Joe Biden apoya ahora suspender las patentes, con India devastada. El gobierno de Estados Unidos ha anunciado estos días que respalda la liberación temporal de las patentes de las vacunas de la COVID-19. Es una buena noticia.

Desde octubre del año pasado, India y Sudáfrica, apoyados por numerosos países en desarrollo, llevan pidiendo tal suspensión incluyendo las pruebas y los tratamientos para el virus. Ahora India está sufriendo el impacto más devastador. Y su explosión está teniendo consecuencias no solo entre su población sino también para la economía occidental, y especialmente para los intereses geoestratégicos de EEUU.

La administración Biden, a través de su representante en la Organización Mundial de Comercio (OMC), Katherine Tai, ha afirmado que «esto es una crisis global de salud y las circunstancias extraordinarias de la pandemia requieren medidas extraordinarias», y «para acabar con esta pandemia apoya la exención de las patentes para las vacunas contra la COVID-19», pero avisó que llevará tiempo.

Apoyamos la inmediata libertad de fabricación de las vacunas con la eliminación de las patentes monopolistas

Por supuesto que las farmacéuticas estadounidenses Moderna, Pfizer y Johnson se oponen a perder el monopolio de sus patentes, cuando ya han conseguido inmensos beneficios con las vacunas suministradas y las contratadas para posterior entrega, y cobradas al desorbitante precio impuesto por ellas.

Hasta la fecha EEUU, junto con la Unión Europea, el Reino Unido y Suiza, se había opuesto a la suspensión de las patentes. Ahora, la OMC se va a reunir, abrir negociaciones y tomar una decisión al respecto. La Organización Mundial de la Salud (OMS) informó recientemente que el 75 por ciento de las vacunas administradas lo habían sido en sólo diez países ricos.

¿Qué ha cambiado?

Que la segunda ola de la pandemia está golpeando a India a un ritmo salvaje. Ha superado los veinte millones de infecciones, con más de 350.000 nuevos casos cada día, y 3449 muertes en 24 horas -2,4 personas cada minuto- elevando continuadamente el número total de fallecimientos más allá de los 220.000, aunque desgraciadamente y según numerosos expertos, podría ser mayor en realidad.

Por ello, hace ya días que más de cuarenta países, incluida China, están enviando ayuda de todo tipo, desde ventiladores y equipos médicos, hasta generadores de oxígeno, cilindros, concentradores y reguladores. La aparición de la variante india del virus denominada «doble mutante» parece ser más contagiosa y agresiva que las conocidas hasta ahora.

Está claro que ahora hay una crisis humanitaria de inmensas proporciones. En India viven 1400 millones de personas, una sexta parte de la población mundial. Por ello, se ha hecho evidente que liberar las patentes ahora es necesario para que la crisis del país asiático no se convierta en una crisis mundial, no solo para la salud sino principalmente para la economía occidental.

La economía hindú

El aumento descontrolado de la epidemia está dañando también el desarrollo económico del país. Afectadas por la expansión vírica, muchas empresas no pueden garantizar la entrega normal de sus productos, destacando sectores claves como los textiles, los ingredientes farmacéuticos activos y los dispositivos electrónicos.

La fabricación electrónica, una de las industrias pilares que contribuye con casi el veinte por ciento al PIB, se encuentra entre las más afectadas, según las estadísticas facilitadas por la Agencia Nacional de Promoción y Facilitación de Inversiones de la India, dado que la epidemia se ha extendido a varias poblaciones con grandes fábricas instaladas.

La industria textil hindú es el segundo mayor fabricante y exportador del mundo, con una participación del cinco por ciento del comercio mundial de textiles y prendas de vestir, después de China. La industria textil contribuye al dos por ciento del PIB y al doce por ciento de los ingresos de exportación del país, según el Ministerio de Textiles de la India, siendo los países occidentales sus principales mercados para las exportaciones.

Mientras no se contenga la epidemia, el suministro textil, electrónico y farmacéutico, entre otros, no estará asegurado. Y de hecho algunos pedidos internacionales se están trasladando a China, ya que los compradores occidentales están buscando fuentes alternativas de tales productos.

Fabricar vacunas para otros

La industria farmacéutica en India es la tercera más grande del mundo en términos de volumen y la decimoprimera más grande en términos de valor. Contribuye al 3,5 por ciento del total de medicamentos exportados globalmente y alrededor del 20 por ciento de las exportaciones de medicamentos genéricos. Si se comprometen estas exportaciones, habrá todo tipo de consecuencias para la atención médica en el mundo occidental.

El país es una gran potencia farmacéutica reconocida a nivel mundial incluso antes de la pandemia, ya que producía casi el 60 por ciento de las vacunas del mundo, incluidas las vacunas contra la difteria, la tos ferina, el tétanos (DPT), la tuberculosis y el sarampión. En la situación actual, India produce -patentes mediante- alrededor del 70% de vacunas del mundo, pero no las fabrica mayoritariamente para su pueblo y sólo un dos por ciento ha sido vacunado.

India ha exportado más dosis de vacunas que las que le ha suministrado a su propia población, lo opuesto a EEUU, el Reino Unido y la Unión Europea. Con una población superior a la de África y cientos de millones de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza, India depende de su propio suministro de vacunas, a diferencia de los países que se han abastecido de las vacunas producidas en el país hindú.

Usar a India contra China

Biden es fiel continuador de la política de cercar a China seguida por Trump. La diferencia está en obligar a sus aliados a seguir sus órdenes. E India es un «aliado» imprescindible, una pieza geoestratégica clave para dar pasos en el cerco a China, para integrarla en el frente antichino de Biden.

No hace ni dos meses, en plena pandemia, el secretario estadounidense de Defensa, Lloyd Austin, se reunió con el primer ministro indio Narendra Modi, y «se felicitó por la creciente cooperación bilateral y el liderazgo del país asiático, especialmente en el contexto de desafíos estratégicos en la región del Indo-Pacífico», en clara alusión a China.

Y para ello, los lazos militares entre India y Estados Unidos ya han ido aumentando en los últimos años, incluyendo importantes contratos de armamento por valor de más de veinte mil millones de dólares en importaciones de material estadounidense. Y continuados por la administración Biden que están negociando una posible venta de treinta drones militares con un valor estimado de tres mil millones.

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