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Los juegos del destino

El periodista Julio Bernárdez publica «El cangrejo enojado», su segunda novela

El cangrejo enojado cubierta

En enero de 1977 hacía sólo dos años que había muerto el dictador Francisco Franco, en España aún no se habían celebrado las primeras elecciones del postfanquismo y se hablaba de redactar una constitución democrática. Comenzaba una larga transición política durante la que desde la ultraderecha y la extrema izquierda se tramaron operaciones para que fracasase el proyecto de instituir un régimen democrático en el país.

Aquel mes se había llevado a cabo el asesinato de los estudiantes Arturo Ruiz por pistoleros de Cristo Rey, y de Mari Luz Nájera en una manifestación reprimida por la policía; el grupo terrorista GRAPO asesinó a dos policías y a un guardia civil mientras tenía secuestrados al presidente del Consejo de Estado José María de Oriol y Urquijo y al teniente general Emilio Villaescusa. Y en la calle de Atocha de Madrid pistoleros de la extrema derecha mataban a cinco personas y herían a otras cuatro en un despacho de abogados laboralistas. Es en este contexto en el que el periodista Julio Bernárdez sitúa el entramado de su segunda novela «El cangrejo enojado» (Libros.com).

El autor utiliza la narración omnisciente y el monólogo interior (a los que añade fragmentos de informes policiales y sesiones de sicoanálisis) para contar los avatares de los dos protagonistas, una juez progresista y un expolicía de la brigada social del franquismo reconvertido en gerente de una empresa de seguridad privada. Las circunstancias personales a las que ha tenido que enfrentarse la mujer a lo largo de su vida (la historia se inicia cuando, ya jubilada, encara los últimos años) ocupan la parte fundamental de la novela, que cuenta en paralelo el desarrollo de los lances biográficos del expolicía y sus relaciones con las cloacas del régimen franquista y también de la incipiente transición a la democracia. El azar o el destino iba a unir las vidas de estos dos personajes de los que se sirve el autor para ofrecer un desenlace insólito.

Independientemente de la trama argumental, la novela se ocupa de profundizar, a través de sus personajes, en los sentimientos universales de los seres humanos, fundamentalmente el dolor, el complejo de culpa y el masoquismo sexual: «Necesitaba ser castigada, vejada, como si hubiera sido yo la asesina de mi hijo, como si le hubiera enviado a la muerte segura» (p.199)… «El dolor se apoderaba de mis horas de ocio y despertaba mi deseo de ser castigada» (p.216). Ese dolor se manifiesta a través de los sentimientos de una madre por la pérdida de su único hijo y el complejo de culpa que viene arrastrando como consecuencia del acontecimiento nefasto que provocó su muerte, ambos presentes en el episodio en el que se narra el entierro del hijo, donde se condensan las mejores páginas de la novela.

La muerte es un elemento presente a lo largo de toda la narración, unas veces en forma de violencia, otras a través de suicidios y algunas a causa de enfermedades. Muerte de familiares y de amigos, muerte de personas anónimas, muertes, algunas, que van acumulando en el alma de la protagonista un sentimiento de culpabilidad del que cada vez le resulta más difícil desembarazarse.

Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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