La Asociación de Viandantes A Pie (Pedalibre), la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM), el Observatorio de la Movilidad Urbana Sostenible (OMUS), Ecologistas en Acción, Madres por el Clima, Greenpeace y Fridays For Future Madrid, han hecho publica, en el contexto de la actual situación causada por la COVID-19, una serie de consideraciones acerca de la preocupante situación del transporte público madrileño, las restricciones indiscriminadas en el espacio público de la ciudad y la falta de una apuesta decidida por la movilidad peatonal y ciclista.

Transporte público

Tanto la evidencia científica sobe la transmisión de la COVID-19, como los distintos estudios llevados a cabo en varias redes de transporte de todo el mundo, demuestran que el transporte público puede ser un lugar seguro siempre que se sigan unas pautas fundamentales de protección a los usuarios.

La obligatoriedad de llevar mascarilla dentro del transporte público (que ha sido respetada con extraordinaria disciplina por parte de la ciudadanía), el hecho de que se hable poco en las horas punta y que las interacciones entre usuarios sean reducidas, o la ventilación de los coches de Metro y Cercanías, proporcionan adecuados niveles de seguridad, siempre que se complementen con la imprescindible distancia interpersonal.

Así, las situaciones de aglomeración durante las horas de mayor demanda vividas durante estas últimas semanas en el transporte público madrileño (fiel reflejo de una situación de deterioro y desinversión que viene arrastrándose desde hace años), reducen sobremanera la efectividad del resto de medidas y, lamentablemente, exponen a la ciudadanía a situaciones de riesgo a todas luces indeseables.

Movilidad peatonal y espacio público

Por otro lado, durante los diferentes episodios de restricciones en la movilidad, se ha producido una criminalización del uso del espacio público en tanto en cuanto se desarrollen actividades no lucrativas en esos espacios.

Así, se han cerrado parques y zonas biosaludables, áreas estanciales, lugares de esparcimiento, etc., mientras se aumentaba en ocasiones de manera abusiva, el espacio público reservado a terrazas y se permitía la ocupación de las aceras por las motocicletas.

Las necesidades de distancia interpersonal, el cumplimiento de la legislación de accesibilidad y las nuevas necesidades de espera en comercios y otras actividades, exigen la ampliación de las aceras y la adecuación del espacio peatonal, como se ha hecho, sin ocasionar grandes costes, en numerosas ciudades del mundo.

Nuevamente, la evidencia científica nos muestra que las actividades al aire libre minimizan el riesgo de transmisión de la COVID-19 respecto a otras actividades análogas realizadas bajo techo. El espacio público no es en sí mismo un vector de propagación del virus, sino todo lo contrario.

Movilidad ciclista

De igual manera, resulta francamente decepcionante que, en un contexto mundial de promoción e incentivo del uso de la bicicleta y los vehículos de movilidad personal como medio de transporte en el entorno urbano, las diferentes administraciones locales y regional madrileñas se hayan quedado atrás a la hora de disponer de infraestructura específica adecuada.

Ciudades de todo el mundo han diseñado y dispuesto con extraordinaria rapidez carriles bici temporales en sus vías de circulación más importantes que, en muchos casos, complementaban redes preexistentes mucho más importantes que las de Madrid; en nuestra ciudad, los escasos carriles bicis temporales no cumplen los necesarios criterios técnicos de seguridad y utilidad, siendo poco más que una medida puramente cosmética.

Madrid no está siguiendo la estela de las principales ciudades europeas, que se han dado cuenta de que la bicicleta y los vehículos de movilidad personal son el aliado perfecto para reducir la utilización del vehículo privado a motor y descargar en la medida de lo posible los saturados sistemas de Transporte Público. La única manera de que Madrid aumente significativamente el número de usuarios de bicicleta y vehículos de movilidad personal es la construcción de una completa red de carriles bici protegidos, que en un primer momento podrán ser temporales, pero que deben tener una firme voluntad de convertirse en definitivos.

También, el retraso en la ampliación del servicio de bicicletas públicas con base fija Bicimad y la aparición de la versión free floating (sin base) -Bicimad Go-, con una política tarifaria que puede llegar a multiplicar por doce el coste del servicio tradicional, penaliza aquellos distritos donde no ha llegado la versión tradicional. A lo que habría que añadir la difícil regulación efectiva para que el espacio peatonal no se vea alterado por el estacionamiento irregular de estas bicicletas o VMP sin anclaje.

Por último, cabe reseñar el innegable papel que la Movilidad Sostenible, como vertebradora fundamental de la movilidad madrileña, tiene en la reducción de los niveles de contaminación registrados en Madrid; este particular resulta especialmente importante si tenemos en cuenta que la Organización Mundial de la Salud ha señalado en varias ocasiones que altos niveles de contaminación empeoran significativamente el pronóstico y aceleran la transmisión de la Covid-19. Razón que se suma a las miles de personas al año que fallecen en España por causas asociadas a la contaminación y la contribución de ésta al calentamiento global y cambio climático

Debemos promover el uso del transporte público en condiciones de seguridad, la utilización de la bicicleta como medio de transporte habitual y el incremento de actividades que tengan que ver con una mayor movilidad peatonal, en lugar de incentivar el uso del vehículo privado a motor con el consiguiente aumento de los niveles de contaminación, la generación de más y mayores atascos o la pérdida de nuestro valioso espacio público en favor de la circulación y aparcamiento de estos vehículos.

Es por ello por lo que requieren de forma urgente:

  • Que el transporte público madrileño opere en condiciones que minimicen las aglomeraciones y permita a los viajeros mantener distancias interpersonales compatibles con la máxima seguridad.
  • Un compromiso de inversión y recuperación de los estándares adecuados de fiabilidad, competitividad y eficiencia en el Transporte Público madrileño.
  • Se disponga un uso seguro de parques, jardines y demás espacios públicos, ya que suelen ser lugares de mejor calidad ambiental para los desplazamientos peatonales y ciclistas.
  • La priorización del espacio público para la movilidad activa, disponiendo allí donde sea necesario espacio adicional que permita el tránsito seguro peatonal y ciclista
  • El cumplimiento de la legislación de accesibilidad y la creación de una red peatonal con aceras anchas, seguras y cómodas, y también cruces peatonales frecuentes, cómodos y seguros.
  • El desarrollo de una red continua, segura y funcional de carriles bici protegidos de carácter tanto temporal como definitivo, así como el calmado del tráfico en el conjunto de la red viaria.
  • La extensión del servicio público Bicimad al tiempo que se desarrolla la red ciclista.
  • Una defensa decidida de la Movilidad Sostenible por parte de las diferentes Administraciones, materializada en políticas que prioricen la movilidad activa frente al vehículo individual a motor.
  • La pacificación (o anulación, en su caso) del tráfico en los entornos escolares, promoviendo la movilidad sostenible para niñas y niños y una mejor calidad del aire en el entorno en el que pasan gran cantidad de horas.
  • La inclusión de las perspectivas de género, de edad y de justicia social en las políticas de movilidad.

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