Los museos latinoamericanos ya tienen una historia que narrar y tienen una mirada diferente a la mirada europea en cuanto a su enfoque histórico y artístico. Esa nueva mirada está presente en el Museo Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires (MNBA), Argentina.

El MNBA se fundó en 1895, su primer director fue el artista e historiador Eduardo Schiaffino. Se inauguró un 25 de septiembre de 1896 con un acervo inicial de 163 obras, varias donaciones y una visión ecléctica.

En 1910, época del Centenario, contaba con colecciones de maestros: Francisco de Goya, Joaquín Sorolla, Edgar Degas y Pierre Auguste Renoir. En 1931, el museo se trasladó a su actual ubicación, la antigua Casa de Bombas de Recoleta, que fue reformada.

Su acervo se enriqueció en la década de los años cuarenta con El Beso de August Rodin, y La ninfa sorprendida de Edouard Manet.

En 1955, Jorge Romero Brest asumió la dirección, incorporó las secciones de restauración y fotografía y abrió un auditórium para conferencias, propicio premios y certámenes. Durante la década de los años setenta se produjeron ampliaciones y en la del ochenta se inauguró la sala superior con De Chirico, Ernst, Magritte, Miro. Ese mismo año, el Museo sufrió un robo de veintitrés piezas importantes de la colección.

El MNBA se reabrió con el profesor y académico Guillermo Whitelow, con una museografía cronológica y didáctica, poniendo en relevancia el arte argentino con retrospectivas de Antonio Berni, Emilio Pettoruti, Raquel Forner y con grandes exposiciones internacionales: «México: 3000 años de cultura», «Contraste de formas. Abstracción Geométrica 1910-1980», organizada por el MOMA y el museo Guggenheim, y la gran muestra del ICOM, para su congreso internacional.

En estos años tuve el privilegio de colaborar con el profesor Whitelow y ver esplendor del museo, la apertura de la sala Colección Hirsch, la afluencia de público y las grandes exposiciones internacionales.

MNBA, arquitecto Andrés Duprat © ABianco

Para conocer sobre la gestión actual, la nueva mirada museográfica y los proyectos, conversamos con el actual director del MNBA, arquitecto Andrés Duprat.

Andrés Duprat: Con los estudios y el tiempo se va complejizando la categoría que se pensaba homogénea del «arte latinoamericano», al investigar se ve que es heterogéneo, diverso, con muchas tendencias. Para el imaginario de los países centrales (Europa y Estados Unidos) el «arte latinoamericano» era figurativo, pero al estudiar se va viendo su diversidad: la presencia del Arte Concreto, el Arte Abstracto, Cinético, Conceptual…

Adriana Bianco: Recuerdo el grupo de Recherche d’Art Visuel con Le Parc, Cruz Diez y los Geométricos venezolanos, la Escuela de Torres García en Uruguay entablando un dialogo entre Latinoamérica y Europa en mutuas influencias.

AD: Estamos en una consideración mas seria, donde se investiga más y se rompe la idea de «Exotismo» del Arte Latinoamericano que tenían los países centrales con respecto a la periferia.

AB: Ya no somos tan periféricos…existe una interactuación global en las artes plásticas.

AD: La globalización, los estudios académicos, las investigaciones nos dan otra perspectiva. La Bienal de San Pablo de Brasil, por ejemplo, ha mostrado otras poéticas que estaban soslayadas. Por otra parte, hay un trabajo institucional de posesionarse como instituciones a nivel global, no locales o regionales.

AB: El Museo de Bellas Artes, por tradición, ha mostrado el arte europeo a través de las grandes colecciones privadas y sus donantes, y conjuntamente ha hecho una gran difusión de la narrativa cronología del arte argentino, este museo ha sido un gran promotor del «Arte argentino».

