La COVID-19 sigue asolando el mundo y con ella, nuevos muertos y muchos contagios cada día. El temor a la segunda ola podría contenerse solo con el distanciamiento social y las mascarillas, según apunta un estudio.
La investigación llevada a cabo por ISGlobal, confirma, cómo el desconfinamiento debe ser gradual y el comportamiento individual es clave para contener futuros rebrotes en otoño. Mantener el distanciamiento social y otras intervenciones, como el uso de mascarillas y la higiene de manos, podría eliminar la necesidad de futuros confinamientos.
Este estudio, publicado en Nature Human Behaviour muestra que en los países que aún no han alcanzado el pico de casos activos, los confinamientos se deben mantener durante sesenta días y el desconfinamiento debe ser gradual.
“El problema es que evaluar el riesgo es difícil, dada la falta de información fiable sobre el número real de personas infectadas o el grado de inmunidad desarrollado entre la población», señala Xavier Rodó, jefe del programa de Clima y Salud de ISGlobal.
“Nuestro modelo es diferente porque considera el retorno de las personas confinadas a la población susceptible para estimar el efecto del desconfinamiento, e incluye los comportamientos de las personas y la percepción del riesgo como factores moduladores», añade Rodó.
En el caso de España, el desconfinamiento fue más rápido para la mitad de la población y gradual para el resto, si bien, en ambos supuestos, el comportamiento individual, y las medidas recomendadas han sido claves en la contención del virus.
“Si logramos hacer descender la tasa de transmisión en un 30 % mediante el uso de mascarillas, higiene de manos y distanciamiento social, podemos reducir considerablemente la magnitud de la próxima ola. Reducir la tasa de transmisión en un 50 por ciento podría evitarla por completo”, dice Rodó.