«Blood» de Brad Anderson, una de niño vampiro

Recuerdo de mi infancia, y mis primeros contactos con el cine –casi siempre en locales de barrio de sesión continua, que podía prolongarse hasta que se hacía oscuro-, una casi inconfesable atracción por las películas de Drácula, el bebedor de sangre por excelencia, inexplicablemente seductor cuando levantaba la tapa y salía del ataúd dispuesto a dar el consabido paseo nocturno.

Ahora no puedo explicar el morbo de entonces. Otra cosa muy diferente era, y sigue siendo, mi relación con los niños maléficos, tanto si están sedientos de sangre como si se dedican a otra suerte de maldades. No es que no me gusten, es que me dan mucho miedo.

La película «Blood», largometraje que hace el número doce de los realizados por Brad Anderson («Sessions 9», «El maquinista», «Trassiberian»), demuestra hasta qué punto los niños pueden ser terroríficos cuando tienen hambre… en este caso hambre de sangre. Presentada en el reciente Festival de Sitges, su director recibió el Premio Máquina del tiempo. 

Protagonizada por Michelle Monaghan («Misión imposible», «Adios pequeña, adiós») y Skeet Ultrich («Scream», «Vigila quien llama»), en realidad todo gira en torno a los problemas del adolescente que interpreta Finlay Wojtak-Hissong

Es la historia de Jess, una joven enfermera que en el pasado tuvo problemas de adicciones y, una vez divorciada, se traslada a vivir con sus dos hijos –Tyler y Owen- a una destartalada granja heredada de una tía.

Cuando el perro del pequeño Owen desaparece en el bosque, el niño sale a buscarlo, pero no lo encuentra. Más tarde, el perro regresa con una especie de rabia y ataca al niño, hiriéndole gravemente. Las heridas se curan pero Owen empeora desarrollando, a medida que pasan los días, una inexplicable necesidad de beber sangre. Jess será capaz de todo para «alimentar» a su hijo y conseguir mantenerle con vida. 

«Blood[1]» es una película pesimista, una historia de vampiros demasiado larga que difícilmente va a conseguir centrar la atención de un espectador, que enseguida se da cuenta de que le están contando una historia de horror tan previsible como simple, que apenas se detiene en los problemas de la familia –el divorcio, la nueva familia que ha formado el padre con la niñera, y las consecuencias que todo eso tienen en los pequeños- para centrar toda su atención en el niño de ojos tristes, que a veces más parece una caricatura de sí mismo, bebiendo sangre con una pajita.

El interés se va diluyendo a medida que avanza la trama, carente de personalidad y sin ninguna ambición narrativa, y deja en el aire dos preguntas para hacer pensar al espectador: ¿hasta donde puede llegar una madre (o un padre) cuando se trata de salvar a su adorado hijo? Y ¿Los monstruos resultan menos peligrosos cuando adoptan la apariencia de un niño?

  1. A causa de las festividades de la semana, «Blood» se estrena en los cines de Madrid este miércoles 6 de diciembre de 2023.
Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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