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«Ashkal. Los crímenes de Túnez», un leve aroma a la revolución de los jazmines

«Ni policiaco clásico, ni thriller político, ni film fantástico, ‘Askhal’ toma prestado de los tres géneros, lo que le confiere un sugestivo grado de incertidumbre» (politis.fr)

«Ashkal. Los crímenes de Túnez» (Ashkal. L’enquete de Tunis), segundo largometraje del músico, actor y cineasta tunecino Youssef Chebbi («Black Medusa») es un thriller «casi místico» ambientado en el Túnez posterior a la revolución que derrocó al dictador Ben-Ali.

La trama se desarrolla sobre una serie de inmolaciones que tienen lugar en un barrio fantasmal, Los Jardines de Cartago, un lugar al norte de Túnez elegido por el antiguo Régimen para construir una zona residencial destinada a las élites del país que, una década después de la revolución, sigue abandonado, convertido en una serie de esqueletos de lo que debieron ser lujosos edificios que ahora frecuentan los rebaños de ovejas y albergan vagabundos y gentes sin hogar.

En uno de los solares de los Jardines de Cartago dos policías, Fatma y Batal, encuentran un cuerpo calcinado. Pero no será el único. Aparecerán otros restos, siempre en la misma zona y, junto a la mayoría de ellos, sus teléfonos móviles con mensajes que incluyen imágenes de otras inmolaciones.

Batal (Mohammed Houcine Grayaa, actor y realizador, «Khorma», «L’enfant Roi») es un policía corrupto que intenta salvar el pellejo mientras que la joven Fatma (Fatma Oussaifi, bailarina, coreógrafa y actriz) es una policía intransigente.

«Askhal», el título de la película, en árabe significa «formas, o más exactamente el contorno de las cosas, su forma exterior. Puede designar lo mismo un edificio, que una silueta o una sombra». Sombras que pueblan la investigación llevada a cabo por los dos policías entre inmuebles que son solo pilares de cemento que custodian las cenizas humeantes de los inmolados, que curiosamente no parecen haber sufrido; una investigación que, despreciando las muchas incoherencias que aparecen, se centra en un sospechoso que, escondido en la capucha del chándal, deambula por las noches como una aparición, está en todas partes y en ninguna, y en la mezquita es el único que tiene las manos quemadas. A pesar de que acaban deteniéndole, las inmolaciones continúan.

La investigación coincide con la creación de la Comisión Verdad y Dignidad que intenta luchar contra la corrupción de la policía y conseguir justicia para las víctimas de torturas durante la dictadura

La revolución tunecina comenzó por el fuego y «Askhal. Los crímenes de Túnez[1]» viene a recordar que «el país está lejos de haber terminado con este tipo de suicidio traumático» (Politis.fr).

El realizador no ha  olvidado dejar constancia de la situación política y social de un país que viene de la dictadura.

Recordemos que la «primavera árabe», llamada en Túnez «revolución de los jazmines» y según sus protagonistas «revolución de la dignidad», comenzó el 17 de diciembre de 2010 cuando Mohamed Bouazizi, un licenciado universitario en paro reconvertido en vendedor ambulante de frutas para dar de comer a su familia, se quemó a lo bonzo en una calle de la ciudad de Sidi Bouzid, para protestar porque la policía le había confiscado su puesto callejero, condenándole al paro y a la miseria.

Un suicidio que se convirtió en el símbolo de la protesta contra los abusos del poder y desencadenó una oleada de protestas en todo el país que, el 14 de enero de 2011, derrocó al dictador Ben Alí, quien llevaba veintitrés años gobernando; una dictadura que ha dejado su inevitable herencia de corrupción y donde las redes sociales difunden continuos mensajes de radicalización política. 

«Mi generación –dice el realizador que tiene 39 años- vive una especie de desilusión frente a las promesas de la revolución que no han llegado (…) El gesto ha perdido el aura que tenía. Al principio, los inmolados eran sacralizados, tratados como mártires. Hoy ya no se habla de ellos». Por eso, afirma, ha llevado a la pantalla estos fantasmas del pasado y del presente «para que no se olvide».

  1. «Askhal. Los crímenes de Túnez» se estrena en la cartelera madrileña el viernes 6 de octubre de 2023
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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