Carlos Forns: geometrías blandas y singularidades inmortales

Carlos Forns Bada nació en 1956 en Madrid (España), ciudad donde reside. Su obra llama la atención por lo que tiene de aparentemente sencilla -casi naïf se diría a primera vista-, y a la vez cargada de significados profundos. De ahí el título de Geometrías blandas y singularidades inmortales, tan sorprendente como impactante. 

Para explicarla, acude nada menos que a Giordano Bruno y a Shulz, autores a quienes admira y de cuyas ideas se nutre para sus investigaciones pictóricas.

Las plantas como dueñas de todo lo creado, de ahí que algún crítico haya hablado de ellas como «La consagración de la primavera».

El vientre de las plantas como matriz, como estómago múltiple y multiplicador en cuyo interior se desarrolla la química transformadora que da lugar a la vida.

El ciclo de la vida en todo su esplendor se muestra en el mundo vegetal, al que se señala poderoso y completo en sí y en el que raramente tienen cabida los otros reinos si no es con un papel subsidiario: un caracol, una oruga reproducen las formas y colores de las plantas que habitan y en las que parecen sentirse muy a gusto.

Pero, lejos de parasitarlas, están a punto de ser parte de ellas, de ser fagocitadas por ellas que (¿o he de decir «quienes»?), no obstante, acabarán por devolver a la misma tierra que las empujó hacia arriba en su nacimiento, toda la energía acumulada.

De ahí las raíces gordas como matraces a reventar en la misma base de la que surgió la máquina creadora. En el aire, compuso sus flores, sus frutos, sus tallos, sus hojas, pero todo vuelve al lugar donde nació para iniciar el proceso.

Son, efectivamente, seres vivos, seres completos y bellos, amenazadores también. Y parece que con ellas el mundo nunca se acabará.

  • Dónde: Galería Estampa (C/ Justiniano, 6.,Madrid)
  • Fecha: desde el 22 de abril sin fecha límite

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