Más de la mitad del personal de enfermería sufrió agotamiento emocional durante la primera ola de la COVID-19, según un estudio hecho por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) en hospitales públicos de la comunidad autónoma.
El estudio, en el que participaron 557 enfermeras y enfermeros de Unidades de Cuidados Críticos (UCC) y servicios de urgencias de veintiséis hospitales públicos madrileños, revela que durante el primer pico de la pandemia por COVID-19 el 44,9 por ciento de estos profesionales tuvo dificultades para manejar sus emociones, mientras que el 37,5 por ciento trabajó con miedo a contagiarse.
«Los enfermeros y enfermeras de urgencias y cuidados críticos se sintieron inseguros por miedo a contagiarse y contagiar a sus familiares. Además, experimentaron un aumento importante de la carga de trabajo bajo condiciones estresantes y de precariedad de recursos humanos y materiales», describen las autoras del trabajo, adscritas al Departamento de Enfermería de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
«En estas condiciones, el personal de enfermería que participó en el estudio expresó dificultad para atender las necesidades de los pacientes, especialmente las necesidades psicoemocionales», resalta el informe.
Los participantes fueron en su mayoría mujeres (87,4 por ciento) entre 26 y 45 años (69,1 por ciento), y más de la mitad contaba con más de diez años de experiencia profesional.
Un 38,2 por ciento prestaba cuidados a pacientes con COVID-19 en servicios de urgencia, mientras que el resto lo hacía en unidades de cuidados críticos (entre estos, un tercio reconocía llevar trabajando en cuidados críticos menos de un mes). Un 87,6 por ciento de las participantes no había recibido formación para el cuidado de personas con COVID-19, y casi el 50 por ciento de las enfermeras del estudio tenía personas dependientes a su cargo.
En relación con los lugares donde ejercieron el cuidado de pacientes contagiados, los enfermeros de cuidados críticos percibieron que disponían de equipos de protección adecuados, pero consideraron excesiva la ratio enfermero-paciente, en mayor grado que los enfermeros de urgencias.
Con respecto a la toma de decisiones, los enfermeros de cuidados críticos ejercieron una mayor autonomía en la gestión clínica y en la administración de fármacos a pacientes con COVID-19, y señalaron una mejor percepción del trabajo en equipo, con una muy buena relación entre los profesionales médicos y de enfermería.
«Los enfermeros y enfermeras de este estudio pueden ser considerados población vulnerable por la sobreexposición a la COVID-19 en su entorno laboral, y susceptibles de desarrollar problemas psicoemocionales a corto y medio plazo que deben ser tenidos en cuenta por el sistema de salud», concluyen las autoras del trabajo.