En el cosmos, a uno se le descubre por su contrario. Los agujeros negros son objetos intrínsecamente oscuros. No emiten luz. Por lo tanto, para detectar un agujero negro, se observa su contrario, es decir, se reconoce la existencia de un sistema binario -es decir, una unidad de contrarios- cuando se ve una estrella luminosa moviéndose alrededor de un segundo objeto que no se ha podido detectar.

Recientemente se ha descubierto una galaxia adyacente a nuestra Vía Láctea -algo así como encontrar una aguja en el pajar cósmico- toda una anomalía, y ello debido a que este agujero negro que no sólo se clasifica como inactivo, sino que parece haber nacido sin la explosión de una estrella moribunda.

Hay diferentes categorías de agujeros negros. Los más pequeños, como el recién detectado, son los llamados agujeros negros de masa estelar formados por el colapso de estrellas individuales masivas al final de sus ciclos de vida. También hay agujeros negros de masa intermedia, así como los enormes agujeros negros supermasivos que residen en el centro de la mayoría de las galaxias.

Como ley dominante se considera que el colapso de estrellas masivas en agujeros negros está asociado con una poderosa explosión de supernova. La anomalía en este caso reside en que una estrella -con una masa unas veinte veces la de nuestro sol- arrojó parte de su material al espacio en su agonía y luego colapsó sobre sí misma sin una explosión.

Los investigadores destacan que este agujero negro se diferencia de todos los demás conocidos en que es silencioso en rayos X -es decir, no emite una potente radiación de rayos X indicativa de engullir material cercano con su fuerte atracción gravitacional- y que no nació en una explosión estelar de las llamadas supernova.

Los agujeros negros son objetos extraordinariamente densos con una gravedad tan intensa que ni siquiera la luz puede escapar. Éste, con una masa al menos nueve veces mayor que la de nuestro sol, fue detectado en la región de la Nebulosa de la Tarántula de la galaxia Gran Nube de Magallanes, que se encuentra a unos 160.000 años luz de la Tierra -dado que un año luz es la distancia que recorre la luz en un año, es decir, 9,46 billones de kilómetros- se encontraría a 1,51 trillones de kilómetros.

Es una estrella azul extremadamente luminosa y caliente -con una masa de unas veinticinco veces la del sol- que orbita alrededor de su agujero negro como una unidad de contrarios irremediablemente unidos en su destino, por lo que los investigadores creen que la estrella también terminará eventualmente convertida en un agujero negro, fusionándose con su opuesto.

Los agujeros negros inactivos -que se cree que son relativamente comunes- son difíciles de detectar porque interactúan muy poco con su entorno, lo que ha llevado a numerosos errores con anterioridad al detectarse posibles agujeros negros inactivos que han tenido que descartarse posteriormente por los propios equipos que en un primer momento habían declarado su descubrimiento.

Parece que, en la realidad concreta, en la materia concreta -aunque sea inmensa y se encuentre a 1,51 trillones de kilómetros- actúan las leyes universales, y, de todas las leyes universales que la determinan, la anomalía es la ley universal inesperada. Porque en la anomalía también lo universal reside en lo particular.

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