Rocío Márquez abrió los cantes en esta Suma Flamenca dedicada al recuerdo del músico, cantaor, compositor y poeta Enrique Morente, de cuya pérdida se cumplen diez años el domingo 13 de diciembre 2020. Ella es puro legado morentiano, artista de una categoría que supera cualquier clasificación, virtuosa en su versatilidad, caminante de un camino que abrió el maestro.
Rocío le dedicó palabras emocionadas de reconocimiento, porque se siente heredera del amplio abanico de posibilidades que abrió Enrique al desarrollo del flamenco.
Rocío Márquez me dijo hace tiempo que, cuando ganó la Lámpara Minera en 2008 en el concurso del Cante de las Minas de la Unión, se dio cuenta de que ese era un punto de inflexión en su carrera, que no podía quedarse en lo que estaba hasta entonces, que para seguir cantando tenía que abrirse a otros caminos aunque eso le costara apoyos anteriores. Fue para ella un año de reflexión. Ya conocemos su trayectoria desde entonces hasta hoy. No sé si entonces, en algún momento, pensó en Morente. Pero su decisión la ha convertido en su más directo referente.
El 2 de diciembre 2020, en la Sala Verde de los Teatros del Canal, en estreno absoluto, ofreció Pinceladas, un concierto íntimo, al estilo de Granada, acompañada por una maravillosa guitarra de Miguel Ángel Cortés y el arte y compás de Los Mellis. Muy a su estilo, Rocío quiso retar a los espectadores a darse cuenta de los guiños a Morente a través de sus pinceladas..
Llenó la escena desde su entrada. Ella sabe vestirse para cada ocasión y fue con un elegante traje negro de cuero fino y zapatos personalizados, en negro y fucsia. Domina el arte escénico y conoce como el que más los cantes de raíz y de ahí parte su personalísima interpretación del flamenco. Consigue sonar diferente en cada concierto, como la estudiosa que sigue indagando en las posibilidades de sus registros tímbricos, siempre depurando su técnica vocal. En fin, conocidas son las calidades y cualidades del cante de Rocío. Por decirlo de otra forma su heterodoxia está integrada en la ortodoxia. Algo así hizo Morente.
Dijo de su voz en una ocasión Pedro G. Romero, su asesor artístico en «Firmamento», que ese brillo prístino de la voz no puede ser sino polvo estelar, fruto de algunos metales raros convertidos en finos hilos vocales.
Empezó por guajiras, una vez más su voz a momentos sonó lírica, dejó sin respiración al personal con esa manera suya de medir, respirar y alargar al extremo el quejío. Recordó conciertos pasados en otras Sumas, uno que no podía faltar, pues fue el inicio de su revolución con aquel Niño por los campos marcheneros de 2015 acompañada por la guitarra por Pepe Habichuela.
Una granaína en la que sonaron igual de fuerte y jondo los sonidos como los silencios. Y siguió por mirabrás con las Mañanitas de San Juan y otros tercios. Llegó el momento morentiano de poesía culta y ella cantó a Miguel Hernández en la elegía al amigo muerto, a Ramón Sijé, compañero del alma, compañero, así como la mil veces versionada Andaluces de Jaén, dos pinceladas del maestro Morente. Con unos finales interminables en picao para ponerte el alma en duelo. Y Miguel Ángel Cortés sacando gemidos a las seis cuerdas. Un recitado cantado de un poema de su largo universo poético, pasando con tal naturalidad de lo recitado a lo cantado, sin uniones.
Los Caracoles de don Antonio Chacón, ¡cómo relucen! Pincelada de Enrique Morente y Pepe Habichuela, con agudos que escapan a la atmósfera terrestre. Y luego trajo a escena de su álbum «Firmamento» el guiño al maestro: Si yo encontrara la estrella que me guiara/ yo la metería muy dentro de mi pecho y la venerara/ si encontrara la estrella que en el camino me alumbrara…
Tangos, de aquí, de Granada, y de allí, como el de Astor Piazzola, mil veces versionado por decenas de flamencos, Chiquilín de Bachín, el primero Enrique Morente. Luego todos los demás.
Casi al final cantó de su álbum «Visto en El Jueves» el cuplé por bulerías Me embrujaste y Se nos rompió el amor, de Rocío a Rocío, de una grande a la más grande.