Un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto una estrategia terapéutica eficaz frente a bacterias resistentes a antibióticos, que son una de las principales amenazas para la salud humana mundial por la capacidad de adaptación y evolución de las bacterias patógenas cuando se enfrentan a esos fármacos.

El trabajo, basado en la comprensión de la evolución como base para diseñar tratamientos eficaces frente a bacterias resistentes, ha demostrado que la alternancia de los antibióticos ceftazidima y tobramicina o de ceftazidima, y la combinación tobramicina-fosfomicina es efectiva frente a infecciones por ‘Pseudomonas aeruginosa’, una bacteria que puede causar infecciones pulmonares, de las vías respiratorias, las vías urinarias y otros tejidos, así como provocar infecciones generalizadas en el organismo, sobre todo en pacientes inmunodeficientes.

La combinación de antibióticos que propone el estudio, publicado en la revista ‘Science Advances’, se basa en el fenómeno conocido como sensibilidad colateral, una ‘limitación evolutiva’ de las bacterias, informa Servimedia.

«Ya desde los años cincuenta del siglo veinte sabemos que las bacterias, como resultado de la adquisición de resistencia frente a un fármaco, pueden hacerse más sensibles a otros medicamentos. Sin embargo, la posibilidad de explotar esta ‘limitación evolutiva’, que se produce como consecuencia del uso de un primer fármaco, es más difícil cuando las infecciones ocurren por bacterias genéticamente diferentes, como aquellas resistentes a diversos antibióticos debido a tratamientos previos», apunta Sara Hernando-Amado, investigadora del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) y coautora del trabajo junto a Fernando Sanz-García y José Luis Martínez.

Bacterias sensibles

Hernando-Amado añade que el nuevo trabajo demuestra «la robustez de la ruta evolutiva que permite la adquisición de resistencia al fármaco ceftazidima en distintos contextos genéticos ‘Pseudomonas aeruginosa’».

«Así sería posible, al menos en el caso de diferentes bacterias resistentes que hemos estudiado, homogeneizar poblaciones heterogéneas utilizando un primer antibiótico, la ceftazidima, y después emplear un segundo antibiótico, la tobramicina o la combinación de tobramicina-fosfomicina, para inhibir el crecimiento de esas bacterias, que ahora sí serían sensibles tras el primer fármaco», añade.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores emplearon la técnica de Evolución Adaptativa en Laboratorio (ALE, por sus siglas en inglés).

«En los últimos años se ha demostrado que el uso indebido de antibióticos es una de las principales causas de que pierdan su efectividad. Con este trabajo queremos destacar la importancia de estudiar la evolución de la resistencia a estos fármacos, ya que se podrían detectar otras posibles rutas evolutivas en base a las que diseñar nuevas estrategias de tratamiento, haciendo un uso más racional de los antibióticos», concluye Hernando-Amado.

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