En Brasil, el país con más casos de América Latina, la curva de contagios es un poco plana pero no está bajando y el sistema está sometido a una gran presión, y «En una situación como esa, la hidroxicloroquina no es una solución ni una fórmula mágica», ha señalado el encargado de programas de emergencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Mike Ryan.
Durante esta semana se prevé alcanzar los veinte millones de casos de COVID-19 y los 75 mil fallecidos en el mundo, ha indicado el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien destacó que hay dos elementos esenciales para hacer frente a la pandemia de manera eficaz: «los líderes deben redoblar sus esfuerzos para tomar decisiones y los ciudadanos deben aceptar las nuevas medidas».
Unas disposiciones que, por ejemplo, funcionaron en Nueva Zelanda, donde el pasado fin de semana celebraron cien días sin transmisión comunitaria, explicó Tedros durante la rueda de prensa bisemanal en Ginebra para analizar la situación de la pandemia.
Justamente un caso opuesto al de Brasil, respecto al cual el doctor Mike Ryan explicó que se producen entre 50 mil y 60 mil casos de COVID-19 por día, y la enfermedad sigue extendiéndose activamente por todo el país.
Una situación que, según Ryan, comporta un enorme reconocimiento para los trabajadores sanitarios de la nación sudamericana, donde el nivel de ocupación de los hospitales y las unidades de cuidados intensivos son entre el 80 y el 90 por ciento en muchas partes del país.
«Todo aquel que trabaje en la unidad de cuidados intensivos en una situación de enfermedad infecciosa es consciente del estrés y las tensiones de esos individuos y sus familias. Sostener eso durante meses es una tarea casi imposible», recalcó.
Los indicadores sobre la enfermedad en el país carioca señalan que continúa la trasmisión comunitaria y una alta presión sobre el sistema sanitario.
«En Brasil se mantiene un nivel de epidemia muy alto. La curva es un poco plana pero no está bajando y el sistema está sometido a una gran presión. Y, con todo respeto, en una situación como esa, la hidroxicloroquina no es una solución ni una fórmula mágica», agregó, en referencia a las recomendaciones del gobierno de Jair Bolsonaro.
Usar todos los recursos al alcance de los países
Mientras tanto, muchos países están usando todas las herramientas a su disposición para hacer frente a cualquier nuevo brote.
El doctor Tedros citó los ejemplos del Reino Unido y Francia, que implementaron medidas como el confinamiento, en zonas del norte de Inglaterra a medida que se identificaban grupos de casos, o el uso obligatorio de mascarillas en espacios exteriores concurridos de París.
«Este tipo de medidas estrictas y precisas, combinadas con el uso de todas las herramientas a nuestra disposición, son clave para prevenir la reaparición de la enfermedad y permitir que las sociedades se reabran de forma segura. E incluso en los países donde la transmisión es intensa, se puede controlar aplicando una respuesta de todo el gobierno y toda la sociedad», destacó.
El máximo responsable de la Organización indicó que la ruptura de las cadenas de transmisión se logró gracias a una combinación de factores como la rápida identificación de los casos, el rastreo exhaustivo de los contactos, la atención clínica adecuada a los pacientes, el distanciamiento físico, el uso de máscaras, la limpieza periódica de las manos y la tos alejada de los demás.
Todo ello, con el objetivo de llegar al punto básico de Tedros: «mi mensaje es muy claro: suprimir, suprimir, suprimir el virus. Si suprimimos el virus de forma efectiva, podremos abrir las sociedades de forma segura».
¿Cuál es el objetivo del coronavirus?
«El objetivo del virus es crear más virus», razonó la doctora Maria Van Kerkhove, la epidemióloga líder de la Organización, a la pregunta de qué propósito persigue el microorganismo.
«El virus no tiene cerebro, nosotros lo tenemos. El virus es una entidad biológica muy simple que puede entrar en una célula humana e instruir a esa célula para que produzca más virus, lo que en última instancia puede matar a la persona que infecta», acotó Ryan.
Kerkhove tomó la palabra para indicar que «el virus quiere reproducirse, encontrar individuos entre los que pasar, pero no quiere matar a muchos porque si mata a su anfitrión entonces no puede pasar a otra persona».
Entre las múltiples precauciones que podemos tomar para ser más astutos que el virus, la doctora citó que una de ellas «es mantenernos separados de alguien que está infectado», por lo menos a un metro de distancia.
«Sí podemos aislar los casos de las personas que se sabe que están infectadas con este virus, tengan o no síntomas. Si los aislamos de los demás, no permitimos que el virus pase a otra persona», añadió.
El uso de mascarillas, el rastreo de contactos o el lavado de manos fueron los otros métodos señalados por la experta.
«Creo que todos necesitamos entender que tenemos un papel que jugar sin importar donde vivas, la ocupación que tengas o tu edad: puedes formar parte de la ruptura de las cadenas de transmisión», concluyó.