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Las restricciones por la pandemia redujeron la contaminación por dióxido de nitrógeno en España

La ciudad de Madrid fotografiada desde el embalse de El Pardo donde se puede apreciar la alta carga de componentes contaminantes atmosféricos. ©️Greenpeace / Pedro Armestre

El Observatorio de Sostenibilidad ha analizado la evolución del dióxido de nitrógeno (NO2) en ochenta ciudades, que suponen unos diecinueve millones de habitantes del país; es decir, alrededor de un cuarenta por ciento de la población de España durante el año 2020, y lo ha comparado con los años anteriores.

La primera conclusión es el elevado nivel de contaminación todavía existente en las ciudades españoles, mientras se acumulan las evidencias de los efectos en la salud de esa mala calidad del aire. Las ciudades más contaminadas en NO2 en el pasado reciente han sido:

Las ciudades con mayor concentración de NO2 son aquellas que conforman áreas urbanas de mayor tamaño, con gran población, y, en correspondencia, con mayores parques de automóviles, de manera que se pueden señalar claramente las grandes conurbaciones de Madrid, Barcelona y la muralla urbana de la costa de Málaga, como las zonas con calidad del aire más baja debido a NO2.

La razón de los elevados niveles de inmisión de Granada se deben a un régimen climático muy específico, de forma parecida a Orense, que favorece la concentración de contaminantes al permanecer estables grades masas de aire sobre sus áreas urbanas.

Por otra parte, la tragedia de la COVID-19 ha propiciado durante estos meses «una oportunidad histórica para poder estudiar en detalle el impacto que han tenido las medidas de confinamiento en la contaminación de nuestras ciudades en una escala histórica desconocida a nivel mundial».

EL confinamiento del COVID, y la consiguiente reducción del uso del automóvil en las ciudades, ha demostrado la gran plasticidad de las áreas urbanas de mayor tamaño, donde se ha comprobado que las grandes caídas de tráfico y las emisiones correspondientes, han determinado reducciones de emisiones han producido las mayores reducciones porcentuales, de concentración de NO2.

Sin embargo, se ha mantenido el transporte por carretera para la logística en toda la corona y el interior de las ciudades, además de otros factores que también han contribuido al mantenimiento de niveles de NO2, como residuos, calefacciones, etc.

El total de la reducción durante todo el año ha sido de un 26 al 28 por ciento en todas las ciudades como media, sin que se vea una diferencia entre unas y otras ciudades por tamaño en grandes grupos.

En ciudades muy grandes, las que más han disminuido, son Barcelona, Valencia y Sevilla; en ciudades grandes Vigo, Palma de Mallorca y Alicante; en ciudades intermedias La Coruña, Huelva, Gerona, Cartagena, o Santander; en ciudades más pequeñas, las que más han reducido son Gandía, Ciudad Real, Manresa o Coslada.

Llama la atención la escasa reducción de algunas ciudades como Murcia, con tan solo un quince por ciento.

Cualquier medida que implique una disminución de emisiones a corto, medio y largo plazo es positiva, y repercutirá en una mejora de la calidad del aire y, directamente, en la salud de las personas. Esto lleva a las siguientes conclusiones:

  1. Respecto al contaminante NO2, se observa la necesidad de disminuir el tráfico, establecer desde zonas peatonales, uso de bicicleta, motos y coches eléctricos, transporte público no contaminante, más baratos y de mayor frecuencia, flotas de bajas emisiones, medidas desincentivadoras del coche privado, etc., etc. Las recomendaciones respecto a las partículas son menos obvias ya que, con los datos empleados, no se observan patrones claros de mejora durante el periodo de confinamiento.
  2. Este inimaginable experimento ecológico del confinamiento también revela que existe un remanente de NO2 (algo menor del cincuenta por ciento) que debe ser monitoreado, vigilado e identificado para, realmente, mejorar la calidad del aire de las ciudades. Procede de fuentes diversas que se suman a las emisiones del tráfico rodado residual, de logística que nunca se paró durante la COVID-19, producido por generación de energía, grandes industrias, polígonos industriales, gestión de residuos, calefacciones domésticas, masas de aire procedentes de otras regiones, etc.
  3. Es necesario evaluar desde la óptica de políticas públicas cuáles son las mejores acciones para disminuir estos niveles de NO2 y de partículas que tengan un menor impacto en la población.

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