Fue la primera en la Sala Roja de los Teatros del Canal de esta Suma Flamenca 2022. Para su homenaje estuvieron Madrid, Triana, Jerez de la Frontera, su querido Jerez, Cádiz. Y un manojo de bailarinas internacionales, que aquí hicieron de bailaoras, por cariño a La Tati.
Francisca Sadornil Ruiz, La Tati, nacida en el Rastro, historia viva del baile flamenco madrileño y universal, historia de los tablaos de Madrid, Zambra, donde debutó a una edad en la que no se trabaja aún, pero en el flamenco es diferente. Allí dio réplica a gigantes como Pericón de Cádiz, Juan Varea, Perico el del Lunar.
Hizo historia en Torres Bermejas junto a Camarón de la Isla, Niño Ricardo, las de Utrera, Bernarda y Fernanda y La Paquera de Jerez.
Dio el salto internacional con Paco de Lucía, pero ¿quién no ha estado con Paco de Lucía? Y ya no paró de bailar por esos mundos de Dios la creadora de las Apologías Flamencas.
La Tati ha querido tener su homenaje en vida en esta Suma Flamenca dedicada al flamenco de Madrid. Y para homenajearla han estado Rafael Riqueni, María Terremoto, Marco Flores, José Mercé, Gerardo Núñez, Capullo de Jerez, Juan Villar, La Truco, Joaquín Grilo y las bailarinas internacionales de Chile, Holanda, Japón, Francia, Alemania, Israel y Brasil…
Inmenso Rafael Riqueni, describiendo la Plaza de España sevillana, dejándose el alma con su guitarra maestra. La más joven del cante flamenco, María Terremoto, jerezana y sevillana, en recuerdo y representación de su abuelo Terremoto de Jerez, que sí conoció a la Tati, con lo que María tiene presencia en esta gala – homenaje.
Un Marco Flores magistral como siempre. Y José Mercé, que hizo de José Mercé, de jerezano y de saber donde estaba, saludando a Madrid y dando testimonio personalísimo de la capitalidad flamenca de Madrid, cantando por soleá a Rafael Riqueni, quien volvió a escena para ser su acompañante de lujo. Mercé recordó sus tiempos con La Tati en Torres Bermejas, y la dijo «si no me llamas para esta gala me hubiera enfadado contigo». Él dejó su mejor voz, su flamencura a raudales, que por algo es uno de los referentes del cante flamenco desde hace muchos años.
Cierre de la primera parte. La Tati y sus alumnas internacionales bailaron una rumba, en honor a su maestra española y en recuerdo de los tiempos internacionales de La Tati. Bailarinas y bailaoras por amor a la madrileña. Y ya eran las diez de la noche. No era difícil imaginar de aún quedaban dos horas por delante de flamenco a lo grande.
De ello dejaron testimonio el gran Gerardo Núñez, la guitarra jerezana más internacional, por estilos y geografías. De cante sabe mucho y con estilo propio El Capullo de Jerez, que capulleó por bulerías, como siempre poniéndose el mundo por montera.
El baile de esta segunda parte fue cosa de Joaquín Grilo, bailaor y coreógrafo jerezano y universal, experto en teatralizar sus espectáculos por cortos que sean, como fue el caso de esta noche, de la que hizo una creación. La madrileña castiza La Truco, que por ahí perdió el abanico y lo recogió y aquí no ha pasao nada. Grande por alegrías con mucho movimiento de mantón y bata de cola.
Y Juan Villar, cantaor de Cái, porque la Tati no podía prescindir de ese cante en su homenaje.
Gran fin de fiesta, con ausencia de los de la primera parte. La Tati de negro y oro, pura historia, rodeada de artistas que son historia del flamenco. Como ella. Larga noche en honor a la histórica bailaora madrileña en un homenaje creado por ella misma para la Suma Flamenca.
Porque después quién sabe.