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El abandono de la España rural incrementa el riesgo de incendios

Greenpeace recuerda que el 81,52 por ciento de la superficie forestal no tiene plan de gestión

Proyecto Mosaico en Villasbuenas de Gata, Caceres 11/06/2020. Villasbuenas de Gata, Cáceres, Extremadura, España. © Pedro Armestre, Greenpeace

El abandono de la España rural está incrementando el riesgo de propagación de grandes incendios forestales, en el marco de la actual emergencia climática, señala una de las conclusiones del informe «Proteger el medio rural es protegernos del fuego. Hacia paisajes y población resilientes frente a la crisis climática» hecho público por Greenpeace para analizar las consecuencias del deterioro rural en la evolución de la superficie forestal.

Greenpeace considera que el medio rural es, y va a ser, elemento clave para hacer frente a los impactos de la crisis climática, y este informe, desde la perspectiva del riesgo de incendios debido el abandono rural, es una primera pieza informativa de toda una serie con la que analizarán vulnerabilidad y oportunidades desde distintos ámbitos, tranzando la hoja de ruta para conseguir una España rural viva y capaz de hacer frente a los enormes desafíos medioambientales de nuestro tiempo.

Paisajes más vulnerables

Desde 1962 hasta 2019 se han abandonado prácticamente cuatro millones de hectáreas de tierras de cultivo en España, lo que se ha traducido en un aumento de superficie forestal. De hecho, España es, tras Suecia, el segundo país con más superficie forestal de la Unión Europea.

Pero no se trata de bosques sino de una masa forestal continuada, abandonada (el 81,52 por ciento de la superficie forestal en España no tienen un instrumento de ordenación forestal) y vulnerable. 

Como recoge Greenpeace en este informe, AEMET confirma, entre otros fenómenos, el incremento de las olas de calor y el agravamiento de las sequías, lo que determina el estado alarmante de lo que, en la ecología del fuego, se denomina «combustible», es decir, de la materia vegetal susceptible de arder. 

«España es el segundo país con más superficie forestal de la UE y, sin embargo, hay dos terceras partes en riesgo de desertificación. Esto no son mensajes antagónicos. El abandono de tierras de cultivo y la falta de gestión de masas forestales, ha derivado en un paisaje altamente inflamable. Si ese paisaje no lo gestionamos, lo hará el fuego de manera devastadora», explica Mónica Parrilla, responsable de incendios en Greenpeace España.

09/06/2020. Bustarviejo, Madrid, Comunidad de Madrid, España.
Laura Martinez Nuñez es propietaria de una explotación da ganado caprino con 130 cabezas en la finca la Dehesa Del Valle, en Bustarviejo, cerca de Madrid. Se dedica a la ganadería en extensivo y a la producción de queso que principalmente se vende en proximidad para minimizar el impacto medioambiental y para promocionar la zona.
La labor de ganadería extensiva es sostenible con el medio ambiente y a los animales manteniendo la fauna y flora. También limpian con su ganado una faja cortafuegos para minimizar el impacto de los incendios forestales.
Greenpeace recorre distintas regiones del país para comprobar cómo el éxodo y abandono rural está convirtiendo la «España vaciada» en un polvorín para los incendios, especialmente en el contexto de la actual emergencia climática. Greenpeace recoge, por el contrario, también casos de buenas prácticas que ya se están desarrollano para mitigar esos efectos y la pérdida de biodiversidad en España.
©Greenpeace / Pedro Armestre
09/06/2020. Bustarviejo, Madrid, Comunidad de Madrid, España.
Laura Martinez Nuñez es propietaria de una explotación da ganado caprino con 130 cabezas en la finca la Dehesa Del Valle, en Bustarviejo, cerca de Madrid. Se dedica a la ganadería en extensivo y a la producción de queso que principalmente se vende en proximidad para minimizar el impacto medioambiental y para promocionar la zona.
La labor de ganadería extensiva es sostenible con el medio ambiente y a los animales manteniendo la fauna y flora. También limpian con su ganado una faja cortafuegos para minimizar el impacto de los incendios forestales.
Greenpeace recorre distintas regiones del país para comprobar cómo el éxodo y abandono rural está convirtiendo la «España vaciada» en un polvorín para los incendios, especialmente en el contexto de la actual emergencia climática. Greenpeace recoge, por el contrario, también casos de buenas prácticas que ya se están desarrollano para mitigar esos efectos y la pérdida de biodiversidad en España.
©Greenpeace / Pedro Armestre

Fortalecer el medio rural para reducir los riesgos

Entre 1970-2018 ha habido más de 628.000 incendios forestales que afectaron a más de ocho millones de hectáreas. Se trata de un problema social que, en los últimos años, se ha convertido en un problema de seguridad nacional. Para reducir la vulnerabilidad hay que reducir los factores de riesgo, diferenciando riesgo de ignición (causas que originan los incendios) y riesgo de propagación:

