La sala Tres es por así decirlo donde se celebran los espectáculos «menores», a las siete de la tarde cuando a las ocho hay gran espectáculo en la sala Guirau del Teatro Fernán Gómez. He estado dos veces, las dos he salido diez minutos antes de las ocho para ir corriendo a la sala grande. No sé por tanto si duran una hora o más de una hora. Lo que sí he podido observar es que esta sala, que se encuentra en un segundo piso sótano, carece de las condiciones acústicas necesarias para celebrar conciertos.

Tenía mucho interés en el concierto de la guitarrista Antonia Jiménez y la cantaora Inma la Carbonera. Excelente concierto de cante y toque, me prometía. Me gusta mucho la guitarra flamenca de Antonia Jiménez, una de las protagonistas de mi libro «FLAMENCOS Conversaciones con artistas», me gusta su historia de esfuerzo y lucha contra el machismo del cerrado mundo flamenco, que tiene que seguir superando cada día.

Presentaba en Madrid su composición A Gaya que nació de una idea de ambas y la idea de una emoción. Una declaración de intenciones en la que «la mujer es la madre de la humanidad, madre de los hombres y mujeres de la Tierra. La Mujer madre es la voz, el cante. La Tierra y el tiempo son la guitarra. Mujer y Tierra, la evolución de ambas a través del tiempo.

Eso es A Gaya que también hace referencia a la fuerza de la mujer y la importancia de la tierra como madre. La Madre Tierra es el sustento, el útero en el que se forma la vida y el regazo donde los seres vivos completan el ciclo de su existencia y donde la mujer se realiza en lo profundo de su esencia. Un autorretrato de Antonia.

He seguido a Antonia desde hace años y sé cómo suena su guitarra. Aquí mismo, en Flamenco Madrid, hace años, en la sala Jardiel Poncela, una sala de cercanía con excelente acústica. Y en el Teatro Odeón de Nîmes. Y múltiples veces acompañando a Olga Pericet por distintos teatros de España.

Enseguida me dí cuenta de que la guitarra sonaba apagada, los matices de Antonia no resaltaban lo suficiente, faltaba en cierto modo su característico pellizco. Lo mismo la voz de Inma, aunque quizá se notaba un poco menos. No se escuchaba en toda su amplitud y sonoridad el concierto que estaban interpretando.

Pero cuando me dí cuenta por completo, fue cuando llegué a la sala Guirau, uno de los mejores auditorios de Madrid en cuanto a acústica y colocación y calidad de butacas. Había otro concierto de cante y toque, el de Antonio Reyes y Joni Jiménez con la colaboración como invitado de Juan Villar en concierto homenaje a Pansequito. Al escuchar el sonido de la guitarra y el cante, es cuando fui plenamente consciente de las carencias de la sala Tres. Me dí cuenta de cómo habrían sonado la voz de Inma la Carbonera y la guitarra de Antonia Jiménez en la sala Guirau.

Unos días más tarde volví a la sala Tres, a ver, al menos parte, del espectáculo de baile de Guadalupe Torres, Bailar en hembra, en estreno absoluto. Un espectáculo valiente y arriesgado, del que Guadalupe afirma «haberse sentido plenamente animal durante el proceso de su maternidad», proceso que refleja bella y animalmente con su danza. Acompañada por la guitarra de Francisco Vinuesa y el cante de José Manuel Fernández. Llevaron unos altavoces como equipo de sonido, que efectivamente aumentaban el volumen, con lo que las carencias acústicas se hacían más patentes.

Una lástima, porque la Sala Tres es un espacio de cercanía con el público, y el hecho de estar bajo tierra no debería influir en la condición acústica, en Madrid hay otras salas sótano con acústica excelente. No sé por qué ocurre esto, pero el resultado es el que es, y los responsables lo saben.

Me dicen que la Sala Tres lleva unos dos años en funcionamiento y que se usa cuando en la Jardiel Poncela hay otro espectáculo ajeno al festival Flamenco Madrid. Comprobado que así es, hoy por ejemplo, la cantaora Esther Merino, ganadora de Lámpara Minera de La Unión, canta en la Jardiel Poncela porque está libre.

No hace falta hacer comentarios a esta situación.

Teresa Fernández Herrera
Algunas cosas que he aprendido a lo largo de mi vida. Soy Licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, master en Psicología del Deporte por la UAM, diplomada en Empresas y Actividades Turísticas, conocedora de la Filosofía Védica. Responsable de Comunicación y Medios en Madrid de la ONG Internacional con base en India, Abrazando al Mundo. Miembro de la British Association of Freelance Writers. Certificada en Diseño de Permacultura. Trainer de Dragon Dreaming, metodología holística para el crecimiento personal, grupal y comunitario en el amor a la Tierra. Colaboradora en Periodistas-es y en las revistas Natural, Verdemente, The Ecologist para España y América Latina. Profesora de inglés avanzado.

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