El Museo Reina Sofía cierra las exposiciones internacionales del cincuentenario de Picasso.

El año 1906 registró algunas de las grandes catástrofes del siglo XX, entre ellas los terremotos de San Francisco (3.000 muertos) y Valparaíso (3800 muertos) y la erupción del Vesubio, que devastó la ciudad de Nápoles. Fue el año en el que el Papa Pio X condenó en una encíclica la separación entre la Iglesia y el Estado decretada en Francia, mientras la princesa Victoria Eugenia de Battenberg celebraba en San Sebastián su conversión al catolicismo. Ese año se fundó en Santiago la Real Academia Gallega y en A Coruña el Real Club Deportivo.

Pero en 1906 se produjo un acontecimiento que iba a marcar el futuro del arte moderno del siglo XX: la gestación de “Las señoritas de Avignon”, de Pablo Picasso, en un pueblo del Pirineo leridano llamado Gósol. Pablo Picasso había llegado a Gósol a finales de mayo de 1906 en compañía de su novia Fernande Olivier, a la que acababa de presentar a su madre en Barcelona (su nombre verdadero era Amelie Lang y era amiga de Max Jacob, Apollinaire y Gertrude Stein). Llegaron viajando en carretas y a lomos de mulas y pasaron allí gran parte del verano. Picasso acababa de dar término a su periodo rosa y buscaba nuevos lenguajes.

Ese año Picasso experimentó con el género del desnudo, sobre todo del desnudo masculino, en el que introdujo la sensualidad influido por su afición a la fotografía homoerótica. Su obra iba a alimentarse de la transculturalidad que el artista había venido acumulando durante sus estancias en España (Málaga, Barcelona, A Coruña) y en París bebiendo de las fuentes de la bohemia y las vanguardias. Su relación con la escritora y coleccionista Gertrude Stein fue decisiva para el artista. Hay quien dice que Picasso no habría existido sin Stein.

Es un periodo, también, en el que Picasso se interesa vivamente por el arte antiguo: griego, egipcio, etrusco, íbero, románico catalán, mesopotámico, polinesio… y ya por el llamado “arte negro”, un año antes de su famosa visita al museo del Trocadero. Coincide también con su interés por El Greco, Corot y Cézanne y por eso en esta exposición se muestran también obras de estos artistas y de aquellas culturas, en las ocho salas que acogen las 120 obras prestadas por museos como el MoMA y el Guggenheim de Nueva York, el Louvre y el Pompidou de París, el Prado de Madrid y los Picasso Málaga y Barcelona.

Los desnudos y los cuerpos

La primera sala de esta exposición está dedicada al desnudo, un género que Picasso había venido practicando desde 1890 desde una perspectiva tradicional y que en 1899 carga de erotismo. En 1906 comienza a practicar lo que llama “cuerpo en representación”, donde relaciona el cuerpo y la cultura. En este concepto se inscriben sus autorretratos desnudo (“Desnudo sentado”) y escenas de intimidad femenina en arlequines y saltimbanquis (“Suite de los saltimbanquis”).

En la segunda sala los desnudos son de niños y adolescentes que anuncian la nueva etapa del pintor (“Los dos hermanos”, “Los adolescentes”, ambos de 1906), en la que se manifiesta la influencia de El Greco y Cézanne y su interés por las culturas arcaicas. Son cuerpos masculinos y femeninos erotizados (“Mujer peinándose”, de 1906). Otras figuras de mujeres aluden a diosas mitológicas.

En 1906, en Gósol, Picasso pinta “El harén”, inspirado en “El baño turco” de Ingress, al que se le atribuye cierta influencia en “Las señoritas de Avignon”. En la escultura “Busto de mujer joven” se apropia del arte egipcio y etrusco y en “Mujer desnuda, tres cuartos de espalda” persisten las referencias al arte ibérico e incorpora lo figurativo y lo abstracto, camino del cubismo.

La sala cuatro acoge exclusivamente obras realizadas en Gósol. En ellas Picasso incluye aldeanos y aldeanas (“La mujer de los panes”), en las que ya se aprecia una aproximación al cubismo y la abstracción. En la quinta sala están los desnudos supuestamente de Fernande, la mujer con la que convivió desde 1904 a 1912. La representa como campesina en “Fernande con pañuelo” y también en esculturas primitivistas.

En otra sala está “Desnudo con las manos juntas” (1906), la obra que inicia el camino de Picasso hacia el arte moderno y anticipa el cubismo. Aquí está el famoso retrato de Gertrude Stein, aún con reminiscencias del periodo rosa, junto al autorretrato de Picasso, tan parecidos ambos. Stein adquirió el “Desnudo con las manos juntas” y nunca se desprendió de él. Al final de la exposición se puede ver “Mujeres acicalándose”, una de las cumbres de su trayectoria en esta etapa.

TÍTULO. Picasso 1906. La gran transformación
LUGAR. Museo Reina Sofía. Madrid
FECHAS. Hasta el 4 de marzo de 2024

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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