«El hijo», de Florian Zeller, la enfermedad mental como argumento

«El hijo», una película impecable dirigida por Florian Zeller («El Padre», ganadora en 2020 del Oscar, el Bafta, el Globo de Oro, el Premio de la Crítica y el Goya a la mejor película), se estrena esta semana en varias capitales europeas tras participar en los festivales de Venecia y Toronto, y recibir excelentes críticas en la prensa internacional.

Adaptación de la obra de teatro que forma parte de la trilogía escrita por Florian Zeller junto con Chistopher Hampton (la tercera es «La madre»), está protagonizada por Hugh Jackman («Logan», «Los miserables», «Wolverine») y Laura Dern («Jurassic Park», «Historia de un matrimonio»). Completan un reparto de brillantes intérpretes Anthony Hopkins («El padre»), Vanessa Kirby y Zen McGrath, actores de un convincente drama familiar sobre la enfermedad mental.

Peter (Hugh Jackman) y Kate (Laura Dern), son una pareja divorciada y padres de Nicholas, un adolescente de diecisiete años problemático y distante, que parece no encontrar su lugar en el mundo,. ¿Qué ha sido del niño siempre sonriente, qué le ha pasado?

Peter tiene una vida organizada con su nueva pareja, Beth (Vanessa Kirby), y el bebé que acaba de nacer, cuando el adolescente Nicholas decide que no quiere seguir viviendo con su madre y se traslada a la casa del padre, revolucionando la existencia de esa familia. Peter intenta por todos los medios superar la incomprensión y la impotencia que siente ante ese hijo que se debate entre un padre brillante en su profesión y una madre a la que el divorcio parece haber dejado sin horizonte. Inútilmente.

Tras ocuparse de la demencia senil en «El padre», el realizador francés Florian Zeller explora en «El hijo[1]» la depresión adolescente, un tema que le ha afectado muy especialmente: «Al montar la función teatral, me dí cuenta de hasta qué punto este problema concierne, más o menos directamente, a todo el mundo. Hay muchas personas que lo sufren pero también hay mucha ignorancia, vergüenza y culpabilidad en torno a este asunto».

Mientras que en «El padre» navegábamos por el cerebro del personaje, «El hijo» nos sitúa en el lugar de los padres que intentan, con la mejor voluntad, entender lo que pasa: «Era una manera de explorar ese sentimiento de impotencia, esas situaciones en las que no se sabe qué hacer, a pesar de las buenas intenciones».

Incómodo y excelente drama de una actualidad rabiosa, en el que un adolescente, víctima colateral de la separación de sus padres, pierde la razón. El chico tiene alteraciones de conducta, no consigue definir lo que le pasa, cree que nunca ha importado realmente a sus padres y empieza a presentar signos de paranoia. Cuando pide cambiar del domicilio de la madre al del padre, la aparente felicidad que siente esconde una crisis profunda que acaba llevándole a encerrarse en el mutismo. Un médico asegura que podría curarse recluido en una clínica, pero Nicholas convence a sus padres de la sinceridad de sus promesas de «normalidad».

«A pesar de ser el título de la película, el personaje del hijo es totalmente opaco. ‘Yo no quería –explica Florian Zeller- intentar explicar o justificar ese malestar sino, al contrario, atreverme a mirarlo como algo inexplicable, elusivo e incluso incómodo’ (Allociné).

  1. «El hijo» se estrena en los cines madrileños el viernes 3 de marzo de 2023
Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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