  1. Reducción en el riesgo de ignición. 
    En España, el 95,08 por ciento de los incendios forestales tienen origen antrópico, es decir, son provocados por el ser humano. De ellos, 52,70 por ciento de los incendios tuvieron carácter intencionado y un 28,07 por ciento se produjeron por accidentes o negligencias. De los considerados en las estadísticas con el confuso término de «intencionado», 67,84 por ciento corresponden a incendios producidos por quema agrícolas y quemas para regeneración de pastos, por lo que, en un contexto de emergencia climática, es fundamental buscar alternativas al uso del fuego como herramienta de gestión de los ecosistemas. No se puede quemar como se hacía antes, y hay que tomar medidas que integren a la población rural en procesos participativos, mejorando la percepción del riesgo. Para reducir negligencias, se requieren actuaciones de educación, planteamientos urbanísticos, etc..
  2. Reducción en el riesgo de propagación.
    Al no haber discontinuidad en las áreas forestales, un simple rayo, la caída de una línea eléctrica, o la chispa producida por una radial pueden generar incendios rápidos y agresivos de difícil control. No se pueden modificar otros factores que explican el comportamiento del fuego como son la meteorología o la topografía, pero sí se puede (y se debe) gestionar el territorio como una de las pocas ventajas estratégicas para prevenir grandes incendios catastróficos. 

«Para conseguir un paisaje resiliente ante grandes incendios forestales, se necesita dinamizar el medio rural, de manera que fije las personas en el territorio. Un paisaje en mosaico agroforestal, vivo, con actividades vinculadas a un sector primario altamente arraigado al territorio, es un paisaje más resiliente a los grandes incendios forestales, al cambio climático y también a la pérdida de biodiversidad», añade Parrilla.

Explotación forestal en Navas de Oro, Segovia 12/06/2020
Guillermo Arranz Bartolomé es resinero, en Navas de Oro, Segovia, su explotación forestal es de siete mil pinos. Considera que la presencia de resineros en el monte contribuye directamente a minimizar el impacto de los incendios forestales, ya que son los primeros que pueden detectar conatos de fuego.
Por otro lado, las propias labores de su trabajo, mantienen en buen estado los bosques. Considera que la resina es una alternativa adecuada a otras derivadas del petróleo y que es una materia prima que fomenta el desarrollo rural y la subsistencia de la sociedad en estas zonas. ©Greenpeace/Pedro Armestre

La importancia de la población rural

El mundo rural empleaba a más de cuatro millones de personas en los años sesenta. Actualmente no supera las novecientas mil personas. La población ocupada en el sector primario se ha reducido un 82 por ciento, pasando del 36,3 por ciento en 1964 al 3,98 por ciento en 2019.

Aunque las unidades de ganado en la ganadería industrial casi se han triplicado, las explotaciones son hoy menos del diez por ciento de lo que eran en los años sesenta, lo que supone un claro ejemplo de las falsas soluciones para el desarrollo rural que, en realidad, está vaciando los pueblos y los convierte en fábricas de producción insostenible. No en vano, se ha generado una población rural más envejecida (y más vulnerable a los impactos climáticos) y masculinizada (las mujeres sufren una doble brecha: la de ser mujer y la de ser rural) que las expulsa del medio rural.

«Cuidar los pueblos es cuidar nuestros montes y cuidar de las ciudades. El medio rural necesita y puede ofrecer soluciones ambiental, social y económicamente sostenibles que necesitamos. Representa una oportunidad ante la emergencia climática y debemos alejarnos de la visión urbano-céntrica que entiende lo rural como algo ajeno y lejano. Consumir productos sostenibles implica RE-conectar con nuestros pueblos, asegurar la gestión de nuestros bosques y reducir la vulnerabilidad ante los incendios forestales», concluye Parrilla.

Greenpeace considera necesario para reducir los incendios de alta intensidad:

  • Abordar la emergencia climática, reduciendo las emisiones de los gases de efecto invernadero
  • Mejorar la gestión forestal, teniendo en cuenta el contexto de cambio climático, a través de una selvicultura preventiva y aterrizada en una estrategia nacional para la gestión de las masas forestales
  • Invertir para la creación de comunidades resilientes, capacitándolas y fortaleciéndolas ante la emergencia climática, para que tengan un papel relevante en la prevención y mitigación de incendios forestales

Fotografía de portada:

Proyecto Mosaico en Villasbuenas de Gata, Cáceres
11/06/2020. Villasbuenas de Gata, Cáceres, Extremadura, España.
El proyecto Mosaico es una estrategia de innovación social contra los incendios forestales que se lleva a cabo en 24 términos municipales de la Sierra de Gata y Las Hurdes. Pretende reducir el riesgo de incendios forestales apoyando a los emprendedores del campo y la mejora de actividades agrícolas y forestales.
Greenpeace recorre distintas regiones del país para comprobar cómo el éxodo y abandono rural está convirtiendo la «España vaciada» en un polvorín para los incendios, especialmente en el contexto de la actual emergencia climática. Greenpeace recoge, por el contrario, también casos de buenas prácticas que ya se están realizando para mitigar esos efectos y la pérdida de biodiversidad en nuestro país.
©Greenpeace/Pedro Armestre

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