído en desgracia. Pero hay más. Tito asesina a su hijo Mucio por defender a su hermana y los derechos al trono de Bassiano. Ay Tito Andrónico, ¿porqué viniste a Roma?  

A partir de ahí el caos. Tamora decide arruinar la vida de Tito. Ahora tiene poder para hacerlo. Y hace lo que más puede dolerle. Sus hijos asesinan a Bassiano en presencia de Lavinia, luego la violan salvajemente y le cortan la lengua y las manos. Tamora consigue que Saturnino ordene cortar una de las manos de Tito Andrónico. Su hermano e hijos continúan con la cadena imparable de venganza en los hijos de Tamora, Quirón y Demetrio que son después cocinados y servidos en la mesa imperial. Tras descubrirse lo que hay en el terrible banquete, se desencadena la matanza final, que acaba con todos. Solo sobrevive Lucio, nieto de Tito Andrónico: El nuevo emperador.

La semilla de la locura está en el protagonista desde el comienzo de la obra y está va creciendo con cada acontecimiento. Podía haber ejercido el poder de perdonar ante las súplicas de Tamora, pero no lo hace. Elige ser despiadado y sacrificar a un muchacho. Quién sabe, por lo que ha pasado Tamora desde que le arrebataron el trono y la convirtieron en esclava. De ser violada no la libra nadie. La locura, el rencor, la esperanza de poder vengarse, está en ella y en sus hijos. Saturnino es un inepto, prepotente, deseoso de demostrar para que le sirve el poder. Para ejercer la crueldad contra quien le ha hecho emperador, solo porque su hija quiere a otro, a su defenestrado hermano. Es incapaz de sentir generosidad, de bendecir la unión de su hermano con Lavinia. Por el contrario le dice a Tito: «No la necesito a ella ni a ti». 

¿Por qué todos son incapaces  de encontrar el camino de la justicia? ¿Por qué disfrutan causando dolor? ¿Cuánto dolor, rabia, deseo de violencia hay en la psique de todos ellos? ¿Es Roma, que para ser poderosa tiene que ser despiadada? ¿Lo que quiso describir Shakespeare en esta ficción fue la verdadera esencia de la genética humana? ¿La semilla del bien o del mal por la que libremente, o no, puede decidir el animal humano? ¿Es que una vez que se desata la violencia es imposible detenerla? ¿No hay nadie sensato que diga ¡basta!?

Ese es un misterio sin descifrar todavía.

Tito Andrónico está interpretada con tanto realismo que a veces hay que taparse los ojos para no ver lo que está sucediendo en escena. No es soportable.

Ficha artística:

  • Adaptación:  Nando López
  • José Vicente Moirón (Tito Andrónico) 
  • Carmen Mayordomo (Tamora) 
  • Quino Díez (Marco Andrónico) 
  • Lucía Fuengallego (Lavinia) 
  • Gabriel Moreno (Saturnino) 
  • Jorge Machín (Bassiano) 
  • Alberto Lucero (Quirón) 
  • José F. Ramos (Demetrio)
  • Dirección: Antonio Castro Guijosa.
Teresa Fernández Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

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