Home Madrid Residencia Vitalia de Leganés: «No nos dejaron derivar enfermos a los hospitales»

Residencia Vitalia de Leganés: «No nos dejaron derivar enfermos a los hospitales»

Un voluntario en la residencia Vitalia de Leganés cuenta su experiencia de las primeras semanas de la Pandemia

Vitalia Leganés, Guillermo Fernández con mascarilla

Guillermo Fernández tiene veintiún años. Quiere ser bombero y para ello estudia desde hace tres el grado de Emergencias y Protección Civil. A finales de marzo de 2020 vivió la dura experiencia de trabajar voluntariamente en la residencia Vitalia de Leganés, donde tuvo que desenvolverse en los días más duros de la pandemia de la COVID-19 entre enfermos y cadáveres ante una enfermedad desconocida.

Francis Fernández: ¿Cómo llegaste a entrar en aquellos momentos en las residencias?

Guillermo Fernández: El aviso me llegó de una profesora de mi instituto Claudio Galeno (Grado en Emergencias y Protección Civil) al cual pidieron ayuda, ya que estaban saturados por la covid. Dos compañeros y yo nos apuntamos sin dudarlo ya que sería la primera vez que estaríamos involucrados en una emergencia real, y del nivel de una pandemia. Así que fuimos a ayudar en todo lo que fuese posible y demostrarnos a nosotros mismos, nuestra vocación por la ayuda ciudadana.

FF: ¿En qué fechas os llevaron a la residencia Vitalia?

GF: No recuerdo exactamente cuál fue nuestro primer día, pero si recuerdo lo que vi y sentí; sería a finales de marzo.

FF: ¿Cuál era el trabajo que os encomendaron?

GF: Hacíamos de todo, ya que tenían aproximadamente tres cuartos de la plantilla de baja. En mi planta había solo cuatro personas que trabajasen allí prepandemia, el resto de los trabajadores eran nuevas incorporaciones, tres o cuatro personas aproximadamente, y tres voluntarios.

En la otra planta lo mismo pero solo había uno de nosotros, mi compañero Yilson; Nacho y yo compartimos planta pero no pasillo.

Nos dedicamos sobre todo a llevar el seguimiento de los residentes como temperatura, síntomas… y a las tareas habituales de un auxiliar de geriatría.

FF: ¿Qué información os dieron para ese trabajo?

GF: La información era escasa, poco se sabía del virus por aquel entonces; conocíamos la situación del centro, personal de baja y brote de covid.

Los protocolos de seguridad ante el virus eran muy pocos y apenas disponíamos de epis, los cuales eran una mascarilla quirúrgica; que para el final del voluntariado añadirían una FFP2 debajo, un par de guantes de látex y dos monos blancos de cuerpo entero por planta, que solo eran utilizados en las habitaciones de residentes en cuarentena.

FF: ¿Qué información teníais de lo que estaba pasando?

GF: Nosotros en ese aspecto nunca tuvimos información privilegiada, sabíamos lo que todo el mundo sabía.

FF: ¿Qué os encontrasteis en las habitaciones?

GF: En las habitaciones no había nada extraño ni encontramos nada fuera de lugar, solo estaban los residentes a los que no se les permitía salir de las habitaciones.

FF: ¿Cuántos ancianos muertos pudisteis ver?

GF: Por suerte no vimos todos los que fallecieron, ya que los acumulaban en la morgue; pero cada día veías alguno o te tocaba encontrarte con un fallecido en su cama. La media sería de cuatro a cinco fallecimientos por día.

Vitalia Leganés, Guillermo Fernádez con mono
Vitalia Leganés, Guillermo Fernádez con mono

FF: ¿En qué situación estaban los ancianos?

GF: Los ancianos se encontraban confinados en sus habitaciones, sin poder salir. Algunos ancianos se negaban a colaborar con los protocolos de seguridad contra el virus, negacionistas los hay de todas las edades… Aunque la mayoría colaboraban y ayudaban en lo posible.

Una de las cosas que me sorprendió fue que no se permitía el contacto con los familiares, solo se les informaba por teléfono o los que tenían suerte de disponer de teléfono propio podían llamarles.

Yo esta última «norma» me la salte, ayudando mediante redes sociales a contactar a los familiares con los residentes a través de mi teléfono personal por videollamada. Me acabaron pillando y fue algo que no gustó a los directores del centro.

Otra sorpresa fue cuando, confundido por la cantidad de muertes que veía, pregunte cuál era la razón por la que no podíamos enviar a los enfermos al hospital; la respuesta fue sencilla: No nos dejan derivar a hospital a los enfermos, están saturados. Lógicamente esa decisión venía de mucho más arriba.

FF: ¿A quien informabais de lo que veíais?

GF: No se informaba a ningún superior, manejábamos la situación entre los trabajadores.

FF: ¿Tuvisteis algún contacto con los responsables del centro? ¿Qué os dijeron?

GF: Al entrar y al finalizar el voluntariado. En ambas situaciones se mostraron muy agradecidas por nuestra ayuda pero no hablamos sobre otros temas en especial.

FF: ¿Y con los familiares de los ancianos? ¿Qué os dijeron?

GF: Solo conseguí contactar con unos pocos, pero sobre lo que yo les informaba, lo pasaban por un grupo de whatsapp que tenían. Estaban preocupados y se quejaban de lo desinformados que estaban.

FF: ¿Cuándo se decidió dar por terminada vuestra intervención?

GF: Con la entrada de la UME a la residencia para tomar el control y llevar a cabo tareas de desinfección

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