Ocho años después de nacer, creada por veintitrés socios y arropada por más de 130 amigos, la librería La Libre de Barrio, de Leganés, ha acudido este año a la Feria del Libro de Madrid por segunda vez en su historia, haciéndose hueco en una Feria que este año, tras el maremoto de la pandemia, ha sido mucho más pequeña en cuanto a número de casetas y a la que ha habido que entrar con restricciones y tras guardar largas colas.

Su presencia en la Feria es la certificación oficial de que La Libre ha sobrevivido a la catástrofe. Haberlo hecho sin perder por el camino el carné de identidad es, en sí mismo, un logro. Araceli del Rincón una de las socias y fundadoras, lo tiene claro.

«Nuestro papel en la Feria del Libro, es el mismo que hacemos en el barrio. Llevar otro tipo de literatura, no solo novela sino ensayos, filosofía, política, poesía, al lector. No queremos llevar los best seller o la última novedad sino hacer que esa otra literatura tenga presencia en la Feria. Queremos hacer lo mismo que en el barrio donde estamos. Eso es lo que nos diferencia».

Claro que, una vez en la Feria, en esa caseta número 286, hay más cosas que les diferencian:

«Para empezar las grandes colas que se forman en la Feria en los demás puestos pues no aparecen en el nuestro. A día de hoy esas colas son las que se forman para que firmen los Influencer, los Youtuber. Nosotros no tenemos. No porque no nos los ofrezcan sino porque no queremos, no es eso lo que queremos ofrecer. Este ultimo fin de semana ha estado Antonio Maestre con ‘Franquismo S.A.’  e ‘Infames’. Ninguno de los dos son novedades, pero queríamos que tuviesen su espacio. También ha estado Jorge Dioni, con ‘La España de las piscinas’ y Noel Ceballos con ‘Pensamientos conspiranoicos’. Ahí también hay diferencias con lo que ofrecen otras casetas. Preferimos libros muy diferentes antes que las últimas novedades. Hemos tenido a Pilar Quintana la escritora colombiana que ha sido Premio Alfaguara 2021 con todo lo que significa Colombia, que además era el país invitado a la Feria este año, con toda la polémica que ha causado. Estamos dando la oportunidad no solo a los libros sino también a que autores y autoras puedan relacionarse con los lectores en tu caseta, esas cosas son las que nos diferencian». 

Este es el segundo año que La Libre ha estado en la Feria. Un segundo año que la pandemia ha aplazado a septiembre y que supone todo un reto para una iniciativa que hace ocho años no podía ni atreverse a soñar con esta situación.

«La libre cuando empezó nos parecía un éxito que hubiéramos podido aguantar un año. Ni se nos pasaba por la cabeza poder ir a la Feria del Libro. Era algo inabarcable. El simple hecho de planteárselo es un cambio de ciento ochenta grados. Ya no somos un proyecto pequeñito entre amigos, sino que la difusión que tenemos, sobre todo en redes sociales, nos da fuerza para plantearnos retos como este».

La libre se creó como un proyecto social asociativo y cultural de pensamiento crítico. Y ese es el mismo con lo que nos hemos presentado a la Feria. Y el que además creen que ha facilitado su supervivencia en tiempos tan duros como los pasados: 

«Garantizamos la supervivencia porque somos lo que somos. Somos un punto de referencia cultural y político social. Eso nos garantiza la supervivencia. Seguimos estando porque hay un montón de gente que nos apoya y que nos permite continuar. Si fuéramos una librería al uso, a día de hoy no existiríamos. Durante la pandemia se ha visto. Si no hubiera sido por esa gente no hubiéramos podido seguir abiertos».

Desde las relaciones con la organización de la Feria y la colocación de los libros hasta los turnos para poder atender la caseta, que se han repartido entre los dos libreros contratados por la librería y los propios socios fundadores del proyecto, todo en la presencia de La Libre en la Feria ha sido un esfuerzo que solo se supera a base de voluntad, trabajo, debates y discusiones que también las hay. Al final se sigue adelante. Como siempre desde que nacieron. 

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