Los temas con los que se identifica habitualmente la pintura de Joaquín Sorolla son los de las escenas de ocio en la playa, el trabajo en el mar y el veraneo en las costas del Mediterráneo y el Cantábrico.

Una exposición reúne en Madrid cuarenta obras del artista dedicadas a esta temática que recoge la vida cotidiana de veraneantes, de pescadores y de campesinos que el artista trató con una técnica virtuosa en la que destaca la utilización del color y los efectos de la luz sobre la composición, elementos con los que contribuyó a dotar a su pintura de un halo de modernidad.

Sorolla recuperó la visión clásica del Mediterráneo a través de las pinturas dedicadas a las playas de Jávea y Valencia y a los paisajes de la costa, pero además reflejó la nueva moda del veraneo en Biarritz, Santander, Zarauz o San Sebastián, convertidas en capitales del moderno descanso estival europeo.

Las escenas de playa son las que le proporcionaron una mayor popularidad y para el artista fueron un refugio en el que se deleitaba, pero que además le proporcionaba descanso físico y emocional.

Con estas pinturas se convirtió en cronista de los usos y costumbres de la sociedad de toda una época, la que va desde mediados del siglo diecinueve hasta los años treinta del veinte, desde que la medicina comenzó a recomendar los baños de agua fría como terapia.

Fueron las clases altas las primeras en acudir a estos escenarios veraniegos, atraídas además por la presencia de la familia real desde que en 1887 la reina María Cristina eligiera San Sebastián como lugar de descanso. La costumbre se extendió a nuevos veraneantes de clase media, que convirtieron el baño terapéutico en una actividad de ocio y entretenimiento.

La costa atrajo cada vez más a una población que abandonaba las ciudades en verano en busca del aire purificador y los beneficios de los baños de mar.

Durante sus últimas estancias en San Sebastián en 1917 y 1918, Sorolla pintó el rompeolas de la ciudad para reflejar también el proceso de acondicionamiento de los litorales urbanos a la creación de paseos y miradores.

En esta exposición se pueden ver los apuntes de color que Sorolla ejecutaba sobre pequeños soportes de madera o cartón ejecutados con gran libertad creativa donde ensayaba composiciones, tonalidades y escenas que más tarde trasladaba al lienzo. La exposición combina los diversos temas con el orden cronológico de los cuadros donde los representa.

En «La vuelta de la pesca» es la vida cotidiana donde la luz y los efectos atmosféricos juegan un importante papel.

Paulatinamente va dando protagonismo a marineros, pescadoras, bueyes que arrastran embarcaciones o barcas de pesca en el Cantábrico o en su Valencia natal, como en «Pescadoras valencianas», donde idealiza la cultura clásica del Mediterráneo y dignifica el trabajo de unas pescadoras que se disponen a vender su mercancía, mientras en segundo plano las barcas esperan a ser arrastradas por los bueyes, tema que se repite en «Sacando la barca».

Junto a las escenas del trabajo en el mar están las de ocio y entretenimiento. Destaca uno de los bocetos para «¡Triste herencia!», una de sus pinturas sociales más importantes, con la que obtuvo el Premio de la Exposición Universal de París en 1900. Un cuadro que muestra la escena del baño en el mar de un grupo de niños enfermos del hospicio de San Juan de Dios, que traslada al espectador el drama de los niños y las propiedades terapéuticas del mar en un momento en que la revolución industrial había convertido las ciudades en lugares insalubres.

Las escenas de la costa mediterránea reflejan el gozo de la población local con niños desnudos y nadadores en contacto con la naturaleza, con los rayos de sol reflejados en las aguas y en los paisajes rocosos, como en «Nadadora de Jávea», un retrato de su esposa Clotilde vestida con una larga túnica blanca nadando en aguas coloreadas por el sol.

En el Cantábrico recoge las escenas de los veraneantes de las clases altas con una luz diferente, más suave que la del Mediterráneo. Aquí predominan las mujeres ataviadas con vestidos blancos y sombreros disfrutando del ocio veraniego.

En las obras pintadas en Biarritz presenta una manera diferente de estar en la playa, con figuras con trajes negros protegidas por toldos, leyendo, pintando o conversando.

  • TÍTULO. Los veranos de Sorolla
  • LUGAR. Fundación Mapfre. Madrid
  • FECHAS. Hasta el 7 de enero de 2024
Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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