Bob Dylan acaba de publicar un nuevo disco, un doble CD titulado «Rough and Rowdy Ways», el primero que graba con nuevas composiciones desde que en 2012 sacara «Tempest». Pero sin embargo Dylan siempre estuvo ahí, en la primera línea de la actualidad musical. Unas veces con sus actuaciones por todo el mundo en The Never Ending Tour, una gira interminable que comenzó hace más de doce años y aún continúa. Y otras veces con grabaciones sorprendentes, unas más afortunadas que otras: entre estas últimas, el fallido disco de canciones navideñas «Christmas in the heart».
Desde el sótano a Sinatra
El 29 de julio 1966, un accidente de moto estuvo a punto de terminar con la vida de Bob Dylan. Después de aquella experiencia, y mientras se recuperaba, el cantautor se recluyó en el sótano de Big Pink, su casa de Woodstock, con The Hawks, su grupo de acompañamiento, conocido luego como The Band, para hacer música sin las presiones de las discográficas y los conciertos, sólo por el placer de tocar.
Aquellas sesiones quedaron registradas en cintas que uno de los músicos grabó con un magnetofón Nagra. En 1975 se publicaron algunas bajo el título de «The basement tapes», pero se sabía que la mayor parte de aquellas cintas estaban inéditas. Casi cincuenta años más tarde, en noviembre de 2014, vieron la luz más de cien temas de aquellas grabaciones del sótano en una colección de seis discos (The basement tapes complete), del que se hizo una selección en forma de doble CD (The basement tapes Raw) en la que se mezclan temas de varios géneros (blues, country, folk, rock) en un completo recorrido por la historia de la música popular americana del siglo veinte.
Estas grabaciones forman parte de un compendio que fascina a los coleccionistas dylanianos y que ha venido publicándose a lo largo de varios años, desde 1991, bajo el título «The Bootleg Series», donde se recogen tomas de prueba, canciones tradicionales, versiones alternativas, esbozos, improvisaciones, jam sessions, algunos directos y otras rarezas.
Varios de estos temas habían sido ya grabados por algunos de sus amigos: Joan Baez, Peter, Paul and Mary, The Byrds, Manfred Mann. Otros se publicaron en un doble LP pirata: «Great White Wonder». El año en que se grabaron las cintas, 1968, era el de la eclosión de la contracultura, el «Sgt. Peppers» de Los Beatles, la sicodelia, el verano hippie del amor y también la etapa más cruda de la guerra de Vietnam. Todo eso sucedía mientras Bob Dylan aumentaba en secreto su leyenda.
En aquellos años sesenta era absolutamente impensable que Bob Dylan hiciese versiones de baladas que habían sido éxitos en la voz de crooners, como Tony Bennett, Frank Sinatra, Perry Como o Andy Williams, pero con Dylan nunca se sabe, así que en 2015 sorprendió a sus seguidores (y en realidad a todo el mundo) con «Shadows In The Night», un álbum de canciones de Frank Sinatra, de quien Dylan, pasados los setenta años, se confesaba admirador en una entrevista (la primera desde hacía mucho tiempo), que concedió a «AARP the Magazine», una revista dirigida a mayores de cincuenta años: «Para mí, Sinatra siempre ha estado ahí», dijo a su entrevistador.
Eran diez canciones poco conocidas del repertorio de Frank Sinatra, como «I’m a fool to want you», una de las pocas que firmó como coautor, dedicada a Ava Gardner, o sus versiones de «Stay with me» y de «Las hojas muertas» del francés Yves Montand. Aunque con un acompañamiento musical totalmente distinto al orquestal y de big band que utilizaba Sinatra, Bob Dylan quiso grabar el disco en los míticos estudios B Capitol de Los Ángeles, donde también grababa La Voz.
