Ocho oficinas de Greenpeace emprenden acciones legales contra la inclusión del gas fósil y la energía nuclear en la lista de inversiones sostenibles de la Unión Europea (UE), la taxonomía.
La Comisión Europea decidió añadir estas tecnologías contaminantes a la taxonomía en enero de este año 2022, y el Parlamento Europeo no se opuso en una votación en julio, a pesar de la amplia oposición de la ciudadanía de la UE, los científicos climáticos, las instituciones financieras y las organizaciones medioambientales.
El 8 de septiembre 2022, Greenpeace Alemania, Francia, España, Italia, Bélgica, Luxemburgo, Europa Central y del Este y Greenpeace Unión Europea enviaron una solicitud de revisión interna a la Comisión. Greenpeace argumenta que la inclusión del gas y la energía nuclear en la taxonomía viola el reglamento de la taxonomía, la Ley Europea del Clima y las obligaciones de la UE en virtud del Acuerdo de París de 2015.
La Comisión tiene hasta febrero para revisar los argumentos de Greenpeace y responder. La Comisión puede estar de acuerdo con los argumentos de Greenpeace y retirar el acto delegado complementario que añadió el gas y la energía nuclear a la taxonomía. Pero en caso contrario, Greenpeace llevará el caso ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE).
«Estamos en disposición de demandar a la Comisión Europea ante el TJUE por lo que consideramos un atropello a la legislación europea e internacional sobre protección del medio ambiente y el clima. La ciencia es clara: tenemos muy poco tiempo para actuar, el presupuesto de carbono que nos queda es muy limitado y los Gobiernos no están haciendo lo suficiente. Pero la clase política nos ha vuelto a defraudar, dejándose presionar por los lobbies energéticos en lugar de proteger el interés general de la ciudadanía europea. Por eso, si la Comisión no rectifica, pediremos el amparo de la justicia», ha declarado Lorena Ruiz-Huerta, abogada de Greenpeace España.
La responsable de la campaña de finanzas sostenibles de Greenpeace en la UE, Ariadna Rodrigo, señala que «esta falsa etiqueta verde es incompatible con la legislación medioambiental y climática de la UE. El gas es una de las principales causas del caos climático y económico, mientras que todavía no hay solución al problema de los residuos radiactivos nucleares y el riesgo de accidentes nucleares es demasiado importante para ignorarlo. Además, este invierno nos enfrentaremos a una crisis energética, y la gente tendrá problemas con sus facturas de energía. Nos indigna que quienes han causado la crisis climática y energética, sean los mismos que se benefician de ella, mientras la gente sufre. La Comisión Europea tiene un papel en esto y se ha ensuciado las manos con el etiquetado verde del gas y la energía nuclear. El lavado verde del gas fósil y la energía nuclear ha tenido una motivación política desde el principio, pero eso no ayudará a la Comisión Europea en los tribunales».
«Se suponía que la taxonomía de la UE era una herramienta para luchar contra el lavado verde. En cambio, por razones políticas, se ha convertido en uno de los mayores lavados verdes de la historia, con incentivos para el gas fósil y la energía nuclear, es decir, para las inversiones que dañan el clima. La Comisión Europea ha perdido la oportunidad de utilizar la taxonomía para asegurar inversiones verdaderamente verdes que ayudarían a Europa a avanzar rápidamente con la transición energética y la acción climática que tanto necesita. No podemos permitirnos perder más tiempo debatiendo la sostenibilidad de soluciones falsas como el gas fósil y la energía nuclear», ha declarado Meritxell Bennasar, responsable de la campaña de taxonomía en Greenpeace España.
Llamar al gas sostenible supone negar la ciencia climática. Actualmente, el gas es el mayor emisor del sector eléctrico en Europa, y la Agencia Internacional de la Energía ha advertido que las nuevas centrales de gas dejarán fuera de juego los objetivos de París.
La energía nuclear genera peligrosos residuos nucleares y utiliza enormes cantidades de agua dulce, con un devastador impacto negativo en la biodiversidad y la naturaleza. Además, los larguísimos procesos de construcción (de diez a diecinueve años) y los costes cada vez más elevados de las centrales nucleares dejan absolutamente claro que no podemos confiar en la energía nuclear como solución a la crisis climática.
Una transición energética acelerada, basada en las energías renovables y el ahorro energético, es el camino para resolver la crisis climática y energética, y la taxonomía debería canalizar los fondos sostenibles únicamente hacia ellas.