Entre 1929 y la década de los años cincuenta la alemana Ilse Bing realizó una obra fotográfica diversa y heterodoxa que abarca desde el fotoperiodismo a la fotografía artística.
Nacida en Fráncfort en 1899 en una familia judía acomodada, sus primeros contactos con el mundo del arte estuvieron relacionados con la obra fotográfica de André Kertész y el movimiento Nueva Visión que Moholy-Nagy desarrolló en la Bauhaus.
Cuando se exilió en París huyendo de la persecución nazi a los judíos (su madre murió en un campo de concentración) contactó con el surrealismo de Man Ray a través de su amistad con la diseñadora italiana Elsa Schiaparelli.
En París continuó sus trabajos como fotoperiodista para revistas alemanas (Das Illustrierte Blatt, del Frankfurter Zeitung, donde publicaba sus artículos Walter Benjamin y sus fotos Kertész) y francesas (Allo París, Vu, Urbanisme, Le Monde Illustré) sin abandonar la cámara Leica con la que se inició en la fotografía, por lo que el crítico y fotógrafo Emmanuel Sougez la bautizó como «Reina de la Leica» (en sus últimos años la sustituyó por una Rolleiflex).
Ante la ocupación nazi de Francia y gracias al éxito de sus fotografías en la Galería Julien Levy de Nueva York, que promovió el escritor Hendrik Willen van Loon, en 1941 Ilsa Bing se trasladó a esta ciudad con su marido, el pianista Konrad Wolff, después de pasar ambos por varios campos de concentración y de reunirse al fin en Marsella para embarcar en el «Winnipeg».
En Nueva York desarrolló el resto de su carrera. Cuando cumplió sesenta años abandonó la fotografía para dedicarse al arte y a la poesía. Siguió residiendo en Nueva York, donde murió en 1998, cuando estaba a punto de cumplir cien años.
Una exposición para un descubrimiento
Dos salas de la Fundación Mapfre en Madrid acogen por primera vez en España una exposición retrospectiva de Ilsa Bing, con casi doscientas fotografías distribuidas en diez secciones temáticas y cronológicas en las que se pueden ver también libros, catálogos y revistas donde publicaba sus trabajos.
La muestra comienza con la obra fotoperiodística de sus años en Fráncfort durante la época de la República de Weimar. Buscaba la originalidad en ángulos inéditos y en detalles desapercibidos («Hoja muerta y billete de tranvía en la acera»). Sentía verdadera fascinación por las naturalezas muertas y por los objetos inanimados (Man Ray decía que los objetos más sencillos son los que producen más asombro) y a través del surrealismo les dio un nuevo enfoque, entre mágico y misterioso.
En París practicó la fotografía de calle para revistas alemanas y francesas, siguiendo el modelo de Eugene Atget, a quien admiraba. De esta época es su icónico «Cartel de Greta Garbo», metáfora del sometimiento de la condición humana al paso del tiempo. También la fotografía de temática social, como sus investigaciones en torno a los comedores de beneficencia y a la pobreza en los barrios deprimidos de París. Hizo fotografía de moda para la edición francesa de Harper’s Bazaar utilizando los recursos surrealistas, a los que añadió un toque sensual.
La arquitectura fue otra de las grandes pasiones de Ilsa Bing, desde su temprana amistad con el arquitecto holandés Mart Stam. Fotografió fachadas destartaladas de París y obras emblemáticas de la ciudad, como la Torre Eiffel desde distintos enfoques, y de Nueva York, de donde se pueden ver en esta exposición sus fotografías de rascacielos como el Empire State, el edificio Chrysler o el Rockefeller Center. Ilse Bing incorporó a estas fotografías los procedimientos de la vanguardia y la abstracción a través de planos picados y contrapicados.
Uno de los temas a los que Ilse Bing dedicó una parte importante de su obra se relaciona con el movimiento y la realidad cambiante, que inició con los bailarines de la escuela expresionista de Rudolf von Laban en Fráncfort y continuó en París con las fotografías del escenario del Moulin Rouge y más tarde en sus experimentos con la expresividad de los cuerpos en movimiento captados en los espectáculos de danza del bailarín Gerard Willem van Loon y del coreógrafo George Balanchine.
Ilse Bing no se adaptó a las tendencias de la vanguardia americana y antes de decidir retirarse se dedicó a aceptar encargos, sobre todo de retratos de niños ocupados en alguna actividad. Una de las variantes son sus autorretratos, que hizo desde los catorce años hasta el fin de su carrera, para dejar constancia de algunos momentos de su vida.
De esta modalidad sobresale su «Autorretrato con Leica», de 1931, realizado en blanco y negro con un juego de espejos que le permiten mostrarse de frente y de perfil.
- TÍTULO. Ilse Bing
- LUGAR. Fundación Mapfre. Madrid
- FECHAS. Hasta el 8 de enero de 2023