Muchas veces se ha criticado a Amancio Prada porque en sus discos incluye pocos poemas de su autoría. En sus cuarenta álbumes publicados a lo largo de su carrera, hay de vez en cuando alguna presencia, como «Canción de amor Nº 2» y «Labregos» (en »Vida e morte»), «Sopla una brisa desnuda» (en «Escrito está») o «Esta tarde» (en «Canciones de amor y celda»). Y poco más.
Ahora, el cantante de El Bierzo ha querido celebrar sus cincuenta años en el mundo de la música con un disco en el que son suyas las letras de todas las canciones (excepto el poema «Vida e morte» de Darío Xohan Cabana).
Son catorce temas, cuatro de ellos inéditos, agrupados bajo el título «Prada Prada Amancio», un trabajo en el que muestra su faceta más personal ya sugerida desde el título, que recoge por primera vez sus dos apellidos. Poemas a los que viste con una música sencilla y que arropa con su voz, que después de todos esos años mantiene toda su calidez y esplendor.
En esta ocasión la arropan guitarra, violonchelo, mandola, acordeón, flauta y clarinete, interpretados por Rafael Domínguez, Josete Ordóñez, Cuco Pérez, Sergio Bienzobas y Adriana Taunus, a los que se une en algunos temas el coro del Liceo Francés de Madrid.
Como en sus últimos trabajos, el disco está editado en formato libro-CD diseñado por Juan Carlos Mestre, en el que se incluyen fotografías de todas las etapas de su vida, incluso de la infancia con sus padres, y poemas en gallego y castellano, los idiomas que viene utilizando desde sus orígenes.
Tengo escrito que pocos compositores como Amancio Prada han conseguido una comunión tan perfecta entre su música y las letras de los poemas que canta. Siempre me ha dado la impresión de que es como el alma que andan buscando los poemas y que al fin encuentran en sus composiciones.
Lo viene haciendo desde sus orígenes, aquel «Vida e morte» que incluía una gavilla de poesías de autores diversos (en gallego y en castellano), clásicos y contemporáneos. Lo hizo de una manera sublime cuando puso música a la poesía de Rosalía de Castro y al «Cántico espiritual» de San Juan de la Cruz. Continuó con las «Canciones de amor y celda», donde barajaba piezas del romancero tradicional con poemas de Antonio Machado o Agustín García Calvo. Siempre entre lo clásico y lo contemporáneo, continuó saltando de la poesía medieval galaico-portuguesa a la de García Lorca o José Agustín Goytisolo, de Lope de Vega y Bécquer a Juan Ramón Jiménez…
Medio siglo de canciones
Amancio Prada decidió dedicarse a la música después de comprar una guitarra con el dinero de un premio (La Galleta de Oro) que ganó en un festival en la localidad palentina de Alar del Rey en 1969.
Han pasado cincuenta años desde aquella primera guitarra a la última, que le regaló Joan Baez en el concierto que dieron juntos en el Teatro Real de Madrid, aquel en el que la cantante norteamericana se despedía de los escenarios.
Y muchos premios, como la medalla de Castelao de la Xunta de Galicia o la del Mérito en las Bellas Artes
Amancio Prada (Dehesas, León, 1949) inició su carrera profesional en París, a donde se había trasladado en 1968 para estudiar Sociología en la Universidad de La Sorbona.
Allí conoció a los autores míticos de la canción francesa, en cuya estela decidió seguir su propia trayectoria. Actuó con algunos como Georges Brassens y Juliette Gréco; y a su regreso a España en 1975 trabó amistad con Chicho Sánchez Ferlosio a través de Agustín García Calvo y Carmen Martín Gaite, quien fuera esposa de Rafael, hermano de Chicho. Juntos dieron varios conciertos por España.
«Vida e morte» pasó casi desapercibido en su momento pero dejó una huella que interesó a la crítica de aquellos años, que le auguraba un futuro prometedor y que bautizó su estilo como «canción de cámara». El éxito llegó con el siguiente disco, el dedicado a Rosalía de Castro, convertido en un clásico de la música popular de Galicia.
Utilizó el idioma gallego en muchas grabaciones, como «Caravel de caraveles», «Lelia Doura», «A dama e o cabaleiro» (con poesías de Álvaro Cunqueiro), «De mar e terra», «Federico García Lorca, poeta en Galicia» (donde pone música a los seis poemas que Lorca escribió en gallego). Antes de los poemas gallegos, la aproximación de Amancio Prada a Lorca ya estaba en «Tres poetas en el Círculo», «Sonetos del amor oscuro» y «Sonetos y canciones de Federico García Lorca».
Casi todos los discos de Amancio Prada son monográficos, dedicados a un solo tema o a un único autor. Cuando elige un tema, como en el caso de las «Coplas a la muerte de su padre», de Jorge Manrique, pone música a la obra completa y no a los versos más conocidos, como suele ser habitual cuando se adaptan poemas.
Con arreglos musicales sencillos consigue crear una atmósfera musical muy personal, introduciendo nuevos instrumentos además de la guitarra que él mismo toca (hay que recordar que en sus primeros discos se acompañaba únicamente de su guitarra y del violonchelo de Eduardo Gattinoni) y manteniendo un acompañamiento instrumental de cámara, con piano, contrabajo, violonchelos y a veces algún coro. Con este acompañamiento musical su voz es como un instrumento más.
Amancio Prada celebra con «Prada Prada Amancio» los cincuenta años que lleva regalándonos su música y sus canciones con los poemas de autores a los que da una nueva vida y una nueva dimensión creativa con su música. Y ahora también con los suyos propios. Así que pasen otros cincuenta.