La inclusión del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo en la Constitución, decidida por el Congreso de Francia -primer país que así lo establece-, es percibida por organizaciones humanitarias y medios internacionales como una victoria frente a los movimientos antiderechos que también han avanzado en el mundo, informa la IPS desde París.

Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional (AI), sostiene que «consagrar el aborto en la Constitución es un día histórico para los derechos de las mujeres, un baluarte contra los movimientos antiderechos».

Agrega que «envía un mensaje de esperanza y solidaridad a los grupos de mujeres y a todos quienes defienden el aborto y otros derechos sexuales y reproductivos».

El 4 de marzo 2024, sesionando en el Palacio de Versalles –símbolo de la grandeza del país-, el parlamento francés introdujo en el artículo 34 de la Constitución este párrafo: «La ley determina las condiciones en las que se ejerce la libertad garantizada para la mujer de recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo».

Votaron a favor 780 de los senadores y diputados reunidos -una mayoría ampliamente superior a los tres quintos requeridos, desde representantes de la izquierda hasta de la extrema derecha- con 72 votos en contra y 50 abstenciones.

Esa votación «es una victoria para las organizaciones de la sociedad civil que han o hecho campaña por la justicia reproductiva, que permite a los ciudadanos tomar decisiones informadas sobre su vida, su cuerpo, su salud y su bienestar», dijo Hillary Margolis, investigadora en la organización Human Rights Watch (HRW).

Francia despenalizó el aborto y autorizó la interrupción voluntaria del embarazo desde el 17 de enero de 1975, con una legislación impulsada por la entonces ministra de Salud e histórica defensora de los derechos de la mujer, Simone Veil, durante la presidencia de Valery Giscard d\’Estaing (1974-1981).

El actual presidente, Emmanuel Macron, decidió impulsar la constitucionalización de ese derecho, y celebró con un mensaje en sus redes sociales: «Orgullo francés, mensaje universal. Celebremos juntos la entrada de una nueva libertad garantizada en la Constitución».

En la acera opuesta, la Iglesia católica reaccionó con una declaración de la Pontificia Academia para la Vida indicando que el aborto «sigue siendo un atentado contra la vida en su origen. En la era de los derechos humanos universales, no puede haber derecho a quitar una vida humana».

Los movimientos sociales y políticos en Francia avanzaron en la reforma a la Constitución después de que en Estados Unidos la Corte Suprema hizo retroceder conquistas en derechos de las mujeres en ese país.

El 24 de junio de 2022, el máximo tribunal estadounidense anuló lo decidido en 1973 por esa Corte en el caso «Roe vs. Wade», que protegía constitucionalmente la libertad de una mujer embarazada para elegir abortar sin excesivas restricciones.

Con la decisión «Roe vs. Wade» se anularon muchas leyes federales y estatales sobre el aborto, pero la discusión pervivió en la nación norteamericana y desembocó en la decisión de 2022, tomada con los votos de seis jueces contra tres.

Entretanto, en América Latina avanzaron legislaciones y propuestas en favor del derecho al aborto en Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México, hasta el punto de que hasta 37 por ciento de la población de la región vive en países donde las mujeres han ganado el derecho al aborto legal o a no ser encarceladas por abortar.

Sin embargo, hay señales de estancamiento o retroceso, pues en Chile fracasaron los intentos de dotarse de una nueva Constitución, y en Argentina diputados del partido La Libertad Avanza, del nuevo presidente Javier Milei, presentaron el pasado febrero un proyecto para ilegalizar y penalizar el aborto en ese país.

El Congreso argentino aprobó a finales de 2020, tras intensas movilizaciones de movimientos feministas, una legislación que autorizaba la interrupción del embarazo.

Durante el debate en el parlamento francés, la líder del partido izquierdista La Francia Insumisa, Mathiulde Panot, dijo que la reforma es «una promesa para las mujeres que luchan por todo el mundo por el derecho a disponer de su cuerpo, en Argentina, en Estados Unidos, en Andorra, en Italia, en Hungría o en Polonia».

Callamard también se refirió al caso estadounidense y dijo que «el ejemplo de Estados Unidos muestra cuán devastador, peligroso y regresivo es debilitar el aborto como derecho».

Recordó que en Europa «todavía hay países como Polonia y Andorra, donde el acceso al aborto es extremadamente limitado y donde quienes luchan por este derecho son objeto de persecución».

«La votación de hoy en Francia debería allanar el camino para una mayor protección del acceso al aborto en otras partes del mundo», añadió Callamard.

Periódicos referenciales de varias capitales también presentaron la reforma en Francia como una réplica a los movimientos regresivos o conservadores y un respaldo a la causa de los derechos de la mujer en todo el mundo.

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