El presidente ruso Vladimir Putin ha asegurado que su país ha sido el primero en registrar una vacuna contra la COVID-19 tan solo dos meses después de haberse iniciado las primeras pruebas en humanos.
Lo que pudiera ser en un momento dado una alegría para la comunidad médica y científica, ha resultado ser una controvertida situación, dado que no existe una transparencia adecuada a la hora de sacar adelante esta vacuna. Tanto la velocidad de los ensayos como la nula publicación de los efectos de esta en ninguna revista científica, ha hecho que sea una controvertida noticia.
La vacuna, cuyo nombre es Gam-Covid-Vac Lio, es una combinación de dos adenovirus, denominados Ad5 y Ad6, que han sido expresamente diseñados con el gen del coronavirus.
A pesar de la negativa de la asociación de organizaciones de investigación clínica de Rusia, de la que son miembros varias empresas farmacéuticas, y tras sugerir que debe esperarse a la fase III para lanzarla al mercado para inocular el virus en la población rusa, Putin asegura que están y van a seguir estando a la cabeza de ganar la carrera mundial contra el coronavirus, que actualmente lidera la Universidad de Oxford y la firma estadounidense Moderna.
El mandatario, que asegura que ha sido administrada a una de sus hijas, dice que sabe que «funciona bien, crea una inmunidad fuerte y ha pasado todos los controles necesarios, además, espero que el país empezará pronto a producir la vacuna en masa».
Por otro lado, la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha recibido con cierta cautela la información y considera que acelerar los procesos no significa poner en compromiso la seguridad ni apostar por ello y la entidad continúa analizando los progresos de las otras vacunas, (un total de 167) que actualmente se están barajando aún a modo experimental en el mundo científico contra la COVID-19.