Por si fuera poco, en marzo de 2017 se publicó «Triplicate», cuyo título desvela un disco triple con treinta canciones que, otra vez, ya había cantado Frank Sinatra, además de otros crooners. Es más, muchas no eran nuevas grabaciones, sino sobras que no habían tenido cabida en «Shadows in the Night». Ahora se agrupaban en tres discos con títulos de época: «Hasta que caiga el sol», «Muñecas diabólicas» y «Volviendo tarde a casa».
Entre medias, en 2016, Dylan anuncia la publicación de «Fallen Angels», su 37 disco oficial grabado en estudio, otra gran sorpresa, porque se trata de un álbum con grabaciones de temas clásicos de jazz y swing de los años treinta y cuarenta, algunos grabados por Bing Crosby, Glenn Miller y, otra vez, Sinatra: «Young At Heart»”, «You’ll Be True», «All The Way», «On A Little Street In Singapore», «All or Nothing», «It Had To Be You».
Bob Dylan y la religion
En 2003 llegó a mis manos un extraño CD titulado «Gotta Serve Somebody. The Gospel Songs of Bob Dylan». Se trata de un disco con canciones religiosas compuestas por Bob Dylan, cantadas por intérpretes tan desconocidos por aquí como Shirley Caesar, Lee Williams, los Fairfield Four, Aaron Neville o Helen Baylor. Sólo un tema, «Gonna Change My Way Of Thinking» estaba cantado por Dylan, acompañado de Mavis Staples. Tengo que confesar que entonces yo desconocía absolutamente esta faceta religiosa de Dylan.
El origen se sitúa en una leyenda que cuenta que en Tempe, durante uno de sus conciertos, un asistente lanzó al escenario donde cantaba Dylan un crucifijo de plata que el cantante recogió y guardó en uno de sus bolsillos y que desde entonces lo acompaña e inspira sus canciones con referencias bíblicas. Al parecer, Dylan lleva años dando conciertos en comunidades religiosas con temas de este tipo.
En 2017 Dylan volvió al Gospel con «Trouble No More», un doble CD con canciones religiosas compuestas entre 1979 y 1981 (una versión de este mismo disco incluía ocho CDs, un libro y un DVD) con temas interpretados con una gran fuerza, como «Ain’t Gonna Go To Hell for Anybody», y otros que Dylan canta en esos conciertos en los que acompaña sus canciones con sermones y arengas religiosas en la línea de los telepredicadores.
Y otra sorpresa, aunque en otra línea. En 2019 se publicó «Travelin’ Thru», un triple disco con temas country, un género que viene acompañando a los norteamericanos desde los años treinta y cuarenta, y cuyos ritmos están en los orígenes del rock and roll, pero que era rechazado por la progresía por sus letras rurales con mensajes conservadores. Dylan ya había abordado el género en algunos de sus temas y sobre todo en el álbum «John Wesley Harding», de 1967, grabado en Nashville, la patria del country. Muchos de los temas country grabados por Dylan en los setenta se habían rescatado en la entrega número quince de «The Bootleg Series». Pero en 2019 «Travelin’ Thru» recogió muchos de los que habían quedado fuera de esa selección y otras recopilaciones, algunos de ellos cantados a dúo con clásicos del género como Johnny Cash y Carl Perkins.
Llega ahora «Rough and Rowdy Ways» precedido de «Murder Most Foul», un tema promocional de diecisiete minutos que Dylan dio a conocer el 17 de marzo, con el asesinato del presidente norteamericano John F. Kennedy en 1963 como eje central.
El nuevo doble CD de Dylan parece recoger todos esos géneros que practicó durante los años de sequía, con referencias al jazz, el rithm and blues, ecos del country rock de Eagles y hasta del sonido Stones. Tal vez no sea su último disco (Dylan tiene ya 79 años: ¿es premonitorio el título «Mother of Muses», en el que algunos críticos han querido ver un testamento?) pero en todo caso sí que es uno de los mejores de su carrera y un canto a su país. También un homenaje a la poesía de Walt Whitman («I Contain Multitudes») y a la belleza lírica de las baladas tradicionales («Key West»).