Cada once de octubre se celebra el día internacional de la Niña; una efeméride que nos recuerda el estigma que supone nacer mujer en muchos lugares del mundo, una circunstancia que acarrea la violación sistemática de los derechos de estas.
Desde la mutilación genital femenina hasta verse obligadas a casarse; las niñas sufren varios tipos de violencia que normalmente callan. En este día los derechos de las niñas se visibilizan bajo el lema, «Mi voz, nuestro futuro común». Una campaña promovida por Unicef para que las niñas vivan libres de la violencia por razón de género, de las prácticas nocivas, del Sida o del VIH; una generación de activistas que debe acelerar el cambio social.
Las cifras de la ONU están ahí, y aún en el siglo XXI las niñas del primer mundo son exigidas; ninguneadas y sobre todo, manipuladas a través de las redes sociales. Experiencias de acoso virtual trasladado a través de un lenguaje que no corresponde o el seguimiento de su persona a través de un supuesto novio virtual que las esclaviza.
La servidumbre de la belleza depositada en la acumulación de «me gustas» en redes sociales, hace que las niñas generen una desigualdad propiciada solo por el hecho de ser guapas. Estereotipos que se asocian necesariamente a puestos de liderazgo o de triunfo o llegar a ser influencers de sus iguales, les precipita de nuevo al hecho de ser vulnerables ante otros que las manipulan sin ellas saberlo.
Las cifras están ahí y son sorprendentes. El barómetro Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción propone a los varones como personalidades trabajadoras y emprendedoras, frente a las niñas que son prudentes y tiernas.
Ya no solo los techos de cristal sino la presencia de las mujeres en debates; comités de expertos o en empresas del IBEX dan constancia de lo lejos que aún queda eso qu se llama igualdad y que rara vez se defiende.
Niñas que hoy son presa del cyberbulling y que como nativas digitales permiten amenazas, comentarios obscenos; tráfico de iguales; humillaciones; ataques y violencia en todas sus formas y sobre todo, miedo. Miedo no reconocido por sus padres con el resultado en ocasiones de suicidio por la incomprensión de no poder estar a la altura de las circunstancias de las que son como ellas.
Sentirse menos; sentirse culpables; tener miedo y no saber cómo seguir, son síntomas que las niñas tienen desde una temprana edad en este siglo que a todas luces, habla de progreso. Nunca antes han sido acosadas por todos los canales posibles; hoy, los virtuales, acaso son los más peligrosos, y lo que, es peor, están sin identificar.
En diciembre de 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas fijó esta fecha para reconocer los derechos de las niñas y los desafíos únicos a los q se enfrentan en todo el mundo; así como a promover su empoderamiento y el cumplimiento de los derechos humanos.