«La isla roja» de Robin Campillo: bienvenidos a Madagascar y sus paisajes del corazón

«La película de Robin Campillo es a la vez una búsqueda poética del tiempo perdido y un cliché cruel de la idiocía colonial. Es alegre, es triste, es amarga. Aquella Francia fuimos nosotros» (François Forrestier, L’Obs)

Seis años después de «120 pulsaciones minuto», el espléndido largometraje que en 2017 consiguió el Gran Premio del Jurado de Cannes para el cineasta francés Robin Campillo, «La isla roja» –roja como la tierra malgache, roja como las puestas de sol irrepetibles- es una historia de la colonización francesa de Madagascar inspirada en experiencias propias y ajenas de la niñez de su autor, que acaba de competir en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

Se trata del cuarto trabajo de un realizador muy especial -en su primer film «Les Revenants» (2004), imaginaba que los muertos regresaban, en «Eastern Boys» (2013) describía la relación de un cincuentón con una prostituta ucraniana, y en «120 pulsaciones minuto» contaba una historia de amor sobre el fondo de la militancia en Act Up, un movimiento francés surgido en los años negros del Sida, en los años ochenta- que esta vez ha filmado, en «La isla roja», una historia a la vez íntima y política, de aprendizaje y del final de las ilusiones.

«La isla roja» nos devuelve a Madagascar en los primeros años setenta, en una de las últimas bases del ejército francés cuando los militares, y sus familias, viven los últimos coletazos del colonialismo, una época que se acaba, con la inquietud de no saber qué futuro les espera.

En ese ambiente, Thomas (Charlie Vauselle, once años, debutante), un soñador y curioso preadolescente, observa todo mientras se divierte intentando emular a Fantomette, la intrépida heroína justiciera de sus lecturas, y se da cuenta de que está a punto de perder el paraíso donde ha crecido. Aunque no comprende todo intuye que el mundo de los adultos es diferente y que en él los sentimientos son complejos, hay miedo, celos, deseos, amor y desamor. A través de su mirada se revela la existencia de un colonialismo persistente.

El padre de Thomas (Quim Gutiérrez, «Azul» Premio Goya de Interpretación 2007, «Primos») es militar en la base 181 de Ivato, donde vive con su mujer Colette (Nadia Tereszkiewicz, «Mon crime», «Rosalie», «Les amandiers») y sus tres hijos. Hace doce años que la isla es independiente, pero el ejército francés todavía no ha abandonado el lugar.

Como el pequeño Thomas, el realizador Campillo es hijo de un suboficial del ejército del aire destinado en Tananarive y los recuerdos del niño, entre realidad y fantasía, forman parte de los suyos: lugares teñidos de nostalgia, dos militares se ahogan al volcar su barca arrastrados al fondo por el agua que ha inundado sus botas; un cura practica un exorcismo, Papá Noel reparte juguetes en una cabaña hecha de paracaídas, un soldado se ha enamorado de una nativa, las parejas bailan a los sones de «Acércate más» de Nat King Cole, alguien regala a los niños crías de cocodrilos, encuentros nocturnos entre los bambúes, confidencias de una niña que esconde un secreto…hasta la independencia al final. Tras la postal del paraíso estaba latente la insurrección: amargura entre los franceses, alegría de los malgaches.

  1. «La isla roja» se estrena en las pantallas madrileñas el viernes 20 de octubre de 2023
Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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