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Medardo Rosso, el arte adelantado

A caballo entre los siglos decinueve y veinte, se adelantó a la escultura contemporánea

ROSSO: Impresión de ómnibus

Reconocido en ámbitos culturales vanguardistas pero prácticamente ignorado por la mayoría de aficionados e incomprendido en su época, tal vez por ser un adelantado a su tiempo, la Fundación Mapfre muestra estos días en Madrid la obra del escultor Medardo Rosso (Turín, 1858 – Milán, 1928).

Es la segunda exposición que se dedica en España a este artista italiano (la primera fue en Santiago de Compostela en 1996) que abandonó su país huyendo del academicismo para buscar nuevas experimentaciones en la cultura cosmopolita que habitaba la Francia de su época, con un trabajo experimental que rompía con la tradición artística europea. Creó piezas casi abstractas, novedosas, convirtiéndose así en uno de los pioneros de la escultura moderna.

Hijo de un funcionario de ferrocarriles, Rosso se rebeló contra los planes de su familia para convertirlo en administrativo y se centró en el estudio del arte a través del dibujo mientras vivía de un trabajo de marmolista en un taller.

En su juventud, entre 1870 y 1880, frecuentó en Lombardía a un grupo de pintores vanguardistas conocido como la Scapigliatura, que influyeron en su obra. Sus escultores rechazaban el aislamiento espacial de las piezas, la movilidad de masas y los efectos lumínicos sobre las esculturas, en un ambiente experimental, antiacadémico e inconformista influido por el naturalismo literario de Flaubert, Zola y los Goncourt.

Debido a su ideario político revolucionario fue expulsado de la Academia de Bellas Artes de Brera, pese a lo cual su obra interesó en algunas ciudades italianas y en Londres y Viena.

En 1889 se instaló en París y expuso en el pabellón italiano de la Exposición Universal de 1900 y en el Salón de Otoño de 1904 una muestra que le valió ser considerado, junto a Rodin, como un renovador de la escultura. Se dice que Rodin promovió el ensombrecimiento de la obra de Rosso para evitar una competencia incómoda, sin embargo ambos escultores se relacionaron con frecuencia.

En París conoció al coleccionista de arte Henri Rouart, quien fue su benefactor, le compró varias obras y le presentó a artistas como Degas.

Otra de las grandes pasiones de Rosso fue la fotografía, que aprendió en París de Nadar y Eadweard Muybridge. De este último le interesó la captación del movimiento, y así ideó una serie de fotografías que, colocadas una al lado de otra, adelantan lo que sería una secuencia cinematográfica. En su obra, escultura, fotografía y pintura se unen en un mismo proceso creativo de forma transversal, sin que ninguna sea más importante que el resto,

Rosso se rebelaba contra la escultura ornamental y conmemorativa y rechazaba la tradición académica. Cuestionaba incluso el uso de las peanas y prefería apoyar sus esculturas sobre superficies normales (algunas las colocaba en una suerte de taburetes con medidas determinadas por él mismo para que fueran contempladas desde un punto de vista concreto).

Decidió abandonar los gustos del mercado y explorar nuevos horizontes en obras revolucionarias y libres que se adelantaron a las de los grandes escultores del siglo veinte como Brancusi, Giacometti o Lucio Fontana.

Durante veinte años trabajó en variaciones y repeticiones de una misma obra y en versiones distintas de un mismo tema en cera, bronce y yeso en un proceso que el escultor deja abierto a la interpretación del espectador.

Se sirvió de la gente común, sobre todo de pobres y marginados, como modelos de sus obras, con el fin de captar la idea del desamparo, la inocencia o la pobreza.

En 1920 Rosso regresó a Milán, donde encontró el apoyo de Umberto Boccioni, Carlo Carrà y Margherita Sarfatti. Murió en esta ciudad aquejado de diabetes.

La exposición

Esa exposición incluye cerca de trescientas obras, entre esculturas, fotografías y dibujos. Se ordena según los grupos escultóricos más emblemáticos del artista, teniendo en cuenta la práctica repetitiva de las mismas piezas a las que otorga cada vez un sentido distinto.

Así, «Impresión de ómnibus» es un conjunto de fotografías que representa a un grupo que fue destruido durante su traslado a una exposición en Venecia, mientras «Corredor de apuestas» retrata a un personaje conocido de la época en el hipódromo de Auteuil .

Sus numerosas esculturas con niños se atribuyen al efecto producido por el alejamiento de su único hijo a causa de las deterioradas relaciones de su matrimonio con Giuditta Pozzi. Una de ellas es «Aetas Aurea», donde una madre se funde con su hijo en un beso.

«Gran mujer riendo» es Blanca di Toledo, cantante de cabaret en el París fin de siglo. Esta escultura pasó a manos de Rodin, quien se la cambió a Rosso por su famoso Torso.

En «Niño al sol» muestra el efecto de la luz del sol al incidir sobre el rostro de un niño y el papel de la luz como factor creador de tonalidades. De esta escultura Rosso presentó distintas versiones en yeso, cera o bronce para demostrar que distintos materiales evocan distintos efectos de la luz.

«Ecce Puer» es el retrato del niño Alfred William, nieto del coleccionista Ludwig Mond, quien rechazó la obra una vez terminada. Sin embargo con el tiempo se convirtió en una de las piezas más célebres de Rosso.

El trabajo fotográfico desarrollado a su alrededor destaca la importancia del punto de vista para recrear la cualidad lumínica y la relación con el espacio, una preocupación de Rosso presente también en «La conversación en el jardín».

  • TÍTULO. Medardo Rosso. Pionero de la escultura moderna
  • LUGAR. Fundación Mapfre. Madrid
  • FECHAS. Hasta el 7 de enero
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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