«Sound of Freedom», luces y sombras de la trata infantil en una película que apoya la ultraderecha estadounidense

«Sound of Freedom», la controvertida película dirigida por Alejandro Monteverde y protagonizada por el actor ultracatólico Jim Caviezel (‘La Pasión de Cristo’, ‘La Roca’, ‘La delgada línea roja’) y Mira Sorvino (‘Poderosa Afrodita’), fue el pasado verano un fenómeno de taquilla en Estados Unidos, apoyado fundamentalmente por la derecha más conservadora e incluso complotista.

El filme cuenta también en su reparto con, entre otros, Kurt Fuller (‘Midnight in Paris’), Bill Camp (‘Joker’, ’12 años de esclavitud’) y Javier Godino (‘Ventajas de viajar en tren’, ‘El secreto de sus ojos’).

Basada en una historia real, «Sound of Freedom» narra la historia de Tim Ballard y su organización Operation Inderground Railroad (OUR), que apoyan Elon Musk, Donald Trump y la red conspiracionista QAnon.

Se trata de un exagente de la seguridad nacional estadounidense quien, en 2013, dejó su trabajo para dedicarse a luchar contra el tráfico de niños, infiltrándose en ese siniestro submundo.

Tras una década combatiendo peligrosas tramas mafiosas que raptan niños con los que comercian en redes sexuales y de tráfico de órganos, Ballard ha rescatado y salvado muchas vidas inocentes, logrando sensibilizar a algunos sectores del público acerca de esta gran lacra de nuestro mundo.

En varias ocasiones se le ha acusado de exagerar el papel que juega, de actuar como un «amateur» y de poner en peligro a la vida de las víctimas del tráfico de menores, al convertir las operaciones llevadas a cabo en auténticos espectáculos más importantes a veces que los resultados obtenidos.

(según varios artículos publicados, en distintas fechas, en Vice News, publicación digital filial de la sociedad Vice Media, que cuenta también con una cadena de información mundial que emite documentales sobre temas de actualidad, fundada en 2013 en Nueva York, Estados Unidos).

Sobre el largometraje «Sound of Freedom» han circulado distintos bulos: desde que estuvo censurado en Canadá hasta que lo ha financiado el actor Mel Gibson, o que, como desmintió un artículo del New York Times, un grupo elitista «sediento de sangre» -del que formarían parte el actor Tom Hanks, la televisiva Oprah Winfrey y el papa Francisco– participa en este tepugnante asunto, y hasta que en realidad se trata de un documental sobre una red de tráfico de niños.

Nada de esto es verdad (Mel Gibson tan solo ha participado en la promoción de la película), aunque sí es cierto que, precisamente por abordar el tema de la pederastia y el tráfico de niños con fines sexuales, entre otros, reúne todos los ingredientes para interesar a una «complosfera», en la que el protagonista, obsesionada por este tipo de cuestiones, es bien conocido.

En distintas ocasiones el actor Jim Caviezel (el Jesús de «La pasión de Cristo» de Mel Gibson), de 54 años, ha defendido en público ideas asociadas a la «conspiración QAnon», cercana y defensora acérrima del expresidente Donald Trump, cuyos cabecillas acaban de ser condenados por su participación en el asalto al Capitolio, el día en que aquel perdió la última elección presidencial; los mismos que participaron en una especie de golpe de estado interno, también contra –totum revolotum– una supuesta «organización pedosatánica dentro del aparato gubernamental» de Estados Unidos, que extrae de los cuerpos de los niños raptados una substancia llamada adrenocromo, con efectos alucinógenos y antienvejecimiento.

No se ha cumplido ninguna de las predicciones efectuadas por el cabecilla de la red, que usaba el pseudónimo Q y desapareció tras el montaje del Capitolio, tales como que Hillary Clinton había sido detenida y encarcelada o que el fiscal John Durham pretendía hacer caer la actual administración Biden.

Según ha publicado la revista Vanity Fair, el periódico de la derecha The Daily Signal publicó hace unas semanas un vídeo de Tim Ballard junto a Jim Caviezel, con el título: «El movimiento transgénero y la política de fronteras de Joe Biden ayudan y animan la esclavitud sexual de niños». Y hace solamente unos días, el expresidente Donald Trump organizó una proyección de ‘Sound of Freedom’ en su club de golf de Bedminster, en New Jersey, a la que asistieron Jim Caviezel, Tim Ballard y el actor, cantante y activista político mexicano Eduardo Verástegui.

Y, ya puestos, Tim Ballard ha acusado a la revista Rolling Stones de «servir de intermediario para los traficantes de seres humanos y los pederastas», porque el periodista Miles Klee escribió una crítica mordaz de la película, a la que tachó de ·demasiado larga, mal armada y globalmente aburrida» y en la que ve «una herramienta de potencial reclutamiento para la extrema derecha».

Volviendo a la película «Sound of Freedom», estamos ante un thriller formal carente de méritos especiales, demasiado largo y un tanto sensacionalista, sobre un tema ciertamente morboso que ensalza el ideal americano del héroe blanco salvador de los niños robados en las calles de países latinoamericanos y caribeños, en el que en ningún momento aparece la comentada teoría del complot ni tampoco se habla de política o se menciona la OUR fundada por Tim Ballard, quien al parecer ha dejado de ser miembro antes del estreno de la película, cuya producción ha pasado por distintas vicisitudes –producida de manera independiente con dinero mexicano, perdió su distribuidor cuando Disney compró la 21st Century Fox en 2019- hasta que ha sido adquirida por la sociedad Angel Studios.

Según Neal Harmon, presidente de Angel Studios –quien pretende funcionar con el modelo económico del crowdfunding- y propietario con sus hermanos de la agencia de publicidad y marketing Harmon Brothers, no hay diferencia entre la venta de un producto y «la venta de entradas de cine»; Y al parecer lleva razón porque se ha forrado con la taquilla de «Sound of Freedom» en Estados Unidos.

Hay que añadir que, tras comprar los derechos de distribución, añadió un mensaje a los créditos finales, animando a los espectadores a «sensibilizar» sobre el tráfico de niños pidiendo –¡oh curiosidad!- no que efectúen donaciones a organismos que trabajan en el mismo sentido (como por ejemplo Save the Children), sino que compren muchas «entradas de fila cero» de la película.

El actor Caviezel protagoniza también el anuncio en el que, tras considerar que los «contadores de historias»  (storytellers) contribuyen a salvar al mundo, declara antes de que en la pantalla aparezca un código QR que el espectador está invitado a copiar: «No tenemos los fondos de un gran estudio para comercializar la película, pero os tenemos a vosotros».

Para el realizador mexicano Alejandro Monteverde –quien se ha negado a participar en esos eventos- «Sound of Freedom[1]» es el fruto de una vocación, de una llamada, tras haber visto en 2017  un documental dedicado al tráfico de niños: «Después de ver el programa no podía conciliar el sueño. Yo sabía de la existencia de trata de seres humanos, pero no conocía la trata de niños con fines de explotación sexual. (…). Nunca tuve intención de hacer una película a la gloria de Tim Ballard. La hice para llamar la atención sobre el problema y la obscuridad que le rodea».

  1. A causa del puente de la Fiesta Nacional del 12 de Octubre, los estrenos de cine en Madrid –y entre ellos la película «Sound of Freedom»- se trasladan esta semana al miércoles 11 de octubre de 2023
Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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