Una vez más hoy como ayer, aunque algunas mentes bien pensantes o ayunas de realidad digan que el dinero no da la felicidad, lo cierto es que ese vil metal es lo que mueve los resortes que hacen funcionar el mundo en el que vivimos, mientras no se demuestre lo contrario.
Si nos atenemos y examinamos algunos de los carriles por los que discurre dicho dinero comprenderemos qué importancia tiene el susodicho instrumento en la sociedad en que vivimos, cada uno con el morral o mochila dineraria que lleve por equipaje.
Salarios
Partiendo la frase pronunciada por la ministra de Economía, Nadia Calviño, de que «Hay que mejorar las condiciones salariales de los trabajadores», el Gobierno acordó recientemente subir al Salario Mínimo Interprofesional un ocho por ciento, hasta los 1080 euros en catorce pagas. Dicha subida, pactada con los sindicatos UGT y CCOO, pero no con la representación empresarial, la CEOE, está un poco por debajo de la banda alta recomendada por la comisión de expertos a los que el Ministerio de Trabajo encargó el estudio de dicho Salario Mínimo. La CEOE, por su parte, había ofrecido una subida del cuatro por ciento, y eso ya en un alarde de progresía conciudadana.
Beneficios bancarios
Los beneficios de los seis grandes bancos españoles en el pasado año 2022 fueron un a modo de mascletá como para echar cohetes, aunque a algún de directivo de alguna entidad le hayan parecido cortos, a tenor de sus declaraciones.
Pero los datos están ahí, para quien quiera echarles una hojeada: 21.119 millones de euros a repartir. Si nos atenemos a los tres grandes bancos, Santander, BBVA y CaixaBank, comprobamos que en su conjunto han obtenido una ganancia de 19.000 millones de euros, todo ello en un momento en que los préstamos están al alza, mientras que los depósitos lo están en la parte inferior de la media europea.
Junto a los tres grandes, tampoco hay que desdeñar a otros más pequeños, como Bankinter, que ganó un 28 por ciento más (5660 millones; Sabadell, un 62 por ciento (859 millones); y Unicaja, que duplicó su resultado del año anterior (260 millones). Junto a estos datos, a todas luces extraordinarios, hay que decir que los banqueros españoles están considerados como los que más ganan en Europa, posiblemente por su denodado esfuerzo por hacer no patria, sino beneficios…
Petroleras
Podría resultar a todas luces incomprensible desde el punto de vista humano, pero lo cierto es que en pleno año de la guerra, cuando miles de personas están muriendo, unas siendo desplazadas a millones; otras, las grandes petroleras como son Exxon, Shell, Chevron, BP y Total Energies ganaron en el pasado ejercicio la escalofriante cifra de casi 200.000 millones de dólares, que se dice pronto, mientras millones y millones de consumidores acudimos a sus gasolineras pagando cada día más por el líquido elemento que hace funcionar a nuestro utilitario.
Resulta difícil escribirlo, pero lo cierto es que en un año de la guerra como el que hemos vivido, algunas de esas petroleras han subido en Bolsa hasta un 300 por ciento en un año, dinero que invierten en renovables, conscientes ellas de que son los próximo caladeros o pozos de beneficios.
La CEOE y el señor Garamendi
Y mientras todo esto sucede en un mundo en el que el dinero ordena y manda, hete aquí que se ha liado la de Dios es Cristo, un guirigay o carajal con un par de cosas que no tendrían la mayor importancia si no fuera porque están a medio camino entre el bochorno y la hilaridad.
Una de ellas ha sido la negativa de la CEOE, patronal de patrones, a participar en las negociaciones que han conducido a la subida del citado Salario Mínimo Interprofesional, conseguida finalmente, como ya se ha expresado líneas arriba, entre los sindicatos UGT, CCOO y el gobierno, que han conducido a la subida hasta los 1080 mensuales en catorce pagas anuales. Al parecer, los máximos representantes de los empresarios no han estado por la labor de subir unos cuantos euros la paga mensual de millones de trabajadores que los necesitan, sí o sí, para cubrir unas mínimas necesidades básicas.
Pero frente a ello ha estallado otra noticia que ha desencajado las cuadernas de tan seria institución como es la CEOE. Noticia que nos dice que el patrón de patronos, el señor Antonio Garamendi, acaba de regularizar su situación laboral con un contrato no como Dios manda, que se decía antes, sino como aconseja la relación laboral contractual de cualquier asalariado.
En este sentido, ha pasado de tener un contrato de autónomo, como tenía durante los últimos años, es decir, sin relación laboral con la empresa, a uno de alto directivo de la misma empresa, como lo es, con un sueldo que raya los 400.000 euros anuales, que no es pecata minuta, en opinión de alguien que ganaba menos durante su vida laboral.
Pero en cuanto la noticia ha salido a la palestra, el señor Garamendi ha reaccionado a la contra, manifestando que criticar su sueldo es algo así como culpar a una mujer violada de llevar minifalda por indumentaria. Hombre, señor patrón de patronos, eso no es así. En tal caso, su sueldo no se asemejaría a una minifalda, sino a un abrigo de visón, porque con dicho sueldo, y ya con un contrato laboral en condiciones, como el que le han hecho sus propios colegas inter pares, es de suponer que usted volverá calentito a casa.
Dice el señor Garamendi que en torno al tema se ha orquestado una campaña contra él y contra los empresarios, cuando lo cierto es que no es así. Lo que sucede es que los periodistas tenemos la costumbre de llamar a las cosas por su nombre, y lo mismo que usted está en su perfecto derecho de ganar esos 400.000 euros anuales de vellón, también podemos decir que subir un salario mínimo a la cantidad conseguida no es tirar la casa por la ventana, como ustedes pretenden insinuar.
Así están las cosas del dinero no en la cuesta de enero, sino de febrero, y lo que nos queda…