Rafael Riqueni volvió al mundo discográfico en 2017 con Parque de María Luisa, tras veintiún años de ausencia. Un álbum con recuerdos musicales de su infancia en las cuerdas de su guitarra prodigiosa, que reprodujo trinos de aves, revuelo de palomas, rumores del agua de estanques y fuentes, aromas de jazmín y dama de noche, descripciones musicales de la glorieta de Bécquer y de la Plaza de España, del Parque por bulerías, de tiempos pasados, remembranza de los Quintero y sus recuerdos más personales. Una auténtica joya de creación musical para guitarra de concierto.
Ahora regresa con Herencia, un trabajo que se presentó en estreno absoluto el 29 de enero de 2020 en el Teatro Lope de Vega de Sevilla, cuya salida al mercado está anunciada para finales de marzo 2020. Mientras llega esa más que esperada edición, Riqueni prodiga su presentación en vivo y en directo por festivales, teatros y tablaos.
Herencia está dedicado a los maestros de la guitarra Paco de Lucía, Mario Maya, Pepe Habichuela, Enrique de Melchor, Tomatito, Serranito, Manolo Sanlúcar y Joaquín Amador, más al cantaor Enrique Morente, personaje entrañable en la historia personal de Riqueni.
Hemos presenciado dos presentaciones de Herencia con un intervalo de dos semanas: en el inspirador espacio de la Bodega de los Apóstoles de González Byass en el marco del 24 Festival Flamenco de Jerez, y el viernes pasado en la Sala de Cámara del Auditorio Nacional de Madrid. En ambos, un noventa por ciento de guitarra solista en concierto y un diez por ciento acompañado por los guitarristas Salvador Gutiérrez y Manuel de la Luz, formando un trío que rebosaba devoción hacia el maestro, rozando el misticismo.
No cabe duda de que Herencia es una obra maestra, en ambos aspectos, compositivo y de interpretación. Es la culminación de una carrera llena de altibajos de carácter personal, que en la persona del maestro parecen haberle servido para crecer artísticamente. El dolor es una gran escuela, sobre todo cuando se es poseedor de una sensibilidad indescriptible. Quizá por la temática de la obra, ha querido acercarse primero a la emoción y luego a la técnica, por este orden.
Hablamos tanto de Jerez como del Auditorio. Emocionó y de qué forma. Con tangos que sonaban a himnos, con alegrías terminadas con un picado que se clavaba en el alma. Con unas Lágrimas por seguiriyas derramadas por su guitarra para Paco de Lucía. La increíble Farruca Bachiana, que no podía estar dedicada más que al maestro Mario Maya. La Herencia para Pepe Habichuela; con una taranta dedicada a Enrique de Melchor, Minerico, que emocionó al límite con trémolos marca de la casa.
A Tomatito le tocó esos Nuevos Sones por bulerías, al estilo del maestro de Almería, bravas, profundas. Por sevillanas en homenaje a Manolo Sanlúcar, unos Aires de Sevilla que por lo que se oye por ahí, serán banda sonora de la próxima bienal sevillana.
A Víctor Monje, Serranito no podía sino dedicarle el Café de Chinitas, un histórico en su trayectoria por el tablao madrileño; a Joaquín Amador, eterno compañero de Manuela Carrasco, en la profesión y en la vida, le recuerda la Triana de ambos, esa Triana que es más famosa que Sevilla o, como dicen los trianeros, Sevilla es un barrio de Triana, con una composición llamada Pureza, no sé si por la calle más emblemática del barrio o por razones sensibles del alma, quizá por las dos cosas. Como dicen por allí, gloria bendita.
Especial para Enrique Morente, una Triste Luna que solo podía ser una soleá, en la que Riqueni se volcó en unos trémolos interminables, poniendo los corazones a salirse del pecho.
Música íntima, pausada, reflexiva, refinada. Flamenco sinfónico o auténticas sinfonías con aires flamencos y con aires de clásico español. Transmite de forma envolvente. En la sala de cámara del Auditorio “suena” un silencio sepulcral, ni se respira ante el espectáculo de arte total que despliegan los dedos de Riqueni ante oídos casi atónitos de admiración.
Pero… ¿bastan el esplendor de la guitarra, los paisajes musicales con todos los sutiles matices contenidos en el lenguaje personalísimo del maestro?
Rafael Riqueni ha decidido presentar Herencia solo a través de la interpretación de su música. Una forma inédita de presentar un nuevo trabajo discográfico. En Jerez, más que mediado el concierto dijo escuetamente “ahora un poquito por bulerías” y al final algo que siempre está en su repertorio, que ya estuvo en Parque de María Luisa, el Romero Verde por bulerías de su amigo del alma, trianero como él, compositor y guitarrista como él. El poeta Manuel de Molina.
En el Auditorio, el viernes 6 de marzo de 2020, silencio absoluto, tanto, que cuando anunció, casi al final del concierto, la bulería Romero Verde, hubo alguna risita en la sala. Cierto, Herencia es una joya en cuanto a estructura musical que el maestro interpreta magistralmente. Es totalmente respetable que Rafael Riqueni por algún criterio íntimo, personal, decida permanecer en silencio verbal durante hora y media de concierto, pero poner el repertorio del concierto en el programa de mano hubiera sido igualmente respetuoso con las intenciones del maestro y el público hubiera disfrutado de la información de lo que iba a escuchar.
Y aquí el Centro Nacional de Difusión Musical, CNDM, también tiene cierta responsabilidad.