«Maria Callas» de Pablo Larraín, entre panegírico y elegía

«Callas podía cantar tres octavas, pero la película es en su mayoría de un solo tono» (Amy Nicholson, Los Angeles Times)

Devolviendo la voz a un personaje que en vida la perdió, el realizador chileno Pablo LarraínEl Club») ha completado la trilogía hollywoodiense sobre mujeres de alguna manera representativas del pasado siglo –«Jackie» sobre Jacqueline Kennedy primero y Onassis después; y «Spencer», sobre unas vacaciones de Diana Spencer, exesposa de Carlos, actual monarca inglés, en una de las muchas residencias reales poco antes de que la pareja se divorciara- con esta «Maria», definida como biopic (recordemos biografía filmada) de la soprano María Callas, para muchos la mejor de todos los tiempos, presentado en la Sección Oficial de la Biennale de Venezia en 2024.

Con guion de Steven Knight («Spencer», «Confinamiento») y dirección de fotografía de Edward Lachman («Las vírgenes suicidas», «Lejos del paraíso», «Carol»), la película entre panegírico y elegía, interpretada por Angelina Jolie («Lara Croft: Tom Raider», «Mr. Y Mrs. Smith», «Maléfica») está centrada en la última semana –toda fantasía- de vida de la diva, prácticamente recluida en su enorme piso parisino con la única compañía de un mayordomo (Pierfrancesco Favino, «El conde de Monte Cristo», «El buen italiano») –quien también le hace de chofer, la recoge cuando pierde el contacto con la realidad sentada en la terraza de un café, o busca un médico que diga a la cantante lo que no quiere saber-, una cocinera (Alba Rohrwacher, («Las maravillas», «La Quimera») y dos perros.

Sintiendo que quizá está llegado al final, incapaz de conseguir recuperar la legendaria voz que en otro tiempo llenaba los grandes teatros de ópera, Maria Callas, atiborrada de pastillas y al parecer añorando los nueve años que pasó junto al magnate griego Onassis (según la película su auténtico amor), pasea por un París otoñal alfombrado con las mil tonalidades, del amarillo al marrón, de las hojas caídas de los árboles –en contraste con los flashback de sus inolvidables actuaciones, casi todas en blanco y negro- revisitando su pasado, buscando la adulación de propios y extraños, respondiendo a las preguntas de un periodista que le sigue grabadora en mano, reviviendo momentos duros de los años de la guerra mundial que preferiría olvidar, de cuando su madre la ofrecía, junto a su hermana, a los soldados nazis (interpretada. en su adolescencia de niña abusada, por la estudiante de canto de diecisiete años Aggelina Papadopulus).

Ignorando los repetidos escándalos que llenaron el papel cuché de las revistas en la segunda mitad del siglo veinte, esta versión de Maria Callas es el retrato de un ego más fuerte que el personaje, sobre el que la actriz ha opinado en una entrevista: «Somos dos mujeres que han pasado mucho tiempo solas (…) A veces, una ocupa un papel preponderante en el mundo por su trabajo, su voz o su presencia, da igual, pero de hecho una es un ser frágil, lleno de emociones y sensibilidad».

«Quien supiera cantar como llora la Callas»

Nacida en 1923 en Nueva York de padres inmigrantes griegos, a los trece años se matricula en el Conservatorio de Atenas, donde estudia «bhgel canto». A los diecisiete comienza su carrera profesional contratda por la Opera Real de la capital griega. En 1949, durante una representación de «La Gioconda» en Verona conoce a quien sería su marido, Giovanni Meneghini. Su reputación internacional se consolida con actuaciones en la Scala de Milán, el Covent Garden de Londre4s y el Metropolitan Opera de Nueva York.

Sus fans la llamaban «la divina» y alababan su agilidad vocal y su capacidad para representar una amplia gama de emociones. Fue una pionera en la defensa de las mujeres en la ópera, exigiendo la igualdad de salarios para hombres y mujeres y cuestionando el status quo. Independiente y controvertida, se hizo famosa también por sus enfados y sus exigencias.

A mediados de los años 1950 comenzó a experimentar dificultades con la voz, lo que le obligó a tener que anular conciertos, atribuidas al exceso de trabajo y a una drástica pérdida de peso. Los médicos le diagnosticaron una desmatomiositis, una enfermedad auto-inmune.

Según el guionista de la película «María tenía una relación extremadamente compleja con su voz, como si pensara que su voz era inseparable de su alma. En otros términos, sin voz no existía, o quizá su existencia se hacía invisible (…) Siempre fue juzgada por su voz y, lo que es aun más cruel, por su apariencia física. Era una tragedia en el sentido literal del término: cuando pensaba que su apariencia era aceptable, su voz se debilitaba; cuando se sentía fea su voz se hacía más fuerte».

Sus interpretaciones dramáticas, su polivalencia vocal y su fascinante presencia escénica cambiaron el rostro de la ópera. María quiso ser actriz además de cantante. Sus grabaciones, en especial las de Norma, La Traviata y Tosca, siguen venerándose hoy (…)

El matrimonio con Meneghini acabó en 1959 cuando inició una relación sentimental con el magnate del transporte marítimo Aristóteles Onassis. Su apasionada y turbulenta relación ocupó multitud de portadas de la prensa rosa de la época y acabó cuando Onassis se casó, en 1968, con Jacqueline, Jackie, la viuda del presidente JF Kennedy. En palabras de Pablo Larraín, director del documental, «Creo que Onassis fue el amor de su vida (…) en los años 1970, tras la ruptura con Jackie, volvieron a tratarse, pero creo que fue una relación tóxica (…).

El mayordomo Mezzadri fue sin duda la persona más leal a la diva en toda su vida. María le contrató en Milán y él la siguió cuando se trasladó a vivir a París donde falleció en 1977, de una crisis cardíaca, a los cincuenta y tres años. Con el dinero que ella le dejó, Mezzadri se compró una casa en Italia, cerca de Piacenza.

El documental de Larraín[1], psicodrama crepuscular y claustrofóbico, «último añadido a la leyenda de ‘la Callas’», se ha fijado más en el mito que en el ser humano y Angelina Jolie nos mira, durante la hora y media que dura, desde la altura de su pedestal de prima donna. Sus interpretaciones dramáticas, su polivalencia vocal y su fascinante presencia escénica cambiaron el rostro de la ópera.

En este febrero de 2025, Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), ha anunciado que la siguiente edición de los billetes de cinco euros, que se imprimirán con el tema «Cultura Europea, Artes escénicas», llevarán la imagen de Maria Callas en el reverso.

  1. «María Callas» se va a estrenar en Madrid el próximo viernes 7 de febrero de 2025.
Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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