«La memoria infinita», un excelente documental sobre el amor y el recuerdo

Ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cine Independiente de Sundance y reconocida como Mejor Película Latinoamericana en la reciente veintinueve edición de los Premios Forqué, «La memoria infinita» (The Eternal Memory), doloroso y emocionante documental dirigido por la chilena Maite Alberdi («Los niños», «TeaTime», «Los mayores», «El agente topo», Premio del Público en el Festival de San Sebastián), cuenta la historia del amor, que ha sobrevivido a más de dos décadas de convivencia, de la pareja formada por el periodista Augusto Góngora y la actriz Paulina Urrutia, quien fuera ministra de Cultura en el gobierno de Michelle Bachelet. Ahora, están aprendiendo a convivir desde que Augusto fuera diagnosticado de Alzheimer.

Supervivientes del régimen dictatorial y asesino que padeció Chile durante diecisiete años (1973-1990) y de los estragos causados por una enfermedad que avanza agravándose desde hace ocho años, Augusto Góngora, veterano periodista chileno de 62 años y destacado cronista autor de documentales y libros clandestinos de denuncia del régimen de Pinochet, y Paulina Urrutia, actriz, activista y política, tuvieron que enfrentarse a la inexorable y acelerada pérdida de facultades físicas y mentales del marido.

El relato de la dedicación de Paulina –una mujer a la que muy pocas cosas le hacen perder la luminosa sonrisa- y la feroz lucha de Augusto por intentar rasgar el velo que empaña sus recuerdos y conservar su identidad, constituyen un testimonio profundamente conmovedor.

«La memoria infinita[1]» es a la vez una investigación sobre la dignidad humana en la vejez y la adversidad, y sobre los mecanismos del recuerdo individual y colectivo.

El comienzo de la historia es una cualquiera de las mañanas de la pareja cuando, recién despiertos y como un ejercicio de memoria, Paulina le recuerda a Augusto quien es él, y también que ella es su mujer.

Los diálogos que mantienen, de ida y vuelta en la alternancia de momentos de mayor o menor lucidez, aluden a las interesantes vidas que desarrollaron en los escenarios y las redacciones, para ir desplazándose hacia el mundo cada vez más íntimo y privado de la pareja. El suyo fue un amor de madurez que comenzó en 1997, «un amor de esos que empiezan para no terminar nunca».

La mayor parte del documental les vemos luchando por sobrevivir cada día, cada mañana, cuando ella se presenta y le recuerda quien es, enseñándole la fotografía del día de su boda (celebrada veinte años después de iniciar ese amor, que fue loco en sus comienzos y ahora se demuestra más fuerte que la adversidad), mientras él se lamenta porque no saben quienes son las personas de la imagen, está desorientado y cree que ha perdido a sus amigos.

«El amor de esta pareja –ha dicho la realizadora Alberdi- es tan real que persiste y se reinventa en un escenario tan complejo como el de esta enfermedad».

Con ternura y paciencia, Paulina «guía minuciosamente a su marido a través del laberinto mental cada vez más enrevesado de su pasado, señalándole los hechos y los momentos clave a los que debe aferrarse: sus relaciones de periodista, su círculo de amigos y su familia (tiene dos hijos, ya adultos, de una unión anterior): «Me quieren mucho, repite como un mantra, para intentar despejar los nubarrones de la confusión».

Durante el período más negro de la reciente historia chilena, desde Teleanálisis, un programa televisivo que daba voz a la oposición, Augusto Góngora transmitió micrófono en mano, durante cinco años «el pulso real del país», visitando pueblos y barriadas. Después tuvo una larga y exitosa carrera presentando programas culturales.

Como una pirueta irónica de un destino imposible de controlar, tras la caída de Pinochet –en 2023 se ha celebrado el cincuenta aniversario- Augusto Góngora participó en la edición de un libro colectivo sobre la necesidad de que el país recordara todo el horror vivido en aquellos años de muertos y desaparecidos.

«La palabra memoria tiene un significado especial en América Latina. Su sola mención es suficiente para traer al presente a estudiantes, ciudadanos y escritores que vivieron los años más duros de las dictaduras militares en la región. Memoria es luchar contra el olvido. La memoria infinita, el documental de Maite Alberdi, va un poco sobre eso. También se ocupa de la historia en minúsculas, de la que ocurre bajo un techo en la intimidad de una pareja que se ama.» (Luis Pablo Beauregard, El País)

A dónde van las palabras que no se quedaron?
¿A dónde van las miradas que un día partieron?
¿Acaso flotan eternas, como prisioneras de un ventarrón
O se acurrucan, entre las hendijas, buscando calor?

¿Acaso ruedan sobre los cristales, cual gotas de lluvia que quieren pasar?
¿Acaso nunca vuelven a ser algo?
¿Acaso se van?» 

(Silvio Rodríguez)

  1. «La memoria infinita» se estrena en los cines madrileños el viernes 12 de enero de 2024.
Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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