28M: Loa, que no «réquiem», para los vencidos

Un escribano en la Corte

El pasado 28 de mayo, los españoles acudimos a las urnas en unas elecciones municipales y autonómicas en las que en buena lógica íbamos a juzgar el trabajo desarrollado en los últimos cuatro años por los responsables políticos de doce Comunidades Autónomas y de más de ocho mil municipios de nuestro país. También, y en buena lógica, durante estos años debe haber habido de todo: desde hombres y mujeres que lo han hecho bien, muy bien, hasta los que lo habrán hecho mal, o muy mal.

Porque cabía pensar que era para eso, para lo que acudíamos a unas elecciones autonómicas y municipales, ya que para ello fuimos convocados a las urnas 35 millones de españoles, hombres y mujeres que hemos decidido el destino de nuestras Comunidades Autónomas y municipios para los próximos cuatro años, algo muy serio.

Pero en una España tan polarizada en estos momentos por la derecha y la izquierda, por la extrema derecha y la extrema izquierda, hete aquí que el genuino representante de la derecha, y adalid del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, se saca a última hora de la campaña un conejo de la chistera que lleva el nombre de ETA, y al parecer su actual brazo ideológico, Bildu, partido este último legalizado, como lo es Vox, partido que ha respaldado con sus votos en algunos asuntos a lo largo de la legislatura el gobierno de Pedro Sánchez.

Lo cierto es que el mensaje de la derecha ha calado plenamente en una parte importante de los votantes, rechazando con su voto a un gobierno apoyado por etarras o descendientes de etarras, cuando en realidad se trataba de elegir presidentes y alcaldes en diferentes pueblos y ciudades en los que debe haber habido de todo.

Qué cosa mejor, pues, que aprovechar la ocasión para darle un patada en el culo al presidente del gobierno, Pedro Sánchez, utilizando el voto de cada cual, para que se entere del rechazo que conlleva su persona. Todo ello, claro está, perfectamente orquestado no solo por la derecha, sino también por medios de comunicación afines, que día tras día nos avisaban de los males que se nos vienen encima si no es que esa derecha, y sus compañeros de viaje, la extrema derecha de Vox, logran contenerlo a tiempo.

Lo triste del asunto es que esa patada en el culo a Pedro Sánchez ha ido a parar directamente al trasero de algunos presidentes, presidentas, de Comunidades Autónomas, a alcaldes y alcaldesas de cientos de municipios, a concejales o concejalas que a buen seguro han hecho bien su trabajo, y que no merecían este final, este epílogo a su carrera política, a la que han respondido y se han entregado durante cuatro años.

Es por esto que no quiero entonar un «réquiem» de tristeza, sino una loa de alabanza y respeto, al tiempo que agradecimiento, a todas esas personas, hombres y mujeres que a buen seguro han hecho bien su trabajo, y que por una artimaña espúrea de la derecha llamada Partido Popular, y de sus compañeros de viaje, la ultraderecha Vox, acaban su ciclo político en un lugar que no le correspondería, con un estigma de malos ejecutores que en realidad no se ciñe a la verdad.

Tenemos elecciones generales el próximo mes de julio, y no sabemos lo que puede pasar, si bien el Partido Popular exhibe fulgurante musculatura política sacando pecho aquí, allá y acullá, decidido a lo que su patrón mayor, Núñez Feijóo, ha definido como «acabar con el Sanchismo», una frase que dice ya bastante del personaje en cuestión.

Claro que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien pareciera transpirar una animadversión congénita hacia el presidente del gobierno, ha ido más lejos, acusando a Pedro Sánchez de intentar adulterar las elecciones del 23-J, manifestando que convoca elecciones generales en dicho mes «para que falten interventores y apoderados, y así a las bravas, cambiar las cosas», arguyendo al tiempo que «No se puede haber convocado a peor traición unas elecciones».

Vivimos en democracia, afortunadamente, y cada cual puede votar libremente a las personas que crean conveniente. Pero en este país, como en tantos otros, se vierten mensajes, mentiras que a veces acaban calando en la población. El llamado brexit británico se sustentó en mentiras y falsedades, y ahora están pagando las consecuencias. Sin comentarios.

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha siete libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», «Memoria Histórica. Para que no se olvide» y «Una Transición de risa». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

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