La reducción de la jornada laboral semanal aprobada por el legislativo Congreso Nacional de Chile se inscribió en la tendencia de trabajar menos horas y días, que avanza en las economías modernas, y en paralelo mostró el rezago en ese campo que persiste en otros países de América Latina, informa Humberto Márquez (IPS).

América Latina «tiene una legislación rezagada en cuanto a jornada de trabajo y es imperativo que se haga una revisión», observó el director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el Cono Sur americano, Fabio Bertranou, una vez aprobada la nueva norma chilena.

La jornada semanal en Chile era de 45 horas, y de manera paulatina ese límite se reducirá en una hora anual durante cinco años hasta quedar en 40 horas, según la norma que el presidente Gabriel Boric, jubiloso, promulgó el 14 de abril de 2023.

«Tras muchos años sumando apoyo y dialogando, hoy por fin podemos celebrar la aprobación de este proyecto que reduce la jornada laboral, un proyecto profamilia, que apunta al buen vivir de todas y todos», dijo Boric.

La ley prevé la posibilidad de trabajar cuatro días y descansar tres, de hacer un máximo de cinco horas extras por semana, y accede a excepciones en sectores como minería y transporte, donde pueden laborarse hasta 52 horas semanales, a condición de compensar con menos horas en otra semana de labor.

Chile se alinea así con sus socios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en algunos de los cuales, como Australia, Dinamarca y Francia, se trabaja menos de cuarenta horas, mientras que en otros, como Alemania, Colombia, México o el Reino Unido, se trabaja más.

La reforma chilena fue el acontecimiento destacado en el mundo del trabajo latinoamericano al acercarse una nueva conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores, el lunes 1 de mayo 2023.

Variedad latinoamericana y mundial

De acuerdo con datos de la OIT, hasta la década pasada dos países de la región, Ecuador y Venezuela, sostenían legalmente la jornada laboral límite de 40 horas, mientras que, como Chile hasta ahora, Brasil, El Salvador, Guatemala y República Dominicana estaban en el rango entre 42 y 45 horas.

En el tope de las 48 horas se ubicaban Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay.

Según las normas nacionales, el máximo de horas semanales que se permite trabajar es de 48 en Brasil y Venezuela; y en Argentina, Ecuador, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay está entre 49 y 59 horas.

En Bolivia, Colombia, Costa Rica, Guatemala y Honduras el tope es de 60 o más horas, y en El Salvador y Perú simplemente no hay límite.

Se trata aquí de las semanas, distintas a las ordinarias, en las que por razones específicas se autoriza un tiempo extraordinario de labor.

Sin embargo, en la práctica se trabaja menos, pues el promedio regional está en 39,9 horas, más que en Europa occidental, América del Norte y África (entre 37,2 y 38,8 horas), pero menos que en los Estados árabes y del Pacífico y Asia, donde se labora con promedios entre 44 y 49 horas semanales.

Los datos de la OIT mostraron que en el año 2016 en América Latina los trabajadores hombres laboraron 44,9 horas semanales en promedio y las mujeres 36,3, una reducción de 1,7 horas respecto a cifras de 2005 en el caso de los hombres y de media hora en el caso de las mujeres.

Entre los trabajadores domésticos, la merma fue de 3,3 horas entre los hombres y de más de cinco horas entre las mujeres (de 38,1 a 32,9 horas), lo que se atribuye en parte a que después de 2005 avanzó la legislación para equiparar en tiempo de labor de las trabajadoras domésticas con el resto de trabajadores.

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