La dinámica de una brillante campaña electoral de la Unión Popular en torno a la candidatura de Jean Luc Melenchon, ha conseguido atraer a lo largo de las últimas semanas, a todos aquellos que en Francia se consideran de izquierdas y creen en una posible victoria en las urnas en la primera vuelta de las elecciones a la presidencia de Francia, que se celebra este 10 de abril de 2022.
Una falsa idea difundida por los medios informativos dominantes es la de calificar a Melenchon y la Unión Popular como un movimiento de «extrema izquierda», para mejor denigrarlo o descalificarlo.
La extrema izquierda, cuya lucha es muy respetable y bienvenida en todos los movimientos sociales y sindicales en defensa de los trabajadores, nunca se ha planteado el acceso al poder por la vía electoral. Todos esos ‘editocratas’ hacedores de opinión, que han estudiado ciencias políticas, deberían saberlo y lo saben, pero prefieren la confusión, la mentira y la amalgama al análisis lúcido y a la verdad.
Como lo hizo Salvador Allende en el Chile de 1973, Melenchon, Francia Insumisa y la Unión Popular proponen en 2022 un programa serio y cifrado de alternativa al neoliberalismo mundialista que puede hacerse realidad pacíficamente a través del voto popular. En Francia se está jugando hoy el porvenir de Europa.
Si la participación electoral es importante los muy orientados sondeos de opinión que dan ganador al monarca Macron podrían verse seriamente desmentidos. Durante meses los medios informativos dominantes, televisión pública y privada, como las cadenas de desinformación continua, nos han asegurado que el duelo Le Pen/Macron era inevitable.
Sin embargo, después de haber favorecido el «agiornamento» del movimiento fascista descafeinado de Le Pen, los aprendices de brujo parece que no estaban muy seguros del resultado. En consecuencia, los mismos oligarcas multimillonarios que crearon el candidato Macron, han creado en esta ocasión el espantapájaros Eric Zemmour, más fascista todavía que Le Pen. El multimillonario Vincent Bolloré y su poderoso grupo (Canal plus, Cnews, C8, Europe 1, JDD, Paris Match) han financiado la campaña de Zemmour, quien aparece como el racista útil a la reelección de Macron, al dividir por dos el electorado de Le Pen.
Los sondeos de opinión, cuyas muestras no tienen en cuenta el nivel de participación electoral, parecen mostrar con el paso de los días que Melenchon y la Unión Popular están en condiciones de poder calificarse para la segunda vuelta, si se tienen en cuenta los famosos «márgenes de error», que desmienten a menudo sus resultados muy manipulados.
En todo caso el éxito evidente de la campaña electoral de Melenchon y la Unión Popular se debe a mi entender a dos elementos esenciales:
- Los dirigentes del Partido Socialista francés han traicionado y abandonado las ideas generosas del socialismo. Strauss Kahn, Valls, Hollande, Fabius, Chevenement y todos los dirigentes del PS que se han vendido por un plato de lentejas ministerial al derechista Macron, han mostrado que ya no representan la izquierda sino una nueva derecha neoliberal. La candidatura de Anne Hidalgo se ha centrado en denigrar a Melenchon y la Unión Popular de forma indigna.
Lo que queda de verdadera izquierda en el PSF, como la corriente de Gerard Filoche, ya ha llamado a votar Melenchon. En cuanto a los electores de izquierdas en el PS, pienso que han sabido y sabrán reconocer el programa de izquierdas que es «el futuro en común». - La corriente ecologista, que representa electoralmente el centroderechista Yannick Jadot, ha caído en la misma trampa que Anne Hidalgo, centrando su campaña en denigrar a Melenchon personalmente, sin hablar ni responder a su programa, que incluye en esta ocasión, junto a su contenido social, toda una vertiente verde en su capítulo sobre la bifurcación ecológica.
Los intereses partidistas de Jadot, centroderechista fiel a la Europa de Maastrich, han predominado sobre las convicciones ecológicas, si acaso le queda alguna.
En consecuencia, los ecologistas de izquierdas, la corriente ecologista radical en Francia. Llama hoy a votar Unión Popular con Melenchon. Se confirma así a mi juicio que la ecología sin la lucha de clases, es como una lección de jardinería para gente adinerada.
Idéntico error ha cometido el candidato comunista Fabien Roussel, más preocupado por su micropartido que por hacer ganar a la izquierda en la elección presidencial. Resultado: buena parte de dirigentes y sindicalistas comunistas anuncian que votarán Melenchon.
La jubilación a los sesenta años, el salario mínimo de 1400 euros netos, reconstrucción del hospital público y de todos los servicios públicos desmantelados y en vías de privatización, bloqueo de precios y del alza provocada por la especulación, bifurcación ecológica y contra los lobbys de la industria química que nos envenenan con sus pesticidas, una sexta república parlamentaria frente a la deriva autoritaria de Macron y de la actual Constitución, política de no alineamiento entre la OTAN y la inadmisible agresión rusa en Ucrania…. No voy a resumir aquí el programa exhaustivo de la Unión Popular, pero tienen ahí un buen puñado de razones para votar por Melenchon y la Unión Popular.
Insisto: Única alternativa electoral de izquierdas a la codicia económica neoliberal y a la xenofobia de la extrema derecha.
Como les dije un día a mis nietos que me preguntaban por quién iba a votar, les diré que yo voto por un programa, «El futuro en común», y no por una persona, aun si ese programa lo encarna un candidato en el perverso dispositivo electoral de esta quinta república. Este septuagenario cronista que escribe desde Francia en total libertad, al menos por ahora, votará pues por Jean Luc Melenchon, quien ha probado además ser un excelente y carismático líder de la Unión Popular.
Mi esperanza es que mis nietos vean ese mundo mejor y que el voto popular nos liberé de Macron, candidato de las multinacionales y de los oligarcas que se enriquecen con las guerras, las pandemias y la miseria humana.