AD: Sin duda, y esa tradición se mantiene. Quien visite este museo tendrá un panorama del arte argentino, pero encontrará el arte argentino dialogando con los grandes movimientos internacionales. En la Sala Cubista estan Picasso, Klee, Kandinsky, Braque, Leger, pero también Pettoruti, del Prete, artistas que fueron contemporáneos y que trabajaron en la misma época en las vanguardias. Lo mismo sucede con el Arte Concreto. Hay ya una madurez artística latinoamericana que debemos considerar.

AB: Pienso en artistas como Matta, Wilfredo Lam, Seguí, o movimientos como la Nueva Figuración con Felipe Noe, y si vemos en México, con los muralistas, la Generación de la ruptura, en Brasil con el gran movimiento modernista, en Venezuela con los abstractos, los cinéticos, Colombia con Botero, creo que el Arte Latinoamericano tiene algo que decir…

AD: Sin duda, mira lo que ha pasado en cine, el cine de los años cuarenta y cincuenta era el «pintoresquismo», la violencia, la marginalidad, y hoy, hay un cine argentino con su propia poética y su propias técnicas y no atado a lo que espera «el centro» o sea Europa y Estados Unidos. Latinoamérica ha crecido en sus artes, deja de responder a los centros de poder para buscar en si mismo.

AB: Es la consolidación de una identidad.

AD: Hay que celebrar esa suerte de autonomía y el permanente estudio e investigación de cada país latinoamericano para enriquecer su visión histórica, su propio camino.

AB: Cuando entrevisté al profesor Guillermo Solana, director del Museo Nacional Thyssen Bornemisza, me decía que, si la juventud se aparta de los estudios humanísticos, desconoce su historia y la civilización occidental greco romana y judeo cristiana, no va a poder leer, ni entender el acervo cultural histórico. Esta generación tecnológica, de las redes, el celular, del aprendizaje Google, sin el soporte histórico y cultural del pasado quedara separada de la narrativa humanística. ¿Qué pasa con nuestra Latinoamérica y nuestra juventud latinoamericana?

AD: Pasa el mismo peligro. Aunque no podemos estar en contra de la evolución humana, con la Inteligencia Artificial se cruza una línea que va a cambiar la mirada, no solo hacia el futuro, también hacia atrás. O sea, es una nueva visión donde uedes llegar a desconfiar de la imagen, de las fuentes, de la historia… ¿Va a haber una reinterpretación de la historia, una nueva visión hacia atrás del arte?

También, paradójicamente, mientras puedes ver un museo en el celular, hay un boom de visitas a los museos. Hay una necesidad de pararse frente al cuadro original.

AB: Nada es comparable a esa experiencia. Un museo ya no es solo preservación del patrimonio cultural, es exhibición, experiencia histórica y una fábrica de ideas.

AD: El Museo Nacional de Bellas Artes no solo considera lo histórico, presenta también el arte contemporáneo, la visión de los Premios Nacionales, con la perspectiva de una colección histórica dentro del museo. Yo me pregunto: ¿Por qué siguen existiendo los Museos de Arte? Fíjate que al MNBA llegan más de dos mil personas por día, además del área educativa, muy importante con la visita permanente de escuelas.

AB: Estamos en el circuito de Museos, entre los parques de Palermo: el Arte Decorativo, el Malba, La Recoleta…

AD: Si, es un gran paseo cultural. Entonces ves que el museo ofrece el poder de experimentar las artes visuales de una manera real y sensible, no en una pantalla, celular o computadora. Estar frente a una obra que fue pintada siglos atrás, directa a tus ojos como testimonio, es una experiencia única. Abismarse a la historia es algo muy poderoso.

AB: El museo, además, tiene una sala Goya…

AD: ¡Algo inaudito! Y tenemos más obra de la que está expuesta. Es una gran sala dedicada a Goya. No te olvides, Argentina fue a fines del siglo diecinueve, comienzos del veinte, una potencia, el granero del mundo, y tuvo una elite económica muy ilustrada, que miraba a Europa. Borges decía: «los argentinos nos creemos europeos en el exilio». El pecado fue creérselo, hace unas décadas se empezó a reconsiderar que somos parte de una región igualmente importante. Es verdad que esa elite viajaba a Europa, compraba obras. Tenemos colecciones importantes, donadas; es verdad, son eclécticas, enciclopedista, pero representan lo que fue nuestra cultura argentina.

AB: Veo que se incorporó también, una sala de Arqueología argentina.

AD: Si, porque era necesario mostrar los orígenes. El perfil del Museo era europeo y estaba concebido desde una óptica museografía europea. Ofrecemos las colecciones de arte europeo, pero también ofrecemos el arte argentino desde sus orígenes.

La idea es mostrar lo que había en nuestro territorio, una cultura originaria antes de la llegada de los europeos. Recibimos una colección de arte prehispánico y contratamos una curadora en Arqueología que armó la sala con trescientas piezas.

El visitante puede hacer un circuito latinoamericano, entrar por la sala precolombina, pasar por la sala colonial, y luego a la Argentina siglo diecinueve.

AB: Y en el piso superior se puede apreciar el arte moderno y contemporáneo, así se completa el panorama artístico desde la mirada argentina. ¿Cuál es la perspectiva del museo hacia el futuro?

AD: El museo continuará con un programa de adquisiciones ayudado por la Asociación de Amigos del museo. Los premios y adquisiciones son parte del patrimonio. Como ya sabes, el museo esta sostenido por el estado y es política cultural del estado que los museos sean de acceso gratuito.

Como proyecto futuro tenemos exposiciones temporarias, donde se incluyen exposiciones internacionales y otras locales. Tenemos un público cautivo que gusta de la colección, pero también un público que asiste a las temporarias y renuevan el flujo.

Dentro de las exposiciones locales tenemos lo histórico como la muestra del maestro Sívori, ahora la de Prilidiano Pueyrredón, y de los modernos: León Ferrari, Distefano, Le Parc, los grandes maestros argentinos, proyectamos nuestros artistas, como hace el MOMA y otros museos internacionales.

Por otra parte, estamos frente a una obra de ampliación del museo, donde va a haber ascensores, escaleras y mejor acceso al museo por las dos entradas y van a existir más servicios. El Museo ha recibido muestras importantes del Reina Sofia de Madrid, de la Tate de Londres, cumpliendo todos los estándares internacionales y continuaremos en eso, de allí la modernización.

Hay otro proyecto, hacer un gran centro de conservación del patrimonio, en un edificio nuevo, en la Plaza Congreso, un lote transferido por el Estado al Museo, para albergar las reservas del MNBA y que sean visitables; fíjate que los museos solo pueden mostrar una selección de sus obras, pero ahora el paradigma ha cambiado, el Louvre lo ha hecho con un gran centro de conservación a dos horas de Paris.

Es un proyecto que está pendiente porque Argentina es un país de embates económico y eso lo sufren los museos, los coleccionistas, toda la cultura. Lo que se ha renovado es el coleccionismo, los coleccionistas jóvenes no son mega millonarios, pero compran arte contemporáneo y, así, giran la rueda. Las ferias han colaborado: la de Art Basel Miami Beach y la Feria de Buenos Aires, ArteBa, son muy activa.

AB: Es importante que un arquitecto, con conocimientos y sensibilidad, esté a cargo de nuestro patrimonio, ya que un museo no es solo colgar cuadros, hay una enorme estructura detrás: conservación, exposiciones, curadores en las distintas secciones de arte, biblioteca, investigación, educación, fotografía, archivo, carpintería, electricidad, personal, transporte, seguridad, restauración y más.

Montebello, el director del Metropolitano de New York, me dijo cuando lo entrevisté: «El Met es una ciudad con casi 3000 trabajadores, ¡Imagínese!»

AD: Así es. Un museo es una «ciudad de arte», maravillosa, a la que todos están invitados.

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