La reapertura el lunes 26 de septiembre 2922 de la frontera entre Colombia y Venezuela, cerrada desde febrero de 2019, y el encuentro de sus presidentes Gustavo Petro y Nicolás Maduro, revive la que fue una intensa aunque conflictiva relación bilateral y brinda una nueva oportunidad a la integración de los países andinos, informa Humberto Márquez (IPS) desde Caracas.

La nueva etapa en la vida de los vecinos «es posible por el triunfo de Petro –elegido el 19 de junio y presidente desde el 7 de agosto 2022-, sus políticas y su estilo», dijo a IPS Pável Rondón, quien fue vicecanciller y embajador de Venezuela en Colombia durante el gobierno del fallecido presidente Hugo Chávez (1999-2013).

Desde que era candidato, el izquierdista Petro dejó en claro que revertiría la decisión de su predecesor, el derechista Iván Duque (2018-2022), quien desconoció a Maduro y consideró «presidente legítimo» de Venezuela al dirigente opositor Juan Guaidó.

La ruptura política fue seguida de un cierre de la extensa frontera terrestre de 2219 kilómetros, de las conexiones aéreas, y del abatimiento del comercio bilateral, que pasó de un pico de siete mil millones de dólares en 2008 a menos de cuatrocientos millones en 2021.

Los problemas se multiplicaron, con la presencia de guerrillas colombianas en Venezuela; el éxodo a Colombia, por senderos informales, de cientos de miles de venezolanos; el auge de delitos en la frontera; la crispación entre los respectivos mandos civiles y militares, y los choques diplomáticos constantes.

Por ello, «junto a la reanudación de relaciones como hecho político, en la agenda destaca la reapertura de la frontera, pues en las zonas a uno y otro lado de esa línea de paso para personas y mercaderías hay doce millones de habitantes, y en el pasado los gobiernos identificaron allí hasta setenta temas de interés común», dijo Rondón.

En el plano político destacó la velocidad con la que Petro desconoció a Guaidó y reconoció a Maduro, el rápido intercambio de embajadores, reuniones de ministros, y el papel asignado a Venezuela de facilitador de los diálogos de paz en La Habana entre el nuevo gobierno colombiano y la guerrilla Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Sin embargo, la recuperación de toda la relación bilateral «es un proceso largo, de años, y Colombia deberá hacer hincapié en la recuperación de la democracia en Venezuela», observó a IPS Doris Ramírez Leyton, profesora de relaciones internacionales en la bogotana Universidad Jorge Tadeo Lozano.

También el politólogo colombiano Fernando Posada dijo a IPS que la movida diplomática de Petro «fue el reconocimiento de que el aislamiento a Maduro, practicado en años anteriores con Guaidó como presidente simbólico, fue un experimento ineficaz para sacar a Maduro del poder».

«En resumidas cuentas, hay que sostener una relación diplomática con el gobierno que mantiene el control del país vecino, el más importante y estratégico para Colombia en la región», afirmó Posada.

Regresa la integración

El 29 de agosto 2022 se reunieron en Lima los presidentes de la Comunidad Andina (CAN): Luis Arce (Bolivia), Petro (Colombia), Guillermo Lasso (Ecuador) y Pedro Castillo (Perú), y allí el mandatario colombiano planteó la necesidad de que regresen al grupo Chile y Venezuela, e incluso que se agregue Argentina como nuevo socio.

«Debemos ser más poderosos, juntar más voces, volver al primer escenario de la CAN, cuando ellos (Chile se retiró en 1976 y Venezuela en 2006) integraban este instrumento. Si Argentina se acerca, mejor; entre más voces juntemos, pongamos de acuerdo e integremos, mejor», dijo Petro.

El 13 de septiembre, en un foro del banco de desarrollo de América Latina (CAF), la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, anunció el retorno a la CAN y dijo que «la reapertura de las relaciones con Colombia es la oportunidad de retomar este mecanismo de integración a través de un acuerdo mutuamente ventajoso».

La CAN reúne 114 millones de habitantes, con un producto interno bruto anual de 580.000 millones de dólares, una deuda externa de 300.000 millones, y exportaciones por 136.400 millones de dólares en 2021, de los que solo 8667 millones se dirigieron a los otros países de la subregión.

Ese volumen se incrementaría con el regreso de Venezuela, pues los exportadores colombianos se frotan las manos ante la perspectiva de facturar más de mil millones de dólares a clientes venezolanos este año y al menos quintuplicar la cifra para cuando Petro concluya su mandato en 2026.

En 2021 Colombia hizo ventas a Venezuela por 330 millones de dólares, principalmente azúcar, sacarosa, confitería, medicamentos, textiles y calzados; y Venezuela, por apenas sesenta millones de dólares, colocó metanol, alambrón de hierro, perióxido de hidrógeno, camarones congelados, sacos y talegas.

Históricamente los intercambios entre Colombia y Venezuela fueron el motor de la integración comercial andina y su frontera la más viva de la subregión.

Los exportadores colombianos «recibieron un golpe muy duro cuando de la noche a la mañana en 2006 Venezuela equivocadamente abandonó la CAN y se dirigió al Mercosur (Mercado Común del Sur, de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay)», dijo a IPS Eduardo Porcarelli, exnegociador venezolano ante la CAN y Mercosur.

Venezuela «no puede ser al mismo tiempo miembro de la CAN y Mercosur –que además suspendió su participación en reuniones decisorias- porque tienen estructuras arancelarias e institucionales distintas», señaló Porcarelli.

Además, su regreso al sistema comercial e institucional andino «tampoco se hace de la noche a la mañana, y en el caso de Perú y Colombia se trata de socios que hace más de quince años pactaron acuerdos comerciales con Estados Unidos y luego integraron con México y Chile la Alianza del Pacífico», agregó el experto.

Por ello, Porcarelli afirma que el regreso venezolano a la CAN, de la mano de la nueva relación entre Caracas y Bogotá, puede verse más bien como respaldo político a los esfuerzos emprendidos una y otra vez –y en ocasiones dejados a mitad de camino- por la integración en el subcontinente.

Política vistosa

En lo que va de siglo Bogotá y Caracas confrontaron duramente, hubo amenazas militares, y se rompieron relaciones para reanudarse luego de modo tirante, durante las presidencias de Chávez y Maduro en Venezuela y de Andrés Pastrana, Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque en Colombia.

Los analistas consultados coinciden en que la nueva relación ayuda a Maduro a sortear el relativo aislamiento en que lo colocó su distanciamiento con Washington y los aliados de ese gobierno a uno y otro lado del Atlántico, lo que explicaría que pise el acelerador para recomponer las relaciones con el país vecino.

También representaría una prueba de equilibrista para Petro, siendo Venezuela clave para animar al sector privado exportador colombiano, para proveerse de gas a medida que aplique su propuesta de no perforar más pozos, y para la negociación con el ELN en camino a cumplir su oferta de un país en paz.

Pero también Petro será colocado ante la evidencia de que se relaciona con un vecino asaeteado desde instancias internacionales, del hemisferio y de Naciones Unidas, con acusaciones de violar derechos humanos y de bloquear diálogo y soluciones ante una crisis política que lastra al país desde hace más de veinte años.

Un detalle no menor es que en Colombia viven 2,5 millones de los 6,8 millones de venezolanos que emigraron en la última década huyendo de un país en crisis.

De cualquier modo, el primer vuelo comercial directo entre Caracas y Bogotá al cabo de tres años y medio, y la remoción de pesados contenedores y barreras que bloquean los puentes fronterizos, marcarán el día 26 el renacimiento de una relación política y, quizás, de otro esfuerzo de integración regional.

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