Picasso, lo sagrado y lo profano

En el museo nacional Thyssen-Bornemisza

¡Que título casi perfecto para definir un artista como Picasso, ¡mitad toro, mitad hombre! Era robusto, con una voz potente, con acento catalán; cuando lo conocí, ya estaba cerca de la muerte, enamorado de la cerámica, invitando a la pintora Raquel Forner y a mí a que fuéramos a visitarlo al sur de Francia donde estaba trabajando cerámicas en Vallauris, donde además de la alfarería, que según nos dijo tenía una tradición de más de dos mil años, y lo inspiraba mucho, tenía un atelier.

No fuimos en aquella ocasión a visitarlo, pero, más posteriormente fui Vallauris y vi los murales de la bóveda de la Capilla de la Iglesia del castillo (Siglo doce), donde la guerra y la paz, el mal y el bien, se confrontan en lucha permanente. Este tema vuelve a primer plano en la exposición del Thyssen dedicada a Picasso.

Picasso era toro y era hombre, era genio y era monstruo.

Era y es, Picasso.

El Museo Nacional Thyssen Bornemisza lo celebra en el aniversario de su muerte en 1973 con esta exposición «Picasso, lo sagrado y lo profano: 1973-2023», que se presentará en las salas 53 a 55 de la planta primera del Museo, desde el 4 de octubre del 2023 al 14 de enero de 2024.

Como todas las exposiciones del MNTB es de una meditada elaboración artística y museográfica. Su curadora Paloma Alarcó propone en la narrativa museográfica estudiar y mostrar la originalidad y la audacia con la que Picasso se acercó a lo clásico y al tema judío-cristiano, desde su óptica pictórica, integrando elementos.

Picasso conjuga en su obra lo divino y lo humano; revisando el pasado de la historia del arte aflora en su trayectoria plástica, la presencia de lo divino y los temas religiosos, pero también la mitología clásica y el arte africano.

¿Qué era el arte para Picasso?

Esta exposición nos muestra algunos de esos aspectos y trata de dilucidar la estética picassiana. El arte era para Picasso, entre otros conceptos, un medio de exorcizar sus propios temores como los desafíos de la humanidad, el mismo artista se considera una suerte de chaman, poseedor de un poder sobrenatural.

Sí, Picasso era, en mi recuerdo, como un sacerdote, Picasso en persona era tan intenso al hablar como en los temas sobre los que hablaba, intensidad era sinónimo de involucrarse, de formar parte. Es interesante que esta exhibición ponga en relieve el papel de Picasso como intercesor entre pueblos y civilizaciones, entre el arte y el espectador, entre lo sagrado y lo profano.

La exposición reúne un total de 38 obras, veintidós de ellas de Picasso. Hay piezas que pertenecen a la colección del Museo, otras son prestamos del Museo Nacional Picasso de París, de coleccionista privados y de otras instituciones.

El concepto de la muestra se plantea como un diálogo entre las obras de Picasso y su personal interpretación de los temas y géneros de la tradición artística española y europea, mitos cristianos y paganos se fusionan en muchas de sus creaciones.

Picasso siempre evoca los temas eternos y universales del hombre: el amor, la vida, la muerte, el sexo y el dolor, como todo artista no escapa de sus propias obsesiones.

El recorrido museográfico propone tres secciones:

  1. Iconofagia

En esta sección se muestra la peculiar lectura que Picasso hace de las obras de los Museos en sus visitas permanentes al Prado, al Louvre y al Museo de Trocadero cuando se instala en París. Sin olvidar su acercamiento al arte africano y su mirada hacia la historia del Arte. Los maestros del Siglo de Oro español, la escultura ibérica primitiva, los objetos rituales de otras culturas como la africana, son móviles creativos que configuran su propio lenguaje plástico.

Combina con su memoria visual, su imaginación, su habilidad artística y fuentes diversas, conjuga tradición y modernidad. Apropia y recrea, reinterpreta y transfiere su propia visión.

Cuando nos hablaba excitado y feliz, era porque había encontrado nuevos caminos en la cerámica que le sorprendía por sus posibilidades. Pero no era solo cuestión de técnicas, Picasso descubría lo más profundo del arte tanto clásico como primitivo, buscaba esencias, fusionaba lo mágico, lo ritual, lo sagrado y lo pagano, como aspectos de la condición humana.

Su acercamiento al Greco lo lleva a indagar el aspecto formal con los alargamientos corporales y el simbolismo estético que representa, y lo vincula con el Cubismo, donde se reconstruye la imagen.

La visión de Zurbarán deja también su huella en el artista especialmente en sus bodegones y en la espiritualidad de la vida doméstica.

Caravaggio, Ribera, Velázquez han tenido relevancia en la estructura pictórica de la obra de Picasso.

  1. Laberinto personal

La obra de Picasso se nutre del mundo del arte y de sus fuertes emociones, de sus obsesiones y miedos, de sus experiencias y vivencias personales, de ahí que las mujeres tengan tanto predomino en sus trabajos.

Su pintura, como el mismo artista lo confesara en una entrevista en 1932, es como un diario. En la década de los años veinte del siglo pasado conoce a la bailarina rusa Olga Khokhlova que incide en su estilo. El nacimiento de su hijo Paulo lo inclina a escenas familiares.

La década de los años treinta es una etapa de profundos cambios, el conocimiento y estudios de las culturas africanas, el amor con Marie Therese Walter, el mundo mitológico griego, el minotauro, la ternura y lo bestial.

  1. Ritos sagrados y profanos

Como bien explica la filosofía de la exposición, Picasso era consciente de la carga simbólica de la imaginería religiosa española, que se servía del máximo realismo para inspirar la devoción entre los creyentes con el objetivo de alcanzar la salvación eterna.

Se presenta la enigmática tabla «Crucifixión» (1930) del Museo Picasso de París; como ejemplo del interés de Picasso sobre el tema, junto con los otros ejemplos de sincretismo religioso.

Junto al martirio de Cristo, reaparece el tema del toro mitológico de la antigüedad clásica y de la cultura del mediterráneo.

Es un tema recurrente en la obra d Picasso y en sus grabados, el toro símbolo de lo ancestral y profundo del hombre, la fuerza y la lucha por vivir en las corridas de toros. La vida y la muerte, temas tan importantes en la plástica picassiana.

Goya y su serie Desastres de la guerra, tiene un gran impacto en la estética de Picasso, la violencia y la muerte. En la muestra se pueden apreciar dos aguafuertes de la serie: ¡Estragos de la guerra y Duro es el paso! (1810-1814) y la relación de Guernica, obra que marca el momento de profunda concienciación de Picasso ante la guerra.

Pude ver el Guernica en el Moma de New York, el desfile constante de gente y asistir el día de su traslado a España. Fue una conmoción en la gran manzana ver partir el Guernica. Obra clave en su trayectoria, donde la dualidad: mal-bien/ sagrado-profano, es expresada con profunda fuerza y emoción.

Mas información:

  • Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
  • Paseo del Prado, 8. Madrid.
  • Horarios de martes a domingo de 10:00 a 19:00 horas. sábados de 10:00 a 21:00 horas.
  • Lunes de 12:00 a 16:00 horas acceso gratuito.

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