Los que vivimos en el foro desde hace muchos años, aunque no seamos madrileños de pura cepa, solemos decir cuando vamos fuera eso de que «Somos de Madrid», porque creo que en realidad nos sentimos ya madrileños, por muchas cosas: aquí conseguimos un día trabajo, nos casamos, adquirimos el pisito después de una interminable hipoteca, nacieron nuestros hijos y en algunos casos los nietos. Es decir que, gatos gatos no, pero maullamos en cuanto nos pisan el rabo, en este caso el modo o lengua con la que nos entendernos en nuestros barrios, bares, chamizos o plazoletas.

Es por eso que a algunos nos ha llamado la atención un hecho que nos preocupa a los que vivimos en esta ciudad y ya de paso amamos un idioma que es el nuestro, que unos llaman castellano y otros llamamos español, porque ambas acepciones son correctas, se mire por donde se mire, desde San Millán de la Cogolla al barrio de Lavapiés.

El asunto en cuestión es que en un lugar tan emblemático de esta Villa y Corte como es la tan conocida por propios y extraños como Gran Vía madrileña está desapareciendo este idioma, español o castellano, que, afortunadamente, ya hablamos alrededor de quinientos millones de personas en todo el mundo, millón arriba millón abajo, y que sigue creciendo, si nos atenemos a lo que indica el Instituto Cervantes, aunque según el último informe se haya ralentizado un poco el crecimiento, por otra parte imparable.

Lo cierto es que tanto gatos como allegados no sabemos si la cosa de la desaparición del idioma común como herramienta para entendernos en nuestra ciudad y en esa Gran Vía no pecuaria madrileña es debido a que el gran defensor del idioma español, como era el simpar político y al parecer lingüista de última hornada, Toni Cantó, haya renunciado a su cargo, al que había llegado en volandas o de la mano de nuestra presidenta, Isabel Díaz Ayuso, tras deambular por diferentes formaciones políticas en busca de mejor cobijo.

La cosa idiomática a estas alturas está de tal forma enrevesada que si ustedes pasean ahora por la susodicha Gran Vía madrileña observarán que el idioma de Cervantes, Garcilaso, García Márquez o Teresa de Jesús está desapareciendo a marchas forzadas. Tanto es así, que según el periódico El País, editado en este Madrid de nuestro vivir diario, en la Gran Vía de Madrid «El 65 por ciento de los comercios relega el español». Así, con dos bemoles, por no decir otra cosa que quedaría como más cheli, pero menos adecuada para la ocasión.

Todo ello sucede en unas fechas en que tanto propios del lugar o villa como foráneos que acuden a las compras están llenando la frecuentada Gran Vía en busca del maná que le prometen las campañas publicitarias, porque al parecer el consumismo se ha convertido en una necesidad de primer orden.

Y para muestra, ahí van algunos carteles o rótulos en inglés que, eso sí, por precaución y ayuda hemos traducido para que los entiendan los que vienen de Albacete de compras, porque los del foro ya nos estamos apuntando a academias de idiomas para intentar vivir y convivir en un lugar que consideramos nuestro: Dear Hotel (Querido hotel), New Openning (Nueva apertura), Now Hiring (Ahora cotratamos), Your space en the heart of Madrid (Tu espacio en el centro de Madrid), Una taza de self-love (Una taza de amor propio), Blue Magic Heppens here (Magia azul pasa aquí), The New Beauty (La nueva belleza), Traveling Alone or with Friends (Viajando solo o con amigos, Opening Soon (Abrimos pronto).

Siempre se ha dicho eso de que De Madrid al cielo, pero visto lo visto, y a este paso, el señor Martínez Almeida, Sheriff de la Villa y Corte, nos tendrá que poner en los centros de mayores algunos profesores o profesoras que nos enseñen inglés a los jubilados, porque dicen que los jóvenes ya lo hablan casi todos y los mayores tardamos más en aprender.

Claro que con nuestras pensiones medio temblando, y la que está cayendo, muchos jubilados no necesitamos ir a la Gran Vía de compras, pues ya se ha encargado nuestra presidenta comunitaria, la señor Díaz Ayuso, de facilitar la instalación de bares y chiringuitos en cada uno de los bares o pueblos de la periferia, donde podemos pedir el carajillo correspondiente sin necesidad de hablar inglés.

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha siete libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», «Memoria Histórica. Para que no se olvide» y «Una Transición de risa». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

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