Activistas de Amnistía Internacional (AI) se han concentrado esta mañana en la sede de Pfizer/BioNTech de Alcobendas (Madrid) para protestar por el reparto desigual de vacunas y exigir a la farmacéutica que cambie su estrategia de distribución para aumentar significativamente su entrega a países de bajos ingresos.

A pocos días de que se celebre en Ginebra la Conferencia Interministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC), entre el 30 y el 3 de diciembre, AI recuerda que es en esta reunión precisamente donde se abordará la exención temporal de patentes. 

Han pasado dos años desde la aparición de la COVID-19 que ocasionó una grave pandemia mundial y se han administrado a nivel mundial 7710 millones de dosis de vacunas. Esto significa que el 53,3 por ciento de la población mundial ha recibido al menos una dosis.

«Lo que podría ser una hazaña extraordinaria para la humanidad, es decir, un momento único en el que los países trabajan en estrecha colaboración para alcanzar la inmunidad colectiva en todas partes y sacarnos al mundo entero de la pandemia, se ha convertido en la indicación más clara y cruda del egoísmo de unos pocos y la desigualdad: si bien más de la mitad del mundo ha recibido vacunas, solo el cinco por ciento de las personas en países de bajos ingresos ha recibido su primera dosis a fecha de 22 de noviembre», señala Nuria Berro, responsable de campañas sobre derechos económicos, sociales y culturales. 

Cuando en los países de altos ingresos se está inoculando la tercera dosis, las últimas proyecciones de Our World in Data indican que 66 países, 41 de ellos en África, no están en camino de alcanzar el objetivo de la OMS de tener el 40 por ciento de la población mundial vacunada para fin de año. De hecho, es poco probable que muchos países administren si quiera la primera dosis de la vacuna COVID-19 a esa parte de su población.

Con lemas como «Farmacéutica codiciosa: aprenda a compartir» o «Dejen de monopolizar, empiecen a compartir para salvar vidas»,activistas de la organización han querido hacer un llamamiento a Pfizer/BioNTech para que coopere con el centro de transferencia de tecnología de ARNm en Sudáfrica, comparta su conocimiento y tecnología, y emita licencias globales no exclusivas.

«Las empresas farmacéuticas tienen millones de vidas en sus manos. No hay tiempo que perder: deben destinar el cincuenta por ciento de las vacunas a los países de menores ingresos», asegura Nuria Berro.

AI recuerda además que Pfizer ha publicado sus ingresos recientemente, en los que muestra cómo ha ganado miles de millones de dólares con su vacuna priorizando su distribución en los países de mayores ingresos, mientras distorsiona la realidad en beneficio de su imagen corporativa y se niega sistemáticamente a renunciar a sus derechos de propiedad intelectual y a compartir la tecnología de la vacuna, beneficiándose de miles de millones de dólares de fondos gubernamentales y de pedidos anticipados de países ricos.

#UnPinchazoJusto

Amnistía Internacional tiene en marcha la campaña mundial #UnPinchazoJusto, en la que pide a gobiernos y farmacéuticas que compartan recursos y conocimientos, renuncien temporalmente a los derechos de propiedad intelectual y garanticen un reparto equitativo de las vacunas entre todos los países hasta alcanzar la inmunidad global necesaria para controlar el virus. 

Además, el pasado 22 de septiembre, la organización lanzó la Cuenta atrás de 100 días (los que quedaban hasta final de año), para exigir que las empresas farmacéuticas y los estados entreguen dos mil millones de vacunas a los países con menores ingresos y así poder alcanzar el objetivo de la OMS de tener el 40 por ciento de su población vacunada en 2021. Para lograrlo, las farmacéuticas debían destinar el 50 por ciento de las vacunas COVID-19 producidas en estos cien días a los países de ingresos bajos y medianos bajos.

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