Néstor Ortiz

«En España el suicidio es un tema tabú, pero hablar del suicidio salva vidas», nos explica José Manuel Dolader, director de la asociación La Barandilla. El 6 de junio organizan un maratón radiofónico que dedicará ocho horas a la lucha contra el suicidio.

La actividad acogerá a profesionales de la salud mental, artistas y familiares de personas que se han suicidado. También explicarán sus vivencias personas que han sobrevivido a intentos de suicidio.

La pandemia es una situación complicada para la salud mental. Dado que la gente está viviendo situaciones de miedo y angustia, La Barandilla pidió a los medios no hablar del suicidio durante la COVID-19, para reducir el volumen de malas noticias. 

No es que hablar del suicidio aumente los casos. Hablar facilita pedir ayuda, reconocer los síntomas: «enganchar a las personas a la vida», como dice Dolader.  

Por eso La Barandilla rompe a lo grande su silencio temporal, haciendo el mayor programa radiofónico sobre suicidio que se haya hecho. El 6 de junio podrás acceder al programa a través de su radio digital, para informarte de un problema que deja diez muertes al día en España.

La Barandilla tiene su Teléfono contra el suicidio 911 385 385 activo de 9 a 21 horas. En él, profesionales de la salud mental atienden gratuitamente a personas con pensamientos suicidas y a sus familiares. 

Romper el tabú

La Barandilla lleva cinco años hablando de la prevención del suicidio y de su duelo. La asociación trabaja contra la estigmatización de la salud mental y por la integración socio-económica de las personas con discapacidad. Sus objetivos son amplios, pero sus ejes principales son la depresión y el suicidio.

Principalmente, la entidad la componen profesionales de la salud mental, supervivientes del suicidio y familiares de quienes han consumado el suicidio. Todos ellos piden romper con el tabú.

Hace un par de años los medios evitaban hablar del suicidio: «es como si hace tres décadas no se hablase del SIDA. O sí hace diez años se dejase de hablar de la violencia de género, por si informar del tema lo empeorase», explica José Manuel.

Nada más lejos de la realidad. Cada vez que La Barandilla hace una campaña en medios, aumentan las llamadas a su Teléfono Contra el Suicidio. Cada llamada es una persona que puede encontrar un motivo para vivir «porque, antes de perder la vida, la gente intenta buscar una solución», explica Dolader.

Médicos, terapeutas, trabajadores sociales, asociaciones… Hay muchos recursos para recobrar la esperanza, una vez se han perdido las ganas de seguir resistiendo. Porque «las personas que se suicidan no lo hacen porque quieran morir, sino porque quieren dejar de sufrir», nos explica José Manuel.

Difundir la voz de la esperanza

Quebrar los tabúes en torno al suicidio no es sencillo para la sociedad española. No dejamos de ser un país católico. Hasta 1983 no se podía enterrar a las personas suicidas en campo santo. Esta herencia religiosa pesa en nuestra cultura, y mantenerlo como un estigma. un tabú del que se evita hablar.

Sin hablar sobre el suicidio, la gente no aprenderá a gestionarlo. Quién tenga un caso cerca no verá las señales para reconocerlo. Y las personas suicidas tampoco podrán pedir ayuda. El silencio simplemente perjudica.

Para difundir y financiar su lucha contra este silencio, la Barandilla organiza sus divertidas Galas «Viva la vida». Este año tuvieron que cancelar su tercera edición por la pandemia. Esperan no tener que cancelar también la tercera edición de su otra actividad anual: su carrera contra el suicidio. 

Maratón contra el suicidio

Por eso, La Barandilla se adapta sacando esta maratón radiofónica del día 6 de junio. En ella reúnen a profesionales de la salud mental como Celso Arango (Asociación Española de Psiquiatría), Marta Presa (H. M. Gómez Ulla) y Néstor Szerman (H. U. Gregorio Marañón). A su explicación de la enfermedad y su tratamiento se sumarán grandes profesionales de Argentina, Colombia y Panamá.

Supervivientes del suicidio expresarán hasta qué punto se puede llegar a amar la vida aún después de desear perderla. Además, los familiares de quienes consumaron el suicidio relatarán su vivencia del duelo. Todo ello irá intercalado con música (Sal 150, Nano Cohnen), recetas de cocina (Juan Pozuelo) y mucho humor. 

Teléfono contra el suicidio

El Teléfono contra el suicidio no juzga a nadie. Al otro lado tenemos catorce profesionales, expertos en suicidio. Son especialistas en enganchar a la vida, aportando motivos que parecen invisibles. 

A quien llama, primero le escuchan. Luego le preguntan cuales son sus problemas, su visión, sus sentimientos. No van a juzgar ni a rebatir, y mucho menos quitar importancia a los problemas. 

Cada persona es única, sus problemas son singulares e importantes, y sobre todo complejos. «Nadie se suicida por una sola causa determinada. El suicidio es multicausal», nos explica Dolader. 

Problemas amorosos y familiares; laborales y económicos; acoso, conflictos sociales de todo tipo. Toda persona vive alguno de estos problemas a lo largo de su vida. La cuestión está en vivirlos en tal intensidad que una persona sea incapaz de gestionar la situación. 

Entonces la depresión llama a la puerta, y con ella empieza a susurrar el suicidio. Te encierras en ti, creyendo que nadie te apoya. Pero muchas veces, no sabes hasta qué punto te necesita tu entorno. Te sientes una carga, un estorbo, un problema. Pero no lo eres, porque al final, todos somos necesarios.

Muchas veces, es en otros donde se termina encontrando el motivo para vivir. Hijos, padres, amigos, mascotas; incluso proyectos, esperanzas y sueños incumplidos. Hay muchos motivos para seguir: porque siempre hay alguien en quien dejamos huella. 

El duelo tras el suicidio

La huella que dejan estas personas es tal que su muerte inicia un duelo muy complicado. Quienes quedan suelen preguntarse qué han hecho para que se suiciden, y sobre todo, qué no han hecho para evitar que lo hagan. Es un duelo doloroso, cargado de culpa y de estigma.

Quienes viven en torno a las personas que viven este duelo (su familia, amigos, vecinos) no siempre saben tratar el tema. En lugar de naturalizarlo, muchas veces intentan indagar en los motivos, que siempre son múltiples e inciertos. Las familias se sienten culpables de una situación de la que no son responsables. 

El Teléfono Contra el Suicidio también está disponible para quienes intuyen que otra persona se quiere suicidar. Les darán apoyo y pautas para resolver la situación.

Suicidio y pandemia

Durante la pandemia se redujeron las llamadas al Teléfono. Al estar en casa, la gente tenía más tiempo para hablar y podía tratar sus problemas. Sin embargo, en los últimos quince días, las llamadas han vuelto a aumentar.

La pandemia deja situaciones muy duras. Todas las organizaciones de la salud ya habla de que es necesario prestar atención al inevitable repunte de las enfermedades mentales. 

Muchas personas que no han podido enterrar a sus familiares, o que han vivido el duelo en soledad, viven cuadros depresivos que hay que vigilar. Quienes ya contaban con cuadros psicológicos complejos, no están recibiendo la asistencia que tenían, y también están en una situación delicada.

Lo mismo les ocurre a los profesionales sanitarios y de los centros geriátricos, que han visto cómo morían sistemáticamente las personas a las que cuidaban. Todo mientras sufrían el estrés adicional de la inseguridad, el miedo y las malas condiciones frente a la COVID-19. 

Además, han sido objeto del linchamiento mediático, especialmente los trabajadores de residencias. Ambos grupos de profesionales empiezan a dar muestras generalizadas de estrés postraumático. 

La situación económica y la emergencia alimentaria son otros factores de riesgo. La anterior crisis sanitaria ya dejó un notable aumento de suicidios y depresiones. La de ahora no solo es más grande, sino que se envuelve en circunstancias de miedo y encierro que la agravan.

Plan Nacional contra el suicidio

En el año 2018, la cantidad de suicidios en España desciende. Baleares, con un treinta por ciento menos, es la comunidad en que más decrecen. Se debió a que el  gobierno autonómico puso en marcha un Plan contra el suicidio. Las seis únicas comunidades en que las cifras empeoraron ese año carecían de Planes contra el suicidio. 

Recordemos que diez personas se suicidan cada día en España. Al año, esta enfermedad acaba con 3650 personas: rostros anónimos que podríamos ser cualquiera de nosotros en una mala racha. Y el dolor social del suicidio es aún más intenso: 3650 familias, 3650 grupos de amigos, 3650 vecinos y otros tantos compañeros de trabajo. Todos quedan viviendo un extraño duelo, en el que se preguntan si podrían haber hecho algo.

El gobierno quizás podría hacerlo: un Plan Nacional Contra el Suicidio. Estos planes consisten en formar a sanitarios, equipos de emergencia y fuerzas de seguridad en el tratamiento y la detección del suicidio. Ante ciertas evidencias, deben de hacer una serie de preguntas que facilitan la intervención y la recuperación.

Es cierto que el suicidio cero no existe. Sin embargo, en la mayoría de ocasiones se puede resolver la situación: «Lo más importante es hablar, porque así podrán recibir ayudas», concluye Dolader